Opinión

Le brinca la coyuntura a las candidatas

Las campañas empezaron y algunos temas empiezan a dar color. Como era de esperarse, en buena medida estarán centradas en las fortalezas y debilidades del gobierno saliente, el de Andrés Manuel López Obrador.

Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum al arrancar las campañas presidenciales

Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum al arrancar las campañas presidenciales

EFE

Claudia Sheinbaum arrancó poniendo énfasis en los programas sociales, en el efecto que han tenido entre la población y en la conveniencia de ampliarlos. Sabe que los apoyos directos masivos se han traducido no solamente en popularidad personal para López Obrador, sino en una carta de presentación de Morena como partido interesado en el bienestar del pueblo, precisamente a través de los apoyos contantes y sonantes.

La única diferencia relevante en el discurso de Sheinbaum respecto a lo que hemos vivido con AMLO ha sido su propósito de hacer un gobierno preocupado por la educación (que nunca fue prioridad para el actual presidente). Lo puede hacer por dos razones: una es que sabe que México no avanzó en ese aspecto como debería haberlo hecho; la otra, que la educación siempre es vista como algo positivo de parte de la población. Es una de las pocas cosas que todavía sirven para la movilidad social (aunque no sirve tanto como antes).

Xóchitl Gálvez, en cambio, se fue directamente sobre el punto más débil y menos popular de la presidencia de AMLO, que es su estrategia de seguridad, que puede leerse como algo más allá del fracaso. La elección estratégica de Fresnillo como punto de arranque para su campaña da cuenta de ello. Lo mismo el slogan de vivir sin miedo. Sin embargo, empezar con la idea de una megacárcel tiene cierto olorcillo calderonista que en poco ayuda.

Lo siguiente para Xóchitl fue tratar de blindarse contra el sambenito que le quieren cargar y desarmar, en la medida de lo posible, el punto fuerte de Claudia. Por eso firmó, y con sangre, que se mantendrán los programas y apoyos sociales. Y hasta prometió copetearlos para mujeres vulnerables entre 61 y 64 años.

Fijados esos dos ejes, la cuestión es cuál de ellos va a dominar durante la campaña. La coyuntura, en principio, es lo que lo determina. Y, en el caso de la violencia y la inseguridad, se trata de una coyuntura demasiado constante. Por lo mismo, y aunque, por defender el legado de López Obrador, Sheinbaum haya criticado el diagnóstico, la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia firmó el Compromiso por la Paz. Es el equivalente a la firma de Gálvez por los programas sociales.

Pero la coyuntura trajo otras sorpresas. La mala calidad del aire en la Zona Metropolitana del Valle de México dio pie a que el candidato de Movimiento Ciudadano a jefatura de gobierno, Salomón Chertorivski, se pronunciara por el cierre de la contaminante refinería de Tula. De inmediato, el candidato presidencial de MC, Jorge Álvarez Máynez hizo suya la propuesta. Entró otro tema al debate.

La primera en salir al quite fue Xóchitl Gálvez quien -en contradicción con el líder del PAN, Marko Cortés- se pronunció por no cerrar esa refinería, sino modernizarla. Pero añadió dos refinerías más para ser clausuradas: la de Cadereyta, Nuevo León, que ha sido casus belli entre Pemex y el gobierno de Samuel García, y la de “Tampico”, que en realidad está en Ciudad Madero.

De manera sintomática, quien salió en defensa de la “soberanía energética” (entendida en su lógica setentera) fue López Obrador, mientras Claudia Sheinbaum guardó respetuoso silencio. Al Presidente no le importó volverse a meter en la campaña y le respondió a los dos candidatos opositores (los fans de Xóchitl creen que nada más a ella).

El caso es que el tema de las refinerías da para un debate a fondo. Por una parte, están sus efectos contaminantes; por otra, que el Sistema Nacional de Refinación pierde 200 millones de pesos diarios, como parte de ese barril sin fondo llamado Pemex, una empresa que ahora está cobrando con creces los subsidios que por décadas dio al país. Es un tema en que no bastan los golpes de pecho nacionalistas.

En lo referente a la contienda en la Ciudad de México, fue Chertorivski, de nuevo, quien tocó un tema relevante de coyuntura: la escasez de agua y la posibilidad de que se agrave. Y, de manera similar a lo ocurrido en la contienda grande, no fue respondido por la candidata oficialista, sino por el Ejecutivo. Martí Batres asegura que no hay ni habrá tal escasez, que se trata de un bulo, y que no es cierto que, llegado el momento, llegarán las pipas a mitigar el desabasto, pero como parte de la campaña política.

Santiago Taboada, en tanto, parece convencido de que el discurso a nivel nacional de Xóchitl Gálvez puede tener el mismo impacto en la Ciudad de México. Habla de “blindarla” como él lo habría hecho con Benito Juárez. Ha sido su tema principal. Pero el candidato del PAN-PRI-PRD tiene ahí un problema: la inseguridad no es una preocupación tan grande en la capital como en otras partes del país. De hecho, la percepción de inseguridad (que en elecciones cuenta más que los datos) ha disminuido en la Ciudad de México.

Y Clara Brugada, por su parte, parece convencida de que la ventaja que le dan las encuestas es suficiente, y discursea sólo para los ya convencidos, con las críticas archiconocidas a los políticos de PAN y PRI, y pintando una ciudad en la que todo va bien. ¡Hasta la movilidad, que es un desastre!

Veremos pronto a los candidatos capitalinos en un debate público. A ver si los dos que van se disputan la punta salen de su actual zona de confort. Tal parece que ambos consideran que lo importante son las sensaciones que dejan y las críticas al otro. Que al elector no le interesa lo sustantivo (tienen razón, pero sólo en parte).

Y también veremos cómo la coyuntura irá moviendo a los candidatos presidenciales, y sus respuestas nos enseñarán más sobre ellos (buzos, que ahí viene Trump).

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fbaez@cronica.com.mx

Twitter: @franciscobaez