Opinión
Obama tenía razón
Fran Ruiz

Obama tenía razón

El presidente estadounidense, Joe Biden, tenía motivos para sonreír este miércoles, de igual manera que el rival al que ya derrotó en 2020, el expresidente Donald Trump, tenía motivos para estar furioso porque no hubo la “ola roja” que pronosticó que ocurriría en las elecciones de medio término del martes. Aunque los republicanos logren arrebatar el Congreso a los demócratas —acarician la victoria en la Cámara de Representantes y pelean voto a voto el Senado en Nevada, Arizona y Georgia (que irá a segunda vuelta en diciembre—), lo harán con una de las mayorías más insignificantes en décadas.

"Creo que fue un buen día para la democracia y creo que fue un buen día para Estados Unidos", declaró satisfecho Biden un día después de las elecciones, tras constatarse que los republicanos no han logrado “asaltar el Capitolio” de forma aplastante… esta vez civilizadamente, mediante las urnas.

De hecho, la pregunta del millón es: ¿Cómo Biden, cuya popularidad es muy baja y que tiene que lidiar con la inflación más alta en cuatro décadas, ha podido resistir la embestida republicana en las elecciones intermedias?

La respuesta es que, a diferencia de las otras midterm elections, donde tradicionalmente el electorado castiga al partido del gobierno para contrarrestar su poder desde el Congreso, en esta ocasión el electorado no se movilizó por aquello de “es la economía, estúpido” (como dijera Bill Clinton en su célebre duelo con George Bush padre), sino para evitar con su voto algo mucho más grave: que los congresistas y gobernadores republicanos, dominados por Trump e intimidados por la prensa conspiranoica y las bases conservadoras, prosigan con su proceso de desmantelamiento de la democracia y de los derechos civiles logrados, empezando por el derecho de la mujer al aborto.

De hecho, la cruzada conservadora contra el aborto en los últimos años, apoyada por la mayoría conservadora de la Corte Suprema, pero vista por miles de estadounidenses como una agresión intolerable contra las mujeres fue clave para que miles de estadounidenses (en su mayoría indecisos, abstencionistas y votantes independientes) despertaran de su letargo y acudieran a las urnas, no a votar necesariamente por los candidatos demócratas, sino a levantar un dique de votos para impedir la temida “ola roja” ultraconservadora.

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Lo dijo Obama (con mucho más tirón popular que Biden) en un mitin protagonizado por ambos de cierre de campaña: “Personas que intentan socavar nuestra democracia concurren para ocupar cargos y supervisar las próximas elecciones”, las de 2024, las que aspira a ganar Trump para vengarse de todos los que, según insiste hasta la paranoia, conspiraron para cometer fraude y robarle las elecciones en 2020.

Obama se abraza con Biden en un mitin en Filadelfia, Pensilvania

Obama se abraza con Biden en un mitin en Filadelfia, Pensilvania

EFE

De hecho, Trump estaba tan confiado en que habría una ola roja (color del Partido Republicano) en las elecciones del martes, que anunció la víspera que el 15 de noviembre iba a realizar un “gran anuncio”. Está por ver si mantiene la fecha o la retrasa, dado que algunos republicanos y comentaristas conservadores lo empiezan a ver como un estorbo; algo impensable hace una semana.

El diario sensacionalista ultraconservador The New York Post, sacó sendas portadas sobre las elecciones del martes: una ensalzando la victoria de la nueva estrella republicana: Ron DeSantis; y otra burlándose del incompetente Donald Trump sentado sobre el muro "que no pudo acabar". En un artículo de opinión en el mismo periódico, John Podhoretz describe al exmandatario como "tóxico": "Lo que sugieren los resultados del martes por la noche es que Trump es quizás el repelente de votos más profundo en la historia moderna de Estados Unidos".

Portadas del diario ultraconservador The New York Post, en una ensalza a Ron DeSantis, en la otra se burla de Donald Trump

Portadas del diario ultraconservador The New York Post, en una ensalza a Ron DeSantis, en la otra se burla de Donald Trump

Twitter

Pero, la peor noticia para Trump es que, en realidad, sí hubo una “ola roja”, pero no la que él pronosticaba a nivel nacional, sino donde menos quería: en Florida.

Si hubiera que elegir un rostro de la victoria en las cientos de contiendas que se celebraron simultáneamente el martes es la del gobernador de Florida, Ron de Santis, el único candidato republicano de relevancia que logró una victoria contundente, mayor que la anunciada en las encuestas.

DeSantis, quien logró la reelección como gobernador de Florida y que los hispanos del condado de Miami-Dade cambiaran el azul demócrata por el rojo republicano, es el único candidato conservador que fue criticado abiertamente por Trump en campaña.

El motivo de Trump para insultar y amenazar con revelar trapos sucios del gobernador de Florida y su familia es que DeSantis (32 años más joven que el magnate populista) es considerado el único político capaz de arrebatar al expresidente la candidatura presidencial republicana para las elecciones de 2024. Lo era antes de las elecciones del martes y lo es ahora muchísimo más, luego de su contundente victoria en su estado.

Y en el otro bando, el presidente Biden, visiblemente satisfecho tras autoadjudicarse el mérito de haber frenado la “ola roja”, anuncia que se presentará a la reelección, apostando a que en un nuevo duelo con Trump saldría de nuevo ganador, como anuncian las encuestas.

Hace mal Biden precipitándose en apuntarse desde ya a la carrera presidencial y no sólo porque cumplirá 82 años dos días después de las elecciones de 2024, sino porque su nivel de popularidad, machaconamente bajo, podría seguir cayendo, si los republicanos recuperan una o las dos cámaras del Congreso, aunque sea por la mínima. Pero, sobre todo, porque el mandatario demócrata parece que no ha incluido en su ecuación el nuevo factor DeSantis.

Hace bien el presidente en mostrarse inflexible en su defensa de los valores progresistas que los republicanos tratan de derribar, pero, al igual que Trump, Biden (tres años mayor y con lapsus seniles en su discurso) huele a rancio.

Por tanto, Biden debería plantearse a corto o medio plazo dejar el paso a un demócrata más joven y con suficiente brillantez como para anticipar quiénes están poniendo en peligro la democracia en Estados Unidos y qué hacer para combatirlos sin dividir aún más a la nación.

Y llegados a este punto: ¿Por qué no de nuevo Obama?