Opinión

La oposición conviene a todos

En sentido amplio, podemos definir a la oposición política como el rechazo a las personas, partidos e ideologías políticas que ocupan los espacios de gobierno, así como a las estrategias, proyectos, planes y programas a partir de los cuales aquellas ejercen el poder. Desde este enfoque, usted, una profesora, un campesino, una abogada, un médico, una jubilada o cualquier otra persona pueden ser y ejercer la oposición. Para ello, todos gozamos de libertades y derechos fundamentales como la libertad de expresión, el derecho a la participación política, la libertad de manifestación o el derecho de asociación, entre muchos otros. Si usted no está conforme con un gobernante, un partido o todo el entramado político que ejerce el poder, usted forma parte de la oposición. Si además usted participa en grupos que discuten la necesidad de alternativas, acude a marchas y protestas o interviene en la generación y divulgación de propuestas políticas contrastantes con las del gobierno, entonces usted ejerce la oposición. A este tipo de oposición la llamamos oposición política en sentido material.

Por otro lado, existe la oposición ejercida por actores políticos que, participando activamente en el juego político de un país, pertenecen a partidos cuyos resultados en las elecciones fueron minoritarios. Adicionalmente, estos partidos y sus integrantes no solo carecen de una alianza formal o de facto con el gobierno, ya sea para ocupar cargos burocráticos o bien para compartir el poder en los órganos legislativos, sino que incluso rechazan la manera en que el gobierno es manejado por el presidente, sus principales colaboradores, los legisladores de su partido y todos aquellos integrantes de su administración, por no coincidir en lo ideológico y en lo programático. A este tipo de oposición la conocemos como oposición política en sentido formal.

Establecido lo anterior, podemos establecer un par de aspectos que resultan fundamentales. En primer término, la oposición política es una característica de la democracia como forma de gobierno. Si la decisión sobre quienes nos gobernarán se da por la libre elección de los integrantes de una comunidad, es evidente que no todos tendrán las mismas preferencias y una de las opciones habrá sido apoyada por la mayoría y las otras por sectores minoritarios. En segundo lugar, aquellos que no apoyaron a la opción mayoritaria, si bien pueden darle un voto de confianza en espera de que su trabajo redunde en buenos resultados para la colectividad, es posible que continúen rechazándola. De esta manera, la oposición es una confirmación de la democracia y de la importancia de las minorías, como también un reconocimiento de la pluralidad y diversidad de ideas, opiniones y preferencias.

A partir de lo anterior, conviene realizar algunas precisiones para considerar si lo que buscamos es mejorar nuestra vida como sociedad. En primer lugar, debemos tener claro que la oposición política es natural y necesaria para la construcción, consolidación y fortalecimiento permanentes de una democracia. Por otra parte, la oposición no es monopolio de los partidos o los políticos, sino que puede ser ejercida por cualquier ciudadano. En tercer término, la oposición no es sinónimo de boicot o cerrazón, sino más bien de alternativa y pluralidad. Finalmente, por su capacidad para controlar a los gobernantes y renovar al poder, la oposición política debe ser vista como algo positivo a lo que no hay que temer. Dicho esto, ubiquemos a la oposición política en el centro de la discusión por los beneficios que ofrece a todos los integrantes de cualquier sociedad: quienes formen parte o sean simpatizantes de un gobierno, conocerán otras visiones y puntos de vista diversos que enriquecerán su actuación, en tanto que aquellos que discrepen del gobierno tendrán la oportunidad de construir alternativas y buscar convencer a los demás sobre otras formas de ejercer el poder. Es sencillo: la oposición nos conviene a todos.

Oposición

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Profesor universitario y consultor político

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com