Opinión

Nacional vs. comunitario

El problema de los libros de texto gratuitos (LTG) no se reduce a aspectos secundarios como errores editoriales o gazapos; lo que está a debate es otro tema principalísimo: ¿cómo queremos los mexicanos que se eduque las niñas, los niños y los adolescentes de las nuevas generaciones.

Libros de texto gratuito de primaria

Libros de texto gratuito de primaria

Cuartoscuro

Todo libro de texto se nutre de una selección cultural que se busca transmitir a la nueva generación. Los contenidos de los LTG que discutimos pertenecen solo a una fracción de nuestra cultura nacional, la fracción que llamaremos cultura popular, que excluye entre otras cosas la cultura moderna.

Concebida desde la perspectiva de la cultura popular la educación rompe con nuestra tradición educativa que ha sido nacional, liberal, moderna.

Por añadidura, la decisión sobre esa reorientación de contenidos fue tomada en la oscuridad y arbitrariamente por un pequeño grupo de “expertos” simpatizantes de la 4T comandados por el filólogo Marx Arriaga.

Educar es socializar o integrar a la sociedad a la nueva generación, es decir: guiar el desarrollo humano desde la infancia temprana hasta su incorporación a la sociedad.

El primer problema o dilema es definir cómo concebimos a la sociedad a la cual habrán de integrarse los chicos; nosotros decimos que esa sociedad es la nación; la SEP dice, en cambio, que es la comunidad local.

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Lo que Marx Arriaga y su grupo han hecho es dividir la cultura nacional en dos partes irreconciliables: 1) la cultura moderna y 2) la cultura comunitaria o popular (con lo cual trasladan a la educación la polarización política que ha alentado el gobierno populista de AMLO). La cultura moderna es neo-liberal, conservadora, y sirve a las élites; la cultura comunitaria, en cambio, es la verdadera cultura del pueblo.

Ellos se oponen a la cultura moderna por ser opresiva, abstracta, esclavista y alienante y, en cambio, defienden la cultura comunitaria y cotidiana del barrio, de la colonia, de la ranchería y los poblados, por ser concreta y expresar con mayor fidelidad los sentimientos populares.

Es obvio que ambos campos culturales forman parte de la cultura nacional; quienes criticamos los libros de la SEP no podemos, en ningún caso, anatemizar la cultura local, popular o comunitaria. Tampoco se trata de criticar las actividades comunitarias o extraescolares que realizan muchas escuelas.

Lo que criticamos es el error de colocar a la comunidad local, y no a la nación, como centro del proceso educativo y despojar a la educación de contenidos esenciales para la integración de niñas, niños y adolescentes a la vida nacional. Esta educación comunitaria conduce a absurdos, como los siguientes:

--La educación comunitaria no se centra en el alumno sino en la comunidad

--La educación comunitaria excluye los contenidos de la cultura universal o europea

--La educación comunitaria no busca desarrollar en los niños de preescolar y primaria las competencias lingüísticas de lectura y escritura ni el razonamiento lógico matemático, habilidades que exige la vida moderna.

--La educación comunitaria propone que niñas, niños y adolescentes no estudien contenidos propios de su edad, sino que actúen desde sus primeros años de escuela como “agentes de transformación social”

--La educación comunitaria no se propone adaptar a los alumnos a su sociedad.

--La educación comunitaria se niega a capacitar a los alumnos para que se incorporen al trabajo productivo

--La educación comunitaria reniega de la organización del conocimiento escolar en asignaturas

--La educación comunitaria incorpora los saberes populares al proceso de enseñanza aprendizaje.

--La educación comunitaria hace equivalentes el conocimiento científico y las creencias populares, por irracionales que éstas sean.

--La educación comunitaria rechaza formar para la autonomía o libertad, es decir, la facultad de cada persona para obrar de acuerdo a su razón y su voluntad (siempre y cuando no afecte la libertad de otra persona).

--La educación comunitaria incorpora a la escuela como legítimos los barbarismos frecuentes del lenguaje popular (haiga, tú me dijistes, tons, ñero, guey, chido, nel, etc.)

--La educación comunitaria rompe con la unidad del proceso educativo: ahora se le segmenta en actividades separadas y en paralelo

--La educación comunitaria es rígida, autoritaria, prescriptiva que da poca libertad al maestro y poca flexibilidad s su trabajo

--La educación comunitaria se basa en un discurso falso, demagógico y doctrinario

En fin, una educación de esta naturaleza conducirá, fatalmente, al retroceso de un sistema educativo que, desde principios de siglo, ya mostraba signos de crisis y que, bajo la pandemia, recibió un golpe terrible con pérdida neta de aprendizajes, deserción y fracaso escolar.