Opinión

Santiago Taboada y la democracia social

1La tarde del domingo 14 de mayo Santiago Taboada, el alcalde de Benito Juárez -la demarcación de CDMX en la que vivo- escribió en su cuenta de Twitter: “La oposición en la #CDMX es más fuerte cada día. Unidos podemos crear las oportunidades para que las familias puedan vivir tranquilas y mejorar su calidad de vida. Ya lo logramos en #BenitoJuárez y lo lograremos en toda la ciudad”.

Santiago Taboada

Santiago Taboada

Poco antes, desde mi propia y modestísima cuenta de Twitter, le dirigí el siguiente mensaje: “Le pregunto a @STaboadaMx de @AlcaldiaBenito por qué permiten que las calles de la colonia Nápoles que rodean La Plaza México se conviertan en estacionamiento privado y negocio de acomodadores. ¿Me responderá el aspirante a gobernar la CDMX? Lo dudo”.

Desde que la Plaza México tiene impedido realizar corridas de toros, el coso se ha convertido en escenario de conciertos masivos que a los vecinos de las tres colonias que lo rodean -la Nápoles, la Noche Buena y la Ciudad de los Deportes- nos afecta. Un fastidio recurrente sepultado por la actitud omisa, indiferente -o cómplice- de nuestras autoridades.

Es probable que el Estadio de la Ciudad de los Deportes y la Plaza México -ambos terminados en 1946 y que entre los dos pueden recibir hasta 85 mil asistentes- sean los únicos espacios del mundo que fueron diseñados sin considerar un sólo cajón de estacionamiento. El sábado 13 y el domingo 14 de junio los 50 mil asistentes a los dos conciertos de un cantante de corridos llamado Junior H nos recordaron que no hay manera de admitir esa marabunta de automóviles visitantes en las ocho manzanas que rodean a la Plaza de Toros. Los franeleros se apropian del espacio público y alquilan como si fueran suyas las calles, camellones y banquetas de los alrededores, ante la mirada complaciente de las corporaciones policiacas desplegadas en la zona.

Esa tarde del domingo no pude entrar al estacionamiento de mi edificio. Una hilera de automóviles infractores estacionados en medio de la calle de Dakota me lo impedía. Escribí entonces el tuit de marras dirigido al alcalde y adjunté la foto probatoria. No obtuve respuesta alguna. Ni de él, ni de ninguna autoridad de la alcaldía.

Media hora después, apenas vi su tuit celebratorio y opositor, apuré una respuesta en la que procuré cuidar las formas para que no se confundiera mi mensaje de ciudadano inconforme con la verborrea furibunda y majadera que pulula en las redes: “Señor alcalde, hace un momento le hice una consulta por Twitter. Adjunto la imagen para mayor referencia. Leo en su tuit que «ya logramos» que en Benito Juárez las familias puedan vivir tranquilas y con una mejor calidad de vida. ¿Habrá de responderme?”. No hubo respuesta.

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Al cabo de 24 horas a mi tuit lo habían visto varios miles de usuarios. Al amanecer del lunes las calles alrededor de la Plaza de Toros eran una alfombra de basura propia de un paisaje distópico. Escribí entonces un nuevo tuit: “Señor alcalde, 17 mil personas han visto el tuit que le dirigí el día de ayer. Todas menos usted. Sigo esperando su respuesta. Si alguien -no usted- maneja esta cuenta, me temo que lo hace quedar mal con sus gobernados”. El silencio persiste. 24 mil personas vieron hasta ahora mi inocuo reclamo.

Si no el alcalde ni sus funcionarios, otros usuarios de Twitter se animaron a contestar. Los más considerados me señalaron que el tema era responsabilidad del gobierno central y no de la alcaldía. Los más fanáticos -probablemente ovejas de las granjas de bots- me acusaron de “chairo” y me llenaron de insultos. Otro robot, (@AccionesBJ) me respondió finalmente de manera tardía, mecánica y exasperante: “Buen día. ¿Podría compartirnos la ubicación exacta? (Calle y entre calles)”. Ni cómo responderle.

2.

Mi zozobra ciudadana me condujo sin remedio a un clásico. Al referirse a la democracia social como un paso más adelantado que la democracia representativa, Norberto Bobbio señalaba que no basta con que los gobernantes lleguen al poder con el voto mayoritario de la ciudadanía a la que habrán de representar y gobernar. Es necesario dar un paso más hacia lo que él llama la democracia social, en la importa no sólo quiénes y cuántos votan, sino para qué se vota. “Cuando se desea conocer si se ha dado un desarrollo de la democracia en cualquier país -escribió en 1984- se debería investigar si aumentó o no el número de quienes tienen derecho a participar en las decisiones que les atañen, y los espacios en los que pueden ejercer ese derecho”. Si Twitter es un espacio ideal para cumplir con la democracia social en el sentido que Bobbio le daba, a Taboada -o a quien le lleve la cuenta- parecería no importarle.

Cien años antes de Bobbio, el británico John Stuart Mill en su libro Consideraciones sobre la democracia representativa hablaba que en toda democracia había ciudadanos activos y pasivos. Los gobernantes -decía- suelen preferir a los segundos porque es más fácil controlar a súbditos dóciles e indiferentes, pero aseguraba que una verdadera democracia necesita sobre todo de los primeros. Me pregunto si el silencio del alcalde no es acaso profundamente antidemocrático.

3.

Cuando Santiago Taboada asumió la presidencia de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, en mi calidad de director de arte del British Council en México me invitó a la instalación de ese cuerpo legislativo. Tres años después acepté una nueva invitación a un desayuno con la comunidad cultural de la alcaldía Benito Juárez con el entonces candidato del PAN a gobernarnos. Prometió cercanía y un dialogo permanente con nosotros. Nunca más lo he vuelto a ver. No voté por él, ni en la primera ni en la segunda ocasión que se presentó a la contienda por la alcaldía, como tampoco lo he hecho nunca por el PAN. Aun así, me considero un ciudadano de la demarcación que gobierna, no su opositor. ¿Habrá de responder?