Opinión

Los actores de la oposición: la sociedad

La participación política es algo relativamente común a todos. En el constante intento por construir y consolidar la democracia, todos hemos escuchado la importancia que tiene involucrarnos en la toma de decisiones que nos afectan como colectividad. Los ejemplos van desde los llamados a votar en los procesos electorales, hasta la injerencia permanente en la toma de decisiones. Se puede sostener que la participación política es tanto una responsabilidad cívica como un derecho fundamental de los ciudadanos. El matiz de este binomio responsabilidad-derecho estriba en la manera en que lo ejercemos. Es posible intervenir desde nuestra condición de ciudadanos o lo podemos hacer a través de distintos medios como grupos, asociaciones, movimientos o partidos políticos para insertarnos en las estructuras políticas del Estado. De igual manera, la participación política se puede ejercer desde la simpatía, la indiferencia o el rechazo hacia quienes ejercen el poder.

Casilla electoral.

Casilla electoral.

Cuartoscuro.

En este último caso, cuando nuestra intervención se realiza desde la inconformidad, crítica o rechazo hacia un gobierno, su ideología, su programa o proyecto político y sus principales actores, estamos frente a lo que se puede calificar como oposición política en sentido amplio. En aquellos casos en los que las personas rechazan la manera como se ejerce el gobierno, si el Estado del que forman parte es democrático y de derecho, será posible ejercer la oposición política, desde un partido político o bien desde su condición ciudadana. En los casos en los que las personas discrepan de la acción gubernamental, la oposición es igualmente un derecho y una responsabilidad.

En materia de ejercicio del poder, así como es utópico imaginar una sociedad en la que la totalidad de sus miembros piensen y actúen de manera idéntica, igualmente lo es suponer que todos tengan y realicen ideas y acciones distintas. Juan Jacobo Rousseau señalaba que el único momento en el que todos los integrantes de una colectividad se avanzan hacia el mismo destino es al momento de conformar el Estado y asumirse como parte del contrato social, puesto que quienes no estén de acuerdo con ello simplemente no formarán parte de aquél. De esta manera, la diversidad de ideas, pensamientos y acciones es condición esencial de cualquier comunidad política establecida, lo que necesariamente nos llevará a la construcción de conjuntos que se configurarán de acuerdo con la concepción política de cada uno, formando así un bloque mayoritario y una pluralidad de minoritarios.

Ahí, en esos bloques minoritarios, es donde encontraremos las semillas de la oposición política con distintas gradualidades y objetivos y en diferentes temas causas, pero a fin de cuentas todos inconformes con las formas en las que, quienes representan a la mayoría, ejercen el poder. Evidentemente, quienes forman parte de la mayoría y simpatizan con quienes ejercen el poder, no estarán en contra de éste, en tanto que en los grupos minoritarios se actualizará la posibilidad de ser y ejercer la oposición. Es en estos sectores, sin necesidad de la intervención de los partidos, que la sociedad actuará, por convicción y derecho, como oposición política. Esta reflexión debe llevarnos a aceptar que la oposición no es exclusiva de los partidos o de los políticos que discrepan del gobierno, sino que incluso surge en la sociedad.

Si el ejercicio del gobierno es monopolio de la mayoría, el de la oposición es potestad de las minorías, incluso aquellas sin partido. Es indispensable que aquella parte de la sociedad que considera que la marcha del gobierno no es la correcta, lo haga saber informándose, señalando lo que a su juicio son yerros y construyendo opciones para algo diferente. En la participación de la sociedad como oposición se fortalece la democracia y le permite a aquella resignificar su papel como sujeto político y no como mero espectador.

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Profesor de la UNAM y consultor político

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com