Opinión

¿Un chivo expiatorio en Denver?

Más claro el panorama hacia el Super Bowl 58 en Las Vegas no puede estar, ahora sabemos que el camino para llegar al Gran Juego tiene una ruta determinada y esta será por Baltimore, en la AFC y por San Francisco, en la NFC. Si la lógica se impone como suele ocurrir en lo que se refiere a la gran ventaja que representa ser local durante la postemporada, Cuervos y 49ers deberían verse las caras en el Super Domingo del 11 de febrero, pero para llegar a tales conclusiones aún deben pasar varias semanas; no obstante podemos dejar en calo que efectivamente son los dos mejores equipos de la Liga, con unos Cuervos que cierran la temporada como el conjunto más constante y sólido, sólo seguido por los 49ers.

Y ciertamente no tendría mucho sentido hablar de estos dos escuadrones cuando sabemos a todas luces de su potencial, y menos aún cuando hay aspectos que llaman más la atención por la forma en que se han suscitado al final de la campaña, y esos son los desencantos en jugadores y equipos que al inicio de la temporada eran la noticia y la expectativa de grandes promesas.

Creo que la más destacable es la ruptura absoluta, aunque se quiera ocultar de mil maneras, entre Russell Wilson y los Broncos de Denver. Hace dos años Wilson llegó como el nuevo quarterback franquicia por una millonada. Su desempeño el año anterior fue muy pobre debido en gran medida a la nada acertada manera de dirigir al conjunto por parte de Nathaniel Hackett; sin embargo, este 2023 la nueva directiva de los Broncos volvió a abrir la cartera en serio y firmó a Sean Payton, guru de coaches y una brillante mente ofensiva de la actualidad.

No obstante, el equipo, a pesar de remontar una mal inicio de temporada y ponerse en situación de buscar playoffs hasta la semana anterior, todo se desvaneció y cayó por su propio peso: la fórmula de Payton no ha funcionado, y la granada que les explotó en las manos a los Broncos fue precisamente de la que menos se hubiera pensado: la dupla Payton-Wilson.

Jugador de la NFL

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Especial

El pasado jueves Payton dejó a la opinión pública desencajada cuando anunció que Wilson sería el quarterback suplente por el resto de la temporada (dos juegos), pues daba por sentado que ya no representaba la mejor opción para ganar.

Eso parecía más una mala pasada que una decisión estratégica, después de todo, muchos habrán visto la manera en que Payton reprendió a Wilson ante las cámaras a grito pelado, una situación que por supuesto no se puede dejar pasar por alto, y que se diga lo que se diga, fue una decisión de carácter personal después de ver aquello.

Es sabido que Payton no ha estado nada contento con el accionar de su unidad ofensiva durante toda la campaña, pero de ahí a señalar a Wilson como el responsable de no existir una chispa ofensiva parece más un pretexto barato que otra cosa. Y no es por defender a este quarterback, pero ¿realmente se puede creer ese cuento de “culpable” cuando Russell está dentro del top ten en la categorías de mejor porcentaje de efectividad y rating total entre los quarterbacks? Los números no mienten y ahí están; aún así quién se detiene a mirar que fue uno de los más capturados en la campaña por no contar con una, ya no digamos gran línea ofensiva, sino aceptable. Eso no es culpa del mariscal, quizá más bien de un sistema ofensivo que tal vez les pide a los linieros otros patrones de bloqueo o asignación que jamás han trabajado.

Dos aspectos que podríamos encontrar en este asunto; el primero, que Payton, a pesar de ser un reconocido estratega, trató de implementar el mismo esquema que le dio tanto éxito en Nueva Orleans, aunque siendo sinceros, en Denver, a excepción de Russell Wilson, no cuenta con la misma calidad de jugadores como los que tuvo con los Santos, comenzado por el corredor Alvin Kamara, ni la muy efectiva línea ofensiva que protegió por años a Drew Brees. Cabe señalar que Wilson es los mariscales más capturados en esta campaña.

Sin embargo, debía haber un culpable y ese fue Wilson, que con el orgullo dolido pero no en el bolsillo, se lo ha tomado con resignación, pues sabe que en la temporada baja será muy buscado por muchos equipos que requieren mariscal.

El otro aspecto, que quizá nadie a tocado, es ese tan delicado de la desactualización que sufre un entrenador tras el retiro, ¿y quién podría meter las manos al fuego y asegurar que eso le pasó a Sean Payton tras su año fuera del futbol americano? Es verdad, sólo fue un año, pero el nivel de sofisticación y velocidad con que evoluciona el juego en la NFL sorprende a todos.

Y sin ir más lejos, tenemos el caso del mismo Mike McCarthy de Dallas, que por más buen entrenador que fue en sus años en Green Bay y de hecho ganó un Super Bowl, no ha podido replicar ese mismo éxito con los Vaqueros.

O tenemos también el caso de Joe Gibbs, que regresó a Washington después de ganar tres Super Bowls con el mismo equipo, pero que tras varios años fuera de los emparrillados jamás logró ser el mismo coach.

Entonces, ¿por qué debemos creer la realidad que quiere vender Payton? Aquí lo qué más llama la atención es la fe ciega que ha puesto y manifestado la directiva de Denver en Payton, pues a diferencia de muchos otros casos donde quien queda fuera es el coach y no el jugador franquicia, los Broncos se han casado con la versión y plan del entrenador. En fin, sólo el tiempo dirá.

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Lo que es un hecho, es que Wilson saldrá de la organización, y un complejo entrame financiero también es la razón para sentarlo y no exponerlo más. Hay mucho dinero asegurado al jugador de por medio en caso de lesión, y evitar que eso pase les ahorra un buen gasto, además de que los Broncos requieren de un jugador sano para negociar, pues tal como se ha dicho, Denver buscará que el equipo que lo llevé se haga cargo de parte del contrato del pasador, así que lo mejor es guardarlo en su cajita y tenerlo listo para el momento de cambiarlo.

El otro caso en que pareciera que nada sale bien, pero los tintes de frustración ya son alarmantes, es del los Jefes de Kansas City, donde hay gritos, cascos aventados por los suelos, recriminaciones y hasta autoculpas del desastre por parte del mismo entrenador Andy Reid.

No obstante, como se ha dicho hasta el cansancio, la otrora super ofensiva de Kansas arrancó la temporada si su magistral coordinador ofensivo, Eric Bienemy, y con un cuerpo de receptores realmente mediocre. Es de sorprender que ya hay quien tacha a Pat Mahomes de culpable al señalar que ha tenido una mala temporada de acuerdo a sus estándares, y que eso ha repercutido en la baja productividad del ataque, sin embargo, no hay que ser genio para darse cuenta de que Mahomes no tiene a nadie de confianza a quien lanzar el balón. Ni Travis Kelce ni Isahia Pacheco igualan el poderío que representó en su momento tener a Tyrek Hill, Sammy Watkins o Demarcus Robinson.

Por esa razón, y aunque se diga lo que se diga de dientes para afuera en Kansas City, la realidad es que no son el poderoso y temido ataque de antaño, y su paso por la postemporada podría ser breve.