
En el sitio de la SEP se encuentra un material sumamente interesante “La metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos”. Es un texto breve, coherente, lógicamente estructurado, que ofrece una descripción clara y precisa del método pedagógico que propone la Nueva Escuela Mexicana.
Este texto resume, sin ambages, lo que las autoridades han pretendido lograr con la reforma educativa de 2022, al margen de la retórica doctrinaria y escandalosa con la cual se anunció esta innovación educativa en sus inicios y, por tanto, ofrece oportunidad para hacer un análisis objetivo y racional de las aspiraciones educativas de la 4T.
¿En qué consiste esta metodología?
Dice el texto: “En crear aprendizajes gracias a la realización de una producción concreta”. Esta definición es iluminadora: el objetivo del proyecto no es la actividad –“la producción concreta”-- sino crear aprendizajes, es decir, educar, lograr que el alumno se forme como ser humano integral.
Lamentablemente, muchos maestros son cautivados por la acción (la práctica) que es muy estimulante para los alumnos --y asegura la fluidez del proceso--, pero pierden de vista el objetivo que debe guiar al proyecto: la adquisición por el alumno de aprendizajes.
Atención: el abandono de las asignaturas no significa el abandono del aprendizaje. El proyecto es solo otra manera de adquirir aprendizajes. La educación es una actividad para formar a un ser humano en su integridad, por lo mismo, en el desarrollo del proyecto el maestro debe fijar su atención no solo en la práctica sino en los elementos que constituyen el hombre que se intenta formar (conocimientos, habilidades, actitudes y valores).
“Se trata, dice el documento, de una metodología activa en la que las y los alumnos son los protagonistas de su propio aprendizaje”.
“Se trata –dice el documento-- de una metodología centrada en el alumno y la alumna como sujetos que aprenden y no tanto en el docente como transmisor de conocimientos. Sin embargo, este nuevo papel no es sencillo: hay que motivar y orientar al alumnado para que asuma e interiorice su nuevo rol como algo que le enriquece. Las y los docentes asesoran y orientan, motivan, proporcionan herramientas, recursos y contactos, así como un marco de referencia teórico que dé una guía y permita la complementariedad entre las sesiones de clase y las sesiones de práctica. Son coordinadores y dinamizadores del proceso, ayudan a los alumnos a aprender por sí mismos, les dan retroalimentación y aprenden a la vez que enseñan. En resumen, el aprendizaje por proyectos permite aunar los intereses, conocimientos y contexto del alumnado con los objetivos curriculares”.
En el caso de la NEM el precepto de la educación activa rara vez se cumple. En los hechos, el maestro es el principal actor, los docentes (individualmente o en colectivo) seleccionan el objeto o tema del proyecto y lo diseñan in extenso. En el proceso el alumno es solo un seguidor de las pautas de conducta del docente: es más, el autoaprendizaje del alumno no es fomentado por los maestros.
Es decir, en el caso de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), el método de proyectos no es una metodología activa. Los alumnos rara vez por sí solos “investigan, crean, aprenden y aplican lo aprendido en una situación real” (cito textualmente), aunque sí “trabajan en colectivo y comparten los resultados del proyecto con otras personas”. Aunque es presumible que la práctica de los proyectos se modifique según las circunstancias, grados, etc. y, en realidad, sería necesaria una evaluación cualitativa y representativa para confirmar lo que aquí afirmo.
En reuniones y entrevistas que he sostenido con maestros de escuela primaria pude comprobar que los docentes reaccionan con el silencio o con perplejidad cuando les he preguntado: ¿cómo evalúan a sus alumnos? Simplemente no saben. Cuando les sugerimos la idea de la “evaluación formativa” no logran explicar en qué consiste ésta. En realidad, la evaluación final del alumno se hace de manera arbitraria, no hay exámenes y la calificación final no se basa en los aprendizajes adquiridos.