Opinión

El sainete del 5 de febrero

Fue una majadería que en la ceremonia del 106° aniversario de la promulgación de la Constitución pusieran, al lado del jefe de Ejecutivo, al Secretario de Gobernación y al Secretario de Defensa; y luego, al extremo del presídium, a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña, y al Presidente del Congreso de la Unión, Santiago Creel. En el otro extremo, al presidente del Senado Alejandro Armenta. Una majadería y un desaire a la división de poderes. Como decía Jesús Reyes Heroles: “En política la forma es fondo.” Y aquí el fondo es que Andrés Manuel López Obrador, quiere saltarse la Constitución y la institucionalidad que de ella se desprende.

La titular de la SCJN, Norma Piña, no se levantó a la llegada de AMLO a una ceremonia oficial

La titular de la SCJN, Norma Piña, no se levantó a la llegada de AMLO a una ceremonia oficial

Cuartoscuro / Presidencia

Hizo bien, la Ministra Presidente, Norma Piña, en no ponerse de pie cuando el primer mandatario entró al Teatro de la República. Si lo hizo, en cambio, cuando se le rindieron honores el presidente de la república. Cuando Norma Piña se quedó sentada, la república recuperó su dignidad: Andrés Manuel López Obrador quiere ser tratado como un Emperador, al igual que Agustín de Iturbide, acaso como su Alteza Serenísima, como Antonio López de Santa Anna o como un dictador como Porfirio Díaz. Vale decir, con toda la pompa y el boato de un autócrata que no reconoce más poder que el suyo propio. Esa es la verdadera trayectoria de la Cuarta Transformación; nada más saquen las cuentas.

Pero la jugarreta de poner al frente de la SCJN a Yasmín Esquivel no le salió; en cambio, fue nombrada al frente del Poder Judicial, Norma Piña, una verdadera y propia jurista, independiente, con una larga carrera en la impartición de justicia, que no se amedrenta frente a los embates y asedios del aspirante a dictador. La presidenta de la Suprema Corte, en su discurso, puso en su lugar a López Obrador. La ministra Piña dijo lo siguiente: “La diversidad entre quienes impartimos justicia no sólo es inevitable, es deseable. Es sano y necesario ponderar la actividad de los jueces en virtud de las resoluciones que emiten y nunca, nunca, perder de vista la independencia judicial, la de los juzgadores y la de uno de los poderes constitutivos de la República. Una judicatura independiente es pilar de nuestra democracia, es el legado que nos transmite nuestra ley fundamental.

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“La independencia judicial no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos. La independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad del Poder Judicial siempre en beneficio de la sociedad.” Dijo la Ministra, elevando la voz para enfatizar sus conceptos (Reforma, 6/01/ 2023)

El mensaje fue muy claro: ya no habrá más subordinación del Judicial al Ejecutivo como en la época en que presidió la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar. Todo tiene un límite; ahora López Obrador estará limitado por un Poder Judicial digno de tal nombre. Su intento de concentrar el poder se está viendo frustrado.

En esa misma ocasión tomó la palabra, Santiago Creel, a nombre del Poder Legislativo. Dijo lo siguiente: “No hay más moral política que la Constitución, es la moral de todos los que somos servidores públicos. Con eso en mente, desterremos de una vez por todas nuestras diferencias y confrontaciones, particularmente las que hubiesen habido en el pasado, ahora son tiempos de coincidir, son tiempos de reconciliación, después vendrán tiempos para competir en la arena político electoral…Sin embargo, el desacuerdo prevalece no en los fines que persiguen nuestras normas constitucionales, sino en los medios para darles continuidad, ahí es donde está el gran reto que tenemos como mexicanos…El principio democrático es que la mayoría decide, de eso no hay duda y no hay debate, la cuestión es cómo se incluye o no a quienes piensan distinto, al excluirlos, se mancilla la soberanía. El reto de nuestra generación, el gran reto es encontrar, a través del diálogo político la unidad dentro de esta vasta pluralidad y diversidad que es México, no a través de una visión única.” Parece que esta última frase enfureció al hombre de Macuspana: su visión es exactamente esa, la de que solo haya un punto de vista, el suyo. Todo lo demás no existe o carece de valor.

Por lo que hace a lo que dijo Santiago Creel, desde luego tiene razón: el principio fundamental de la democracia es el principio de mayoría. Dicho de otro modo: el principio de mayoría es un elemento necesario, pero no suficiente para definir a la democracia. El principio de suficiencia lo proporciona el respeto por las minorías. E, incluso, en la medida de lo posible, las decisiones no deben ser producto simplemente de la imposición de la mayoría, sino de la inclusión del parecer de las minorías de tal manera que, se puede decir que la democracia es el gobierno de todos, mayoría y minorías incluidas. Para eso se necesitan: el respeto del oponente, la tolerancia, el diálogo y la formación de acuerdos.

Pues bien, nada más alejado de la manera de pensar de Andrés Manuel López Obrador quien tiene una concepción conflictiva de la política: no tiene respeto por los oponentes, su divisa es la intolerancia, polariza, no tiene la menor idea de los que es el diálogo entre formaciones políticas diferentes y no tiene la menor voluntad de llegar a acuerdos.

Eso explica su talante majadero y autoritario.

Mail: jsantillan@coljal.edu.mx