
Hace apenas unas semanas, Andy pidió que le llamaran por su nombre, Andrés Manuel López Beltrán. Dijo que su mayor orgullo es llamarse como el mejor presidente que ha tenido el país. Añadió que a la gente le da miedo llamarle Andrés Manuel porque saben lo que vale el nombre de su padre. Ya no quiero diminutivos, dijo. Argumentos atendibles, sin duda. Un hombre joven que, machete en mano, se abre camino en la jungla, faltaba más.
Lo que seguía, para redondear la idea, era que se pusiera, como lo hizo su padre en su momento, a la cabeza de alguna causa nacional, que se desgastara los zapatos, que caminara en el lodo, que tomara riesgos. Podría organizar y encabezar la protesta de los transportistas que son extorsionados en todo el país, sobre todo en estados gobernados por Morena. Otra opción sería liderear los grupos de personas buscadoras que con picos y palos buscan los restos de sus seres queridos. Causas hay muchas y de gran calado. Ese sería el mejor camino para que le dijeran Andrés Manuel López. Su padre, más allá de fobias políticas, puso toda la carne en el asador para fraguar su liderazgo. Sudó la camiseta, no se ahorró ningún esfuerzo.
Pero Andy no hizo nada de eso. Como muchos chamacos adinerados decidió irse de paseo y dejar tirada la chamba. Todos conocemos alguno. La realización del Consejo Nacional de Morena no alteró sus planes de viaje al lejano oriente, primero lo primero. El mayor riesgo que corrió fue comerse un sushi en mal estado en algún restaurante japonés de alta gama.
No digo, para que no haya equivocaciones, que es un delito que se vaya a pasear, igual y en una de esas estaba muy agotado. Digo que no puede demandarle a la sociedad que lo trate como a su padre cuando se comporta como un junior.
El tema llegó a la mañanera de Palacio Nacional y con todo el dolor de su corazón, porque Andy es muy cercano a su ánimo ya que lo conoce desde niño, la presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que decir que el poder se ejerce con humildad, que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre. Cada persona debe ser valorada por su conducta en todo momento. La posición de la presidenta en contra de las muestras de opulencia y la filigrana del poder era conocida muchos antes de las vacaciones de verano de varios miembros prominentes de la 4T que resolvieron de cualquier forma, sin tomar en cuenta lo dicho por Claudia, irse a pasear.
Dicen que viajan con su dinero, menos mal, pero nadie los acusa de agarrar dinero del presupuesto o de las prerrogativas del partido, aunque no saldría sobrando una investigación. No estaría de más saber cuál es el sueldo que gana Andy como secretario de Organización de Morena. Igual y es un lugar privilegiado por trabajar en Morena, donde se gana muy bien y tienen vacaciones a cada rato.
Lo que la presidenta Sheinbaum quiere que asuman sus correligionarios es que el poder se tiene que ejercer con humildad y el más obligado de todos, porque ya dijo que él es el depositario del legado de su padre, que por cierto era enemigo de los políticos paseadores, es Andrés Manuel López Beltrán que es la versión ultra comodina de su padre. Que no se moleste la próxima vez que alguien le llame Andy.