Opinión

La elección judicial y el núcleo duro. Un núcleo duro, ni tan duro, ni tan grande

La participación de capitalinos en la elección judicial extraordinaria fue de 14.9%. (Victoria Valtierra Ruvalcaba)

La jornada electoral del domingo nos dice cosas acerca del país que muchos no quieren ver. Estamos lejos del discurso gobiernista según el cual el pueblo mexicano se expresó en una elección histórica y nos convirtió en el país más democrático del mundo. Estamos lejos, también, de un rechazo popular masivo a la 4T, como algunos sobreinterpretan. La participación y los resultados preliminares apuntalan la hipótesis de que el consenso alrededor del gobierno y su proyecto es, en todo caso, pasivo.

Acudió a votar aproximadamente uno de cada ocho ciudadanos. Dada la complejidad de la votación, parece que los votos válidos equivaldrán a menos del 10% del padrón electoral. La cantidad de votos nulos fue muy relevante. Según las encuestas de salida y las telefónicas posteriores a los comicios, la mayoría absoluta de quienes sí votaron fueron simpatizantes morenistas, la mitad de los cuales consideraron confuso el método. Sólo un puñado de electores se declararon de oposición y el resto se dijo no partidista. Todavía un porcentaje mayoritario de la población considera correcto que se haya elegido abiertamente a integrantes del Poder Judicial, pero ese porcentaje está varios puntos por debajo de la aprobación presidencial. Uno de cada cuatro mexicanos aprueba a Sheinbaum, pero desaprueba la elección de jueces.

La composición de los electores confirma el esperado planchazo a favor de los candidatos cercanos a Morena. El gobierno gana estas elecciones ayudado por su método: con una proporción muy minoritaria del electorado, da un paso gigantesco en la conformación de un Poder Judicial afín a él y a su partido. Esto debe interpretarse como un ulterior fortalecimiento de Sheinbaum y del grupo en el poder.

Al mismo tiempo, hay una clara disonancia entre el esfuerzo propagandístico para la promoción del voto y la asistencia ciudadana a las urnas. Nadie puede jactarse de un triunfo de la democracia con la participación de menos del 13 por ciento del electorado. Tampoco se está presumiendo músculo. A pesar de todas las maneras, sutiles o burdas, para inducir la participación, y a pesar de todos los recursos públicos gastados en el proceso, los niveles de abstención fueron muy altos. El núcleo duro y activo del morenismo es más pequeño de lo que se nos quiere hacer pensar.

En un primer resumen, se trata de una victoria gobiernista para los propósitos de continuar con la acumulación de poder de parte de un grupo, y logra cumplir con esa parte el legado de López Obrador, que pasa por la destrucción del andamiaje democrático institucional. Pero también de una derrota política, en el sentido de que la montaña del supuesto entusiasmo popular por la reforma judicial, que tanto rugía, terminó pariendo un ratón. El que luego la oposición pueda mostrarse incapaz de arar y cosechar en esa derrota política -como probablemente sucederá- es otro cantar.

Los datos preliminares nos indican que hay una sorpresa: Hugo Aguilar, jurista oaxaqueño de origen mixteco, a la hora de escribir estas líneas llevaba una delantera aparentemente cómoda a las dos ministras más conocidas y que hicieron más campaña en medios: Lenia Batres y Yasmín Esquivel, por lo que es el favorito para presidir la Suprema Corte. Hay que señalar que Aguilar estaba en la mayoría de los acordeones repartidos a los electores morenistas (era parte de la plancha), pero tenía la ventaja de no ser tan polémico como las actuales ministras. Eso también cuenta. Seguramente mucho más que atributos, como que Aguilar se formó en temas agrarios e indígenas o que es partidario de la justicia interseccional (el enfoque legal que prioriza analizar la justicia a través de múltiples dimensiones de identidad, desigualdad y discriminación).

Finalmente, dos apuntes. El domingo también hubo elecciones locales en Durango y Veracruz. En ambas, la participación ciudadana fue muy superior a la de la elección judicial (más del doble en Veracruz) y en ninguna de las dos le fue bien a Morena. Aquí tampoco el núcleo duro resultó tan duro ni tan grande.

En Durango, la alianza PRI-PAN conquistó la capital del estado y la coalición morenista se fue al tercer lugar, detrás de Movimiento Ciudadano. A nivel estatal, el PRI-PAN se llevó 20 ayuntamientos, por 16 de la coalición que encabeza Morena y 3 para MC. En términos de población, dos terceras partes de los duranguenses serán gobernados por los partidos tradicionales. La reacción de la dirigencia morenista estatal fue fiel a su ADN: se quejan de fraude y “elección de Estado”.

En Veracruz, Morena, PRI y PAN perdieron municipios; los ganadores fueron el PT (que, a diferencia del Verde, no fue en coalición) y, sobre todo, Movimiento Ciudadano, que se convirtió en segunda fuerza electoral en ese estado. La oposición en su conjunto recuperó 53 municipios y el PT se hizo de 20 más y acusó a Morena de “soberbia” por no querer coaligarse. Aunque retuvo Xalapa y el puerto de Veracruz y tiene la mayoría de los votos totales en la entidad, Morena sufrió un descalabro. Como están en el gobierno, no podían argumentar “elección de Estado”, la gobernadora Rocío Nahle fue más cauta y declaró: “a veces se aprende más de los tropezones”. Sin embargo, el aparato nacional de Morena siguió vendiendo los resultados en la entidad como una gran victoria.

Así que fue un día agridulce para los guindas. Dulce, porque le cumplieron a AMLO y avanzan con fuerza en la toma del poder judicial. Agrio, porque la participación ciudadana en la elección judicial no fue la esperada y porque, cuando se trató de retener el poder en elecciones políticas locales, se toparon con algunas paredes.

Quien analice bien lo sucedido podrá tomar mejores decisiones políticas en el futuro. ¿Habrá alguno o seguirán todos privilegiando la propaganda al grado de tragársela ellos mismos? Digo, porque todavía, y por fortuna, hay mucha membrana suave alrededor de los núcleos duros.

fbaez@cronica.com.mx

Twitter: @franciscobaez

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