Opinión

Los orígenes del fascismo

Armas y libros nazis incautados en una redada policial
Armas y libros nazis incautados en una redada policial Armas y libros nazis incautados en una redada policial (La Crónica de Hoy)

En su artículo en Crónica de la semana pasada, Ricardo Becerra decía, y decía bien, que, dadas las circunstancias en las que están involucionando las democracias en México y el mundo, más nos valdría dedicarnos seriamente al análisis de las transiciones al autoritarismo, para saber mejor cómo resistirlo y escapar de él.

Eso me hizo revisar un viejo libro, que hace medio siglo me sirvió mucho para entender el porqué del fascismo italiano. Se trata de Le origini del fascismo, “Los Orígenes del Fascismo”, una selección de textos de Mirella Bartolotti (editorial Zanichelli, 1969). Aunque es necesario comprender que resulta equivocado meter todo autoritarismo en un solo saco, vale la pena revisar lo que escribían los contemporáneos y opositores a Mussolini en esos años. Hago una apretada selección de la selección, con citas de cinco de los autores. Estoy seguro de que encontraremos varios espejos y de que haremos algunos hallazgos.

1. Giovanni Zibordi, ejemplo relevante del reformismo socialista italiano de la época. El escrito es de 1922, año de la toma de poder por Mussolini:

“El fascismo no se entendería en un país con partidos bien organizados, caracterizados y diferentes entre sí, y con educación política hecha con programas positivos, en vez de sentimentalismos, impulsos, estímulos, y reacciones inorgánicas e incoherentes.

“El fascismo es, simultáneamente: una contrarrevolución de la burguesía propiamente dicha a una revolución roja que no existió; una convulsión de las clases medias desplazadas, perjudicadas y descontentas; una revolución militar (… la oficialidad simpatiza con un estado de guerra interno, porque se traduce en mérito para el ejército)”.

2. Luigi Sturzo, sacerdote, fundador del Partido Popular, precedente de la Democracia Cristiana, forzado a dejar la dirigencia partidista e Italia misma en 1924. El texto es de ese año.

“En 1919 se tiene un fascismo demagógico, socialistoide, anticlerical, republicano, semi-nacionalista. Basta con leer el programa original. En tanto, quienes se hacían llamar liberales democráticos eran conservadores de la marca más pura y los socialistas seguían en busca de la dictadura del proletariado, con la ocupación de las fábricas y de las tierras.

“Ante el peligro de la revolución socialista, los empresarios industriales y los terratenientes pasan a la ofensiva y se abre un espacio para la afirmación política de los fascistas. La de Mussolini era demagogia “nacional”, mientras que la de los socialistas era demagogia “internacional”. El fascismo es hijo de las debilidades de los socialistas y de la burguesía”.

3. Luigi Salvatorelli, director del diario La Stampa de Turín, hasta su salida, en enero de 1925, cuando se consuman las leyes de censura del fascismo. El texto es de 1923:

“La ideología fascista, la idea de la nación-mito… nace de la cultura de la pequeña burguesía humanista, cuya mentalidad se resume a una sola palabra: retórica. De la cultura general que podría definirse como el analfabetismo de los alfabetizados. Un montón de nociones genéricas y abstractas, que se aprenden mecánicamente, sin estímulos al pensamiento crítico… de ahí la tendencia a la afirmación dogmática, a la credulidad en el argumento de autoridad, a la exaltación por el gesto y la palabra que usurpan el lugar de los hechos y las ideas, al fanatismo por la fórmula indiscutible”.

4. Angelo Tasca, uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, del que fue expulsado en 1929 por “desviacionismo de derecha”. Su libro sobre el nacimiento del fascismo, publicado en 1938, es considerado el más importante del tema entre los contemporáneos al régimen.

“Sin crisis económica, no hay fascismo. Cuando hay, al mismo tiempo, sobreproducción y penuria, inflación y parálisis, cuando lo que tenemos no son crisis clásicas, sino estancamiento crónico, con ligeras fluctuaciones, se crean las condiciones para un repliegue de las naciones en sí mismas y el agravamiento de las características artificiales y parasitarias de la economía.

“El contenido social de un movimiento no está determinado exclusivamente por su composición, por su base social. El fascismo, aunque reclutando sus bases de las clases medias y populares, hace su ingreso en la historia destruyendo a los partidos y sindicatos obreros. Desde ese momento, independientemente de su programa y de sus adherentes, se integra en la ofensiva capitalista.”

5. Filippo Turati, político y periodista, fundador del Partido Socialista italiano. El libro de Bartolotti no especifica la fecha del texto.

“La democracia, nacida de las revoluciones inglesa y francesa, con la abolición de los privilegios feudales, con el sufragio popular, más o menos universal, pero inorgánico, sufrió un freno a su desarrollo. Confiada en la perennidad de su imperio, tímida ante los progresos de los trabajadores organizados y ante las consecuencias sociales de las premisas que ella misma había puesto, lenta para hacerse de los instrumentos necesarios para las cada vez más complicadas atribuciones de los Estados, la democracia original se encuentra hoy, inadecuada ante las tareas nuevas.

“Luchas bizantinas entre partidos, debilidad electoral, impreparación técnica, disgusto creciente de los grupos intelectuales ante la vulgar vida política, tibia preocupación por la paz… estas y otras enfermedades contaminan el organismo y erosionan sus bases vitales. Aflora en las naciones el descrédito de los parlamentos, el desinterés en el supremo bien de la libertad, una nostalgia creciente por los gobiernos fuertes.

“De esta debilidad se han aprovechado la audacia sin escrúpulos y el ímpetu burlón del fascismo en Italia. Era el desafío al sentido común, el vuelco del mundo, el absurdo, lo monstruoso, lo imposible. Que no se adulen las otras naciones, Lo imposible fue. Lo imposible es todavía”.

fbaez@cronica.com.mx

Twitter: @franciscobaez

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