Opinión

Educación: ¿nueva felonía?

Dos jueces federales suspendieron, por tiempo indefinido, el programa piloto que la SEP pretendía llevar a cabo en el ciclo 2022-2023, para proteger el derecho del niño a una educación eficaz y de calidad.

Un estudiante toma clases en México

Un estudiante toma clases en México

(Cuartoscuro)

La SEP pretendía utilizar a los niños como conejillos de indias, pues los sometería de golpe a un nuevo plan de estudios plagado de aberraciones y para cuya aplicación los maestros no estaba preparados.

No obstante, hace poco hubo, en Palacio Nacional, un encuentro de autoridades de la SEP con el presidente de la república en el cual se tomó el acuerdo de dar continuidad al proyecto de reforma de planes de estudio de educación básica (EB) que se elaboró en 2021.

No se trata, sin embargo, de una simple reforma de los contenidos educativos: es un cambio profundo del proceso educativo que incluye redefiniciones de los fines educativos, de la organización de la escuela, de la práctica docente, de la jerarquía Maestro-alumno, de la manera de enseñar, del papel de los padres de familia en la educación, del conocimiento escolar, de la organización espacial y temporal del proceso educativo, etc. etc.

La idea de la 4T es reconvertir la educación actual, que es nacional, en una educación cuya acción se enfoque principalmente a la comunidad territorial, es decir, el entorno social de la escuela sea ésta un barrio, un poblado, una ranchería o una comunidad indígena. Ergo, el foco de la educación se reduce de lo nacional a lo local.

AMLO y la SEP rechazan la educación actual, la acusan de ser neoliberal y moderna. de tener una organización tecnocrática, de servir exclusivamente a las élites, de formar capital humano, de promover el individualismo, fomentar el egoísmo, el consumismo y de formar personas que se subordinan dócilmente a las exigencias de los grupos empresariales. Lo que México necesita, dice el jefe de estado, es una educación para el pueblo que sea humanista.

Cuando la 4T repudia el carácter nacional de la educación básica, niega la pertinencia de que exista una educación común para todos los niños y adolescentes. Cada niño se educará estudiando las realidades particulares de su comunidad; lo nacional se logrará, no estudiando los problemas de la nación, sino sumando los miles de aprendizajes particulares que emergerán de la diversidad, incalculable, que ofrecen las comunidades.

La SEP y el presidente se niegan a dotar a los niños de habilidades y competencias adecuadas para que eventualmente consigan un trabajo productivo y construyan una vida satisfactoria. El argumento para actuar de este modo es: que la escuela “no debe producir capital humano” para el mundo empresarial.

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Sabemos que toda educación debe apuntar a estos cuatro fines (lo sugiere la UNESCO): 1) saber hacer; 2) saber estar; 3) lograr un oficio o profesión y 4) y tener cierto grado de cultura. Ninguno de estos fines recibe atención en el proyecto de reforma educativa que las autoridades mexicanas proponen, entre otras cosas porque parten de repudiar la cultura moderna, europea y occidental.

Un problema de graves consecuencias es que la 4T, como en otros temas, no ha abierto un debate nacional serio sobre esta reforma educativa. El proyecto no ha sido discutido públicamente, se procesó en la oscuridad y se presentó, ya acabado, en asambleas estatales de maestros de los cuales, muy pocos habían leído los documentos oficiales y, por tanto, no se produjo una discusión sustantiva de la materia.

En realidad, poco maestros están familiarizados con el lenguaje abstracto, compacto, extraño y abstruso de esos documentos. Pero la sociedad en sentido lato nada sabe sobre el asunto. Sabemos que AMLO reaccionó con furia por la decisión de los jueces, pero no hay duda que éste tratará de imponer su proyecto, cueste lo que cueste, en el futuro. Con lo cual se consumará una felonía más de la 4T.