Opinión

Mito y mentira

Entre los estudiosos de la mitología existen diferentes posiciones respecto a lo que debe considerarse un mito y lo que no. Un mito es un relato fantástico, pero no se puede considerar a cualquier narración de ficción como tal. La fábula y el cuento popular, de acuerdo con algunos, difieren en su forma, estructura y contenido con los mitos. Tampoco las leyendas sobre acontecimientos de personajes o hechos históricos alcanzan para ser catalogados así. Un mito es algo falso; no obstante, una mentira lisa y llana no es sinónimo de mito.

El Mito Maya de la creación: El Popol-Vuh.

El Mito Maya de la creación: El Popol-Vuh.

Entre los expertos se discute si un mito es cualquier relato asociado a un ritual, a una historia que está referida al ámbito de lo divino y trata de dioses o semidioses, a leyendas de seres insólitos, monstruos o héroes culturales.

Carlos García Gual considera que se puede definir al mito como un relato tradicional que viene de tiempos atrás y es aceptado y transmitido de generación en generación. Los mitos son «historias de la tribu» y viven «en el país de la memoria» comunitaria. Se trata siempre de acciones de excepcional interés para la comunidad, porque explican aspectos importantes de la vida social mediante la narración de cómo se produjeron por primera vez tales o cuales hechos, por ello tienen un valor paradigmático.

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A través de estas historias los pueblos primitivos explicaban como se había creado el universo, el origen del mundo, de la humanidad y todas las cosas. Cada civilización antigua tenía sus propios mitos cosmogónicos, aunque compartían entre sí algunos aspectos. La idea de que antes de la creación existía el caos o la oscuridad es común a muchos relatos de este tipo. Entre los babilonios, por ejemplo, el universo se creó, desde la oscuridad, como resultado de una batalla entre los dioses. El dios Marduk venció a la diosa Tiamat a quién partió en mitades. La mitad superior la colocó arriba y con ello creó la bóveda celeste y la mitad inferior la puso abajo para formar con ella el piso terrestre. Entre los mexicas también existía un mito de la creación del mundo mediante el proceso de desmembrar a una diosa. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, convertidos en serpientes, jalaron con tal fuerza a Tlaltecuhtli, uno de la mano izquierda y otro del pie derecho, que la segmentaron por la mitad. Con una mitad hicieron la tierra y con la otra los cielos. Con sus cabellos hicieron los árboles y la vegetación de donde surgieron los frutos y alimentos, con sus ojos los pozos de agua, con su boca los ríos y grandes cavernas, con sus hombros las montañas. En un mito egipcio, el cielo y la tierra, fueron engendrados por una pareja de dioses primigenios Shu y su hermana Tefnut. El cielo recibió el nombre de Geb y la tierra el de Nut. El dios Ra fue el creador de la naturaleza y todos los seres vivos.

Existen mitos genealógicos que dan cuenta de las líneas de descendencia de los dioses, como en la Teogonía de Hesíodo. Otros, describen el árbol genealógico de héroes o reyes y algunos más cuentan cómo se estableció la relación privilegiada, el pacto, de un pueblo con Dios. Hay mitos que de tipo escatológico que tratan del final del mundo y de cómo será la vida después de la muerte. Existen en cada cultura relatos que explican y justifican la forma en que surgió por primera vez una costumbre, o cómo la humanidad tuvo contacto y usó como alimento una planta o un fruto.

Hay estudiosos que afirman que, escondidos en los relatos fantasiosos, se pueden observar periodos históricos o sucesos reales. Algunos consideran que fueron creados por las clases dominantes de cada época con el propósito de justificar el sometimiento de los pueblos. Otros más tienden a pensar que reflejan y son resultado más bien del estado de la psique humana; que los mitos están llenos de símbolos que deben interpretarse a través de las herramientas de la psicología. “Los mitos, de acuerdo con el punto de vista de Freud, son sueños de orden psicológico. Los mitos, por así decirlo, son sueños públicos; los sueños [del individuo] son mitos privados. En su opinión ambos son sintomáticos de [deseos reprimidos], la única diferencia esencial entre la religión y la neurosis es que la primera es más pública. La persona con una neurosis se siente avergonzada, sola y aislada en su dolencia, mientras que los dioses son proyecciones generales sobre una pantalla universal. También son manifestaciones de miedos compulsivos e inconscientes y de desilusiones” (J. Campbell). Hay quien sostiene que los relatos mitológicos deben leerse simplemente como literatura antigua y que en su rico simbolismo se pueden encontrar hermosas metáforas poéticas. Las ciencias y la tecnología se han nutrido del vocabulario mitológico para nombrar descubrimientos o artefactos. La influencia de los diversos mitos en las artes es indiscutible.

Para cualquier persona medianamente educada de nuestra época, la lectura literal de los relatos mitológicos resulta inverosímil; no se puede tomar como guía para la existencia moderna la cosmovisión que encierran. El desarrollo del conocimiento y la ciencia han ido dejando atrás, por obsoletas, muchas de las explicaciones del mundo de las que se hacía cargo la mitología. Sin embargo, por incomprensible que pueda resultar el pensamiento mágico religioso, aquel que da como buenas narrativas que no son comprobables en la realidad y que se recrea en la fantasía, ha sido persistente. Muchas ideas o conductas irracionales actuales surgen a partir de él.

La propensión a creer en la teoría del complot, en la idea de que el universo conspira permanentemente contra nuestros buenos propósitos, el racismo, la intolerancia religiosa o política, la negación de fenómenos comprobados por la ciencia como el cambio climático, la idea de que el tiempo histórico se renueva radicalmente con la entronización del nuevo líder o que es resultado de una lucha entre buenos y malos, todas estas cuestiones son resultado de la prevalencia de un pensamiento arcaico difícil de superar. Dado el estado actual del conocimiento uno podría preguntarse si estas construcciones de la imaginación, del discurso de la ilusión, son mitos o simplemente mentiras.