Debemos aprovechar las épocas en las que gozamos de salud en nuestro cuerpo para avanzar todo lo que podamos en los retos de la vida, porque tarde o temprano el destino nos alcanza, la decrepitud y las enfermedades aparecen, y entonces añoraremos los años de vitalidad.

Tengamos presente los años que hayamos vivido con salud y felicidad. Y preparémonos para que cuando llegue la vejez nos encuentre con el alma llena de amor y de alegría. Hay que desear con vehemencia que, en esa época de nuestra vida seamos alegres, gentiles y espontáneos en lugar de mal malhumorados, reacios y tristes.

En fin, mantengamos la mente y el corazón con juventud. Despleguemos nuestra fuerza espiritual para afrontar los problemas cotidianos sin dejarnos vencer. Ejercitemos mente y cuerpo en la medida de nuestras posibilidades y mantengámonos activos en la vida. Luchemos incansablemente por la vida misma que es el gran regalo de Dios.

Conozco viejos que están hastiados de la vida, amargados de todo y de todos, que le hacen la vida imposible a quienes los rodean, que son arrogantes y presumidos y repiten cosas como si fueran sentencias eternas, que son serios e intratables, para todo dicen no y luego muestran manías que quién sabe donde las aprendieron. Y lo peor, son avaros y envidiosos en cuanto al dinero se refiere. En suma, tienen más arrugas en el alma que en la cara.

En cambio también he conocido guerreros incansables de la vida, que frente a todas las adversidades e incomodidades físicas y económicas, las han enfrentado y vencido con una actitud de amor inquebrantable hacia la vida. A esos grandes titanes les profeso toda mi admiración y respeto y deseo emularlos por siempre.

Debemos preguntarnos: ¿Qué vejez es la que yo deseo y habré de procurarme? En lo que a mí concierne, en primer lugar intentaré siempre estar en movimiento, pues creo y se sabe que quienes se mueven siguen siendo útiles y ahorran muchos problemas a sus seres queridos. En cuanto a mi carácter deseo ser menos exigente en lo pragmático y poder dedicarme mucho más al conocimiento de mi alma.

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Aspiro a ser una compañera afable y amorosa para mi esposo y una madre cariñosa y respetuosa para la vida de mi hijo. Me propongo ser más cordial con mis semejantes, sobretodo valorar el esfuerzo que yo vea a mi derredor sea este de cualquier tipo. Me propongo seguir siempre siendo alegre, escuchar música, aprender continuamente cosas nuevas, bailar ¿porque no? viajar cuanto se pueda, y asombrarme de la pujanza de la vida siempre. Amar la Creación y mis propias creaciones.

También aspiro a vivir con Dios en mi corazón cada minuto de mi vida; no pensar en la muerte pues esa durará toda la eternidad, mismo tiempo que tendré para discernir sus misterios, mejor concentrarme en vivir intensamente hasta el último halo de mi existencia.

Aprendamos a conocernos a nosotros mismos, nunca es tarde para lograrlo. Descubramos nuestras virtudes, con las que hemos venido a esta vida y las que hemos adquirido, moldeemos nuestros pensamientos hacia el bien, celebremos nuestros logros e identifiquemos nuestros errores para irlos enmendando y sobretodo, aprendamos a perdonarnos, comprendiendo que estamos en un camino de aprendizaje inacabable.

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