Opinión

El congresista Pinocho

Unos más, otros menos, pero todos los políticos dicen mentiras. Sin embargo, y aún ya acostumbrados a la era post Donald Trump de “hechos alternativos”, difícilmente puede existir otro como George Santos, el congresista por Long Island, en Nueva York, que ha inventado de principio a fin la historia de su vida.

Santos, de 34 años de edad, no solo le dio unos toquecitos interesantes a su biografía y currículum, sino que se inventó una existencia ficticia que incluye estudios que nunca hizo, fe religiosa que nunca tuvo, credenciales de trabajo que no existieron y aún caridades que nunca dió.

George Santos

George Santos

EFE

Increíble que gente como él integren el poderosos Congreso estadounidense, que es donde realmente, no solo se dictan las leyes, sino donde verdaderamente radica el poder de este país.

Cuando candidato, Santos se presentaba como un joven homosexual experto en finanzas, con muy buenos contactos y proveniente de una familia de dinero. Tanto les gustó su vida que en noviembre pasado los electores le dieron una victoria de ocho puntos por arriba de su contrincante demócrata. Luego salió la verdad.

Decía que se había graduado de dos universidades, incluyendo el prestigiado Baruch College, pero en ninguna de esas instituciones alguna vez se matriculó.

Aseguraba que trabajó para los gigantes financieros Citigroup y Goldman Sachs, pero tampoco resultó cierto. De hecho se ha comprobado que por ese tiempo era Agente de Servicio al Cliente en una empresa de antenas parabólicas.

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Como su distrito tiene un gran número de residentes judíos, en sus discursos decía que sus abuelos fueron judíos que emigraron a Brasil para escapar de los nazis, pero se ha investigado y no tiene ningún antepasado de orígen hebreo.

Contaba que su madre murió en los ataques terroristas de 2001 cuando en realidad la señora falleció en 2016. También presumía haber fundado un albergue para más de 2,500 perros y gatos callejeros, pero ahora se sabe que se robó el dinero que otros reunieron con ese fin, por lo que el lugar nunca se inauguró.

Lo que nunca dijo es que la justicia en Brasil lo persigue por haberse robado una chequera que luego utilizó para comprarse ropa y que dos veces lo han echado de departamento por negarse a pagar la renta.

Aún así este congresista asumió su nuevo cargo el 3 de enero y ahora hace caso omiso de los demócratas que exigen su renuncia. Sus colegas republicanos lo apoyan a quedarse, pues con una mayoría de tan solo cuatro, al legislar, cualquier voto a su favor es bueno, no importa de quien venga.

Lo que sí es que Santos no podrá votar desde la cárcel y hay muchas posibilidades de que vaya a dar a prisión pues judicialmente se le investiga por posibles violaciones a los estrictos reglamentos financieros que rigen las campañas políticas. No se sabe de dónde sacó el dinero, se cree que de un oligarca ruso que compró congresista en Washington.