Opinión

La imposición

Muchas personas están indignadas por el ataque a la educación que perpetra el gobierno de la 4T al imponer libros de texto que, por un lado, no cumplen con los requisitos que impone la ley y, por otro, no cumplen los mínimos pedagógicos que exige la comunidad educativa.

El presidente Andrés Manuel López Obrador muestra un libro de texto en su conferencia mañanera

El presidente Andrés Manuel López Obrador muestra un libro de texto en su conferencia mañanera

Cuartoscuro

El presidente, en su conferencia del 29 de mayo, se burló de las disposiciones legales: “No sé cuántos amparos van, pero nosotros seguimos adelante”. Están lloviendo amparos – continuó-- porque los conservadores no quieren que se reformen los contenidos de los libros de texto”.

¿De cuál reforma habla AMLO? Al referirse a los contenidos, AMLO reveló su ignorancia sobre su propia reforma y sobre los libros de texto que su gobierno pretende imponer. Los neoliberales, dijo, “hicieron a un lado el humanismo, quitaron el Civismo, la Filosofía, la Ética, la Historia”.

Ignorancia supina. Al contrario, señor presidente, es precisamente en los libros de texto que confeccionaron sus funcionarios, el señor Marx Arriaga y socios, en los que se suprimen las asignaturas, de tal modo que el Civismo, la Ética y la Historia dejarán de enseñarse en el próximo año escolar --si la imposición se consuma.

"Imagínense, agregó el presidente, si no se fortalece el pensamiento humanista, ¿qué futuro para las nuevas generaciones? Porque sí queremos científicos, pero queremos científicos no para que aprendan sólo a elaborar la bomba atómica o misiles, que aprendan eso, pero que sean humanistas, no queremos robots, queremos gente con buenos sentimientos, buenos ciudadanos".

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Humanismo, pero ¿cuál humanismo? Ni en la sociedad primitiva ni en la medioeval, ni en la colonia existió humanismo propiamente dicho; el humanismo irrumpió con la modernidad, con la aparición del ciudadano, del individuo libre, autónomo, racional. La modernidad trajo consigo la idea de que todos los hombres somos iguales, independientemente de etnia, género, religión, color de piel, lugar de origen, preferencias sexuales, etc. Esa idea universal del hombre, y no otra, es lo que identifica al humanismo.

Un problema central de las ideas de AMLO y de sus funcionarios de educación es que identifican individualismo con egoísmo lo cual es un abuso del lenguaje. El individuo es un ser objetivo, el egoísmo es un rasgo de la personalidad. No todo individuo es egoísta, por el contrario, la mayoría de los hombres –individuos-- son generosos y solidarios, aunque no siempre hay ocasión para que esas cualidades se manifiesten. La violencia social y algunos medios de comunicación deforman nuestra visión del ser humano.

El fundamento del humanismo es, precisamente, el individuo, el hombre en tanto persona única, autónoma, libre. Pero los libros de texto que la 4T trata de imponer en nuestras escuelas rechazan al individualismo y defienden el colectivismo. El principio superior de su “pedagogía” es la comunidad.

En el libro del maestro de primero y segundo grado de primaria se dice: “La SEP cree en la educación como un proceso colectivo; ésta emerge de las raíces de la comunidad” lo cual conduce a que el alumno (niño o adolescente) deja de ser el cetro del proceso educativo y que sea substituido por, precisamente, la comunidad. Claro, los autores de los libros, sin renunciar a su concepto básico, tratando de confundir a los maestros, hablan de “comunidad de aula”, “comunidad escolar” y “comunidad como entorno social de la escuela”.

Esta línea de razonamiento los conduce a incurrir en una cadena de desvaríos supuestamente pedagógicos: desprecian las etapas de desarrollo de la infancia; se oponen a la idea de dotar a todos y cada uno de los alumnos de un conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas emocionales y valores éticos comunes; suprimen las asignaturas e inventan unidades cognitivas interdisciplinarias (campos formativos) e introducen unos conceptos extraños a la experiencia de los docentes como co-diseño, ecología de saberes, mono-cultura del saber, contextualización, programa sintético, programa analítico, etc.

En fin, se trata de una propuesta compleja y absurda que, en términos laborales, representa un fardo para los docentes, pero cuyas consecuencias más graves recaerán sobre niños y adolescentes.