Opinión

Las elecciones en Nicaragua: Una lección para México

A lo largo de muchas décadas el pueblo nicaragüense ha sufrido traiciones políticas que han provocado dolor, violencia y muertes: Daniel Ortega ganó las elecciones del 7 de noviembre; obtuvo el 75 por ciento de los votos. Ese “triunfo” fue posible gracias a la detención de siete líderes de la oposición. No fueron elecciones limpias y en pie de igualdad, sino una farsa que generó el rechazo de gran parte de la comunidad internacional.

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Ortega ha traicionado a la Revolución Sandinista (la cual dejó más de 50 mil muertos) que logró acabar con la dictadura de los Somoza (43 años en el poder).

Veamos: el 19 de julio de 1979 llegó a Managua (previamente tomada por los sandinistas) la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, compuesta por Violeta Barrios viuda de Chamorro, Sergio Ramírez, Alfonso Robelo, Daniel Ortega y Moisés Hassan. Se acordó la instauración de un Estado Democrático de derecho: división y equilibrio de poderes, respeto de los derechos humanos, sistema de partidos, independencia de la autoridad electoral, vigencia del principio de no reelección.

Así ocurrió: en 1984 Daniel Ortega, candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ganó las elecciones. Luego, en 1990 Ortega perdió los comicios ante Violeta Barrios, postulada por la Unión Nacional Opositora (una coalición de 14 partidos). Al verse derrotados, los gobernantes sandinistas saquearon, literalmente, las arcas nacionales (se calcula que ese robo ascendió a la cantidad de 1,300 millones de dólares) en lo que se conoce como “la piñata”.

En esos años, la ley electoral nicaragüense estipulaba que, si algún partido no obtenía el cincuenta por ciento más uno de los votos, se debía efectuar una segunda vuelta. Así, Ortega perdió los comicios de 1996 y 2001.

En las elecciones del 5 de noviembre de 2006, gracias a los arreglos tras bambalinas de Daniel Ortega con Arnoldo Alemán, (expresidente de la república acusado de múltiples delitos), logró bajar el umbral: quien obtuviera el 35 por ciento de los votos, ganaba); Ortega alcanzó el 38.07 de los votos. Tomó posesión en 2007 y desde entonces (gracias a una serie de cambios en la ley electoral y haberse apoderado del Consejo Supremo Electoral) se ha mantenido en el poder (esta es una llamada de atención para lo que está ocurriendo en México). Los autócratas se abren paso mediante el manoseo a contentillo de la normatividad electoral, y el asedio que lleva a la posterior sumisión de las instituciones electorales al poder Ejecutivo.

¿Qué pasó con el principio de no reelección? En 2009, Ortega hizo que la Corte Suprema de Justicia derogara el artículo constitucional que prohibía la no reelección.

Vilma Núñez, Presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos sostuvo: “La situación aquí en Nicaragua es verdaderamente dramática. Tenemos que decir que los métodos de represión, el odio, la saña, la sed de venganza que demuestra este gobierno con sus acciones superan las acciones represivas de la dictadura somocista.” (BBC,28/06/2021)

En las manifestaciones realizadas en abril de 2018 en contra de la tiranía los jóvenes gritaban: “Ortega y Somoza, son la misma cosa”. La represión contra los inconformes dejó un saldo de 448 personas asesinadas, 718 personas desaparecidas y 2,830 heridos.

Ortega ha convertido a Nicaragua en un negocio personal y familiar.

Otra traición fue la que sufrió Augusto César Sandino, quien de 1927 a 1933, dirigió la resistencia contra la ocupación del ejército norteamericano. Con la táctica de la guerra de guerrillas, doblegó al invasor. El 2 de febrero de 1933 se terminó oficialmente la contienda. Sin embargo, los norteamericanos crearon la Guarida Nacional encabezada por el General Anastasio Somoza García.

El 21 de febrero de 1934 Sandino fue invitado a cenar por el presidente Juan Bautista Sacasa. A la salida, el coche en el que viajaba fue detenido frente al cuartel “El Hormiguero”. Por órdenes de Somoza, Augusto César Sandino y su generales Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor fueron fusilados.

Anastasio Somoza García, encabezó el golpe de Estado del 6 de junio de 1936 que depuso al presidente Sacasa. Somoza impuso una dictadura feroz; el 21 de septiembre de 1956, Somoza fue baleado por Rigoberto López Pérez. El dictador murió el 29 de septiembre de 1956.

A “Tacho Viejo” lo reemplazó su hijo mayor, Luis Somoza Debayle (falleció de un infarto, el 13 de abril de 1967). Poco antes de su deceso su hermano menor, Anastasio Somoza Debayle (“Tachito”) fue electo presidente, el 5 de febrero de 1967. Vale decir, su primer período fue de 1967 a 1972; el segundo fue de 1974 a 1979 (Anastasio Somoza Debayle fue ajusticiado el 17 de noviembre de 1980, en Asunción, Paraguay).

Nicaragua era para los Somoza su propia finca.

Pero, así como en Nicaragua ha habido traidores, también ha habido hombres que han dado su vida por la patria: además de Augusto César Sandino y Rigoberto López Pérez, debemos mencionar a Benjamín Zeledón (líder nacionalista, muerto en un enfrentamiento el 4 de octubre de 1912), Carlos Fonseca Amador (fundador del FSLN, caído en combate el 8 de noviembre de 1976) y Pedro Joaquín Chamorro (Director del periódico La Prensa, asesinado el 10 de enero de 1978).

Una encuesta realizada por Galup mostró que el 70 por ciento de los nicaragüenses piensan que es hora que Ortega se vaya. Esto lo sabe el tirano; de allí su miedo: sabe de la bravura de los nicas. Como dicen allá: “somos arrechos”. Por eso ha militarizado las ciudades del país. Solo le quedan las bayonetas y las trapacerías. Está aislado en el interior y en el exterior. No tiene legitimidad.

México debe ayudar a los nicaragüenses: tomar acciones más decididas contra la tiranía de Ortega.