
La reciente declaración de Donald J. Trump en su red social sobre la conversación que sostuvo con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, revela una negociación compleja y estratégica que tiene ramificaciones económicas, políticas y diplomáticas. En ese mensaje se reconoce el papel activo de la Presidenta en la negociación y evalúa sus implicaciones para Estados Unidos y el resto del mundo.
La Dra. Sheinbaum demuestra una postura firme al preservar un acuerdo comercial temporal que evita nuevas sanciones inmediatas a México. Aunque implica la continuación de aranceles significativos, también abre una ventana de 90 días para renegociar condiciones más favorables. Una vez más la la eliminación de barreras no arancelarias muestra la voluntad mexicana de cooperar sin sacrificar soberanía.
Este equilibrio entre concesión y resistencia permite evitar escaladas comerciales inmediatas y da a México tiempo para articular una estrategia más sólida frente a las políticas proteccionistas de Washington. En cambio en Estados Unidos, las medidas proteccionista de Trump pueden encarecer insumos y productos, afectando a su propia industria y consumidores. El aumento en precios podría provocar incluso presiones internas.
La gran mayoría de los gobiernos ya expresaron su desacuerdo. Si implementan represalias comerciales, la economía global podría resentirse. Por otro lado, la decisión de imponer aranceles, especialmente a Brasil por motivos políticos, evidencia cómo la política exterior de Trump se entrelaza con intereses ideológicos. Este precedente puede alarmar a otros países al romper principios del libre comercio e imparcialidad diplomática. En el mediano plazo, el uso de aranceles como medida de presión está perdiendo fuerza y empieza a jugar en contra del propio Trump.
Por otra parte, el aumento en los aranceles al cobre semielaborado y la eliminación de la exención de minimis (Cantidades mínimas de ayuda interna que están permitidas aun cuando tengan efectos de distorsión del comercio hasta el 5 por ciento del valor de la producción para los países desarrollados y hasta el 10 por ciento para los países en desarrollo) impacta directamente a industrias tecnológicas y al comercio electrónico, elevando el costo de productos esenciales en salud, infraestructura y consumo masivo.
Finalmente, los países afectados deben repensar sus estrategias comerciales, diversificar sus socios, fortalecer producción nacional y cadenas logísticas y establecer mecanismos multilaterales de defensa comercia. La negociación de la Presidenta Claudia puede inspirar un modelo diplomático que reconozca los límites del unilateralismo estadounidense. Su postura inteligente, lejos de ser sumisa, demuestra que aún dentro de condiciones desfavorables es posible negociar con dignidad.
Estamos demostrando que pueden surgir nuevas y mejores alianzas económicas y geopolíticas, donde el eje de la balanza no está en la competencia sino en la colaboración. En la medida que se premie más la colaboración entre naciones y se desplace la competencia a las empresas, podremos centrar nuestros esfuerzos en una idea más clara de equilibrios globales que hoy parecen imposibles. Estamos entrando a una nueva era de la diplomacia y el gobierno de México está inaugurando la primera etapa. Enhorabuena.