Opinión
Anatomía de una foto o cómo la princesa destruyó su imagen en 40 minutos
Fran Ruiz

Anatomía de una foto o cómo la princesa destruyó su imagen en 40 minutos

Las coordenadas espacio-tiempo del escándalo Kate Middleton nos lleva al viernes 8 de marzo y nos sitúa en un punto del jardín que rodea Adelaide Cottage, la casa en los terrenos del imponente castillo de Windsor, en donde residen los príncipes de Gales con sus tres hijos: Jorge (segundo en la línea de sucesión al trono británico por detrás de su padre, Guillermo), Carlota y Luis.

Faltan dos días para el Día de la Madre (en Reino Unido se celebra el 10 de marzo) y el joven matrimonio decide que una buena manera de atajar los intensos rumores sobre la salud de la princesa, a la que no se la había visto desde su “exitosa cirugía abdominal” —realizada el 13 de enero tras una serie de "complicaciones"— era una foto bucólica de la mamá y sus tres hijos: ella en el centro, aún convaleciente (recibe el alta médica en Semana Santa) y todos sonriendo de la manera más sana y alegre posible.

Imaginando ya su efecto de empatía entre el público y el empeño de la prensa por saber quién la tomó, se decidió que no la hiciera alguien tan ajeno como un fotógrafo profesional, sino el más cercano posible a los protagonistas: el marido y orgulloso papá. Durante más de media hora, Guillermo toma diferentes retratos con una cámara Canon valorada en 2,900 libras (unos 63,053 pesos).

Cumplida su misión, el fotógrafo amateur entrega la cámara a Kate, que sí ha realizado cursillos de fotografía, para que elija la mejor. El futuro escándalo se gestará durante los siguientes 40 minutos, tiempo en el que Kate no se dedicará exclusivamente a escoger la foto que quiere que vea todo el mundo, sino la que quede mejor “retocada”.

Para ello dispone de su computadora Mac y del programa Photoshop. La foto elegida, la que dio la vuelta al mundo, fue editada en dos ocasiones y retocada 17 veces. Como estaba previsto, se publicó el domingo 10 de marzo, Día de la Madre, en sus cuentas de Twitter e Instagram, y se distribuyen también con algunas de las agencias de fotografías más importantes del mundo.

Hasta aquí todo en orden. El objetivo de que millones de personas vieran una simple foto de normalidad de la nuera y los nietos de Lady Di (víctima ella misma de la prensa) fue un éxito los primeros minutos, pero pronto ocurrió un efecto inverso y perverso para sus intereses: Fueron tantas personas las que observaron “la foto” que muchas empezaron a ver sombras, partes borrosas o retoques casi imperceptibles, donde no deberían estar. Empezó así una carrera para ver qué internauta encontraba más fallas. Las grandes agencias, como Getty, Reuters, AP o AFP, también vieron los mismos retoques y la sacaron inmediatamente de sus servidores y de sus bases de datos.

La fotos que esperaban los príncipes que estuviera en todas las portadas del país finalmente salió, pero llena de círculos rojo y con la siguente cabeza en muchos de los tabloides: “Fake”. 

Algunos de los retoques descubiernos por los internautas de Kate y sus tres hijos

Algunos de los retoques descubiernos por los internautas de Kate y sus tres hijos

EC

La bomba mediática acababa de estallar y su onda expansiva fue tan potente que Kensington (ya no es Buckingham la residencia del rey) se vio obligado a romper su silencio y a emitir un comunicado firmado por la propia Kate: "Como muchos fotógrafos aficionados, de vez en cuando experimento con la edición. Quería expresar mis disculpas por cualquier confusión que haya causado la fotografía familiar que compartimos ayer”.

Sin embargo, la oficina de prensa de palacio no hizo lo que muchos analistas destacaron que debería haber hecho para calmar las aguas: adjuntar al comunicado de Kate la verdadera foto original, para que los medios y las redes la publicaran. Kensington se negó en rotundo a este gesto de expiación y convirtió el escándalo en otro mayor: la Casa Windsor tiene un doble problema de imagen y de credibilidad.

¿Y por qué tanto revuelo por unos inocentes retoques de una foto familiar que cualquiera hace ya desde sus propios celulares? En la pregunta va la respuesta: porque en una monarquía la familia real no es la cualquierada. Ellos no son una familia cualquiera, con todos sus virtudes y defectos. 

Como dijo al diario Metro el cronista de la realeza británica, Richard Fitzwilliams, “no se trata de una práctica nueva (la manipulaciones de retratos de reyes y príncipes para mejorar su imagen física), pero si te vas a enredar en estos… llamémoslos… comportamientos discutibles, mejor que no te atrapen. No ayuda nada a tu imagen pública”. 

Y en relación al caso de “la foto de Kate”, aseguró que “este tipo de manipulación o retoques no volverán a ocurrir en el futuro, porque suponen un daño considerable de su credibilidad”.

De hecho, el daño está hecho: cuando se anunció que la operación abdominal había sido “exitosa” ¿será verdad o no? Si es cierto ¿por qué entonces no dan más detalles de lo que realmente pasa con la salud de la princesa de Gales? ¿Por qué tanto silencio ante la “operación” del rey Carlos III? ¿Las otras fotos publicadas por la princesa son originales o están también retocadas?

A alguien (o a todos) de la corte de los Windsor se le pasa por alto que peor aún que ocultar una información de un personaje público (y en una monarquía los “royals” son los más públicos), peor aún, insisto, es tratar de engañar y que te descubran.

No es casualidad que sea popular entre los británicos la frase "warts and all" (con todo y verrugas), como Oliver Cromwell, quien impuso una breve república tras decapitar al rey Carlos I de Inglaterra, le ordenó que hiciera al pintor de su retrato oficial.

Y si de casualidad hablamos, Hellen Mirren, la actriz que interpretó magistralmente a Isabel II, dio días antes del escándalo una lección sobre cómo las imágenes y las palabras están siendo manipuladas por herramientas cada vez más poderosas y las están convirtiendo en puro contenido falso, robotizado y falto de espíritu humano.

Cuando subió al escenario al ser condecorada en los American Cinematheque Awards, la actriz británica empezó a leer su agradecimiento de una hoja de papel con voz levemente melosa: “Damas y caballeros, estimados invitados y queridos amigos, me siento profundamente honrada de estar hoy ante ustedes aceptando este extraordinario premio. Ser reconocida por toda una vida dedicada al oficio de actuar es un privilegio que va más allá de las palabras…”. Luego hizo una pausa para desvelar cuál es el motivo de esta “dramática” lectura: “Eso fue escrito por Inteligencia Artificial”, para acto seguido, romper el papel de su discurso, entre la ovación del público, mientras ella ponía cara de asco, la misma cara de asco que muchos británicos habrán puesto al sentirse engañados por la cándida foto de Kate y sus principitos.