Opinión

Nuevo Humanismo

El universo de la mente
El humanismo surgió durante el Renacimiento y ha influido en áreas como la educación, el arte y la ciencia El humanismo surgió durante el Renacimiento y ha influido en áreas como la educación, el arte y la ciencia (Especial)

El mundo actual se caracteriza por la confluencia de profundas crisis de tipo económico, político, tecnológico, ético e incluso, existencial. Los conflictos bélicos y los genocidios en curso, con sus terribles secuelas sobre la población civil se desarrollan a plena luz del día y frente a los medios masivos de comunicación. El racismo desbordado, la intolerancia y los discursos de odio se han vuelto predominantes en nuestras vidas, dando lugar a inéditas formas de exclusión social en marcos de violencia estructural y desigualdades persistentes. La referencia es a la fragilidad, mutabilidad, grandeza y miseria del ser humano. Por su parte, en México la deshumanización no es una idea abstracta, es una realidad cotidiana. Se expresa en cifras, en cuerpos y en silencios. Es el rostro desaparecido que nunca vuelve, es la mujer violentada que no encuentra justicia, es el migrante tratado como mercancía, es el joven criminalizado por ser pobre, es la comunidad desplazada por megaproyectos o por el crimen organizado. Es la pérdida de valor de la vida humana en múltiples niveles del tejido social, por lo que se requiere de una batalla ético-política para enfrentar aquellos problemas que afectan la dignidad de las personas.

El nuevo Humanismo no es la nostalgia por una idea abstracta del “individuo universal” típico del Renacimiento del siglo XV, ni una mera ampliación de los derechos individuales. Representa una relectura crítica sobre lo que significa ser humano en un país como el nuestro, donde convive el dolor de las madres buscadoras con la resistencia de los pueblos indígenas, la corrupción con la esperanza de una ciudadanía cada vez más activa y la pobreza con la creatividad social. Este Humanismo renovado implica reconocer que no existe humanidad sin justicia. Mientras que el Humanismo clásico renacentista exaltaba la dignidad y las libertades humanas, buscando armonía y perfección mediante la razón y el conocimiento, el nuevo Humanismo del siglo XXI no reniega de esa dignidad, pero insiste en que el verdadero Humanismo es también conciencia de la fragilidad humana y del conflicto entre libertad, poder, violencia y dolor.

Por ello, resulta necesario reinterpretar al Humanismo no como un optimismo ingenuo, sino como una herramienta crítica y política útil para reflexionar sobre los desafíos de nuestro tiempo. El Humanismo debe actualizarse para rechazar toda visión simplista del individuo presentado en su forma más trágica y conflictiva. Se debe reconstruir el Humanismo como un campo plural y complejo, rico en disensos y utopías. Por lo que revivir el Humanismo no es nostalgia, sino una urgencia contemporánea para volver a la fuente original confrontando los mitos históricos y aprendiendo de la tensión entre realismo y proyectos constructivos. Este nuevo Humanismo puede brindar orientación ante temas actuales como genética, neurociencia, algoritmos, identidades autopercibidas, inteligencia artificial generativa, antiglobalismo, ingeniería social y control político biométrico.

Así como los pensadores del Renacimiento clásico imaginaron sociedades ideales, ordenadas y armoniosas que expresaban la tensión entre el ideal y la realidad política, de la misma manera, el nuevo Humanismo y su política de la cultura pueden abordar los desafíos en la construcción de comunidades justas y libres en contextos de autoritarismo y violencia política. También puede ofrecer reflexiones realistas y críticas sobre la relación entre poder, conflicto y tiranía como hechos inevitables de la vida social. El nuevo Humanismo es un proyecto crítico, político y utópico que confronta la realidad para transformar el mundo. No es un canto ingenuo al individuo, sino una lucha dramática por su dignidad, libertad y futuro. El Humanismo sigue vivo como movimiento cultural, filosófico y político. Proyecta la defensa de la dignidad humana frente a la tecnología deshumanizante, así como la lucha por la libertad y contra los nuevos autoritarismos. Representa, en síntesis, un proyecto ético y político para construir sociedades más justas.

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