Opinión

¿Lograrán cambios las mujeres en Irán?

Son cuatro semanas ya de protestas en Irán que se iniciaron por la muerte de una joven que fue arrestada por desobedecer el estricto código de vestir que se impone a las mujeres y murió mientras estaba bajo custodia de la “policía moral” que “promueve la virtud”.

El delito de la joven de 22 años, Mahsa Amini, fue la forma en que llevaba el velo obligatorio sobre su cabeza, mostrando algo de pelo.

La joven, de la minoría étnica kurda, fue enviada a un “centro de instrucción” y el reporte oficial dice que murió de un repentino ataque cardiaco, pero testigos presenciales han dicho que fue brutalmente golpeada y reportes de prensa aseguran que en una tomografía se ven claramente fracturas en el cráneo.

Manifestación en Estambul, Turquía, de mujeres iraníes contra la brutalidad del régimen de los ayatolás

Manifestación en Estambul, Turquía, de mujeres iraníes contra la brutalidad del régimen de los ayatolás

EFE

Desde su muerte el 16 de septiembre, mujeres en más de 30 provincias se han lanzado a las calles sin cubrirse, cortándose el cabello en público con rebeldía y prendiendo fuego a sus “hiyabs”.

Imágenes del movimiento han recorrido el mundo gracias a las redes sociales y la atención internacional está sobre ese régimen de gobierno que controla todos los aspectos sociales y coloca a la mujer en un segundo plano debajo del hombre.

Las manifestaciones han sido pacíficas, sin embargo, el gobierno ha respondido violentamente arrestando a centenares, mientras hasta el momento, de acuerdo a una organización de Derechos humanos con base en Oslo, alrededor de 200 personas han muerto, aunque las autoridades sostienen que solo han fallecido 40.

El gobierno ha cancelado el servicio de telefonía celular, ha reducido la capacidad de internet y bloqueado aplicaciones tales como WhatsApp e Instagram, para impedir la comunicación entre manifestantes.

Son estas las más extensas protestas en Irán desde la llamada Revolución Verde en 2009, en la que millones participaron sin éxito. La diferencia es que esas eran motivadas por política, alegaban fraude electoral. Las de ahora son espontáneas y no tienen liderazgo.

El ayatolá Jamenei, el máximo líder iraní, culpa a Washington y a Israel de estar detrás del movimiento, mientras en Estados Unidos abundan las demandas porque Washington en realidad haga más por ayudarlas.

Sin embargo, ni los más optimistas creen que haya posibilidad alguna de que a corto plazo a las mujeres iraníes se les permita volver a tener la libertad de vestir que gozaban hasta la caída del Sha en 1979, cuando la minifalda era ahí tan popular. Lo más seguro es que serán salvajemente reprimidas antes de que logren algún cambio.

Desafortunadamente no solo en Irán, sino en casi todas partes, las manifestaciones donde la gente se reúne pacíficamente contra la brutalidad del régimen de Teherán,convocándose a través de tecnología digital, han tenido poco éxito. El poder popular es limitado. Las excepciones han sido Túnez y Egipto.

Aún así la disidencia de las mujeres en Irán no se desvanecerá pronto. Tras esta, surgirá otra ola y otra y otra. Las iraníes están hartas y con toda razón, de las absurdas reglas que les dictan e imponen los clérigos ancianos en el poder