Opinión

Semana de examen doctoral

La semana pasada mi alumna Jessica presentó la defensa de su tesis para obtener el grado de Doctora en Medicina, lo que hizo muy bien, con una explicación del trabajo suficientemente clara para ser entendida por miembros del jurado no expertos en el tema. Escribió una tesis extensa del tema, con múltiples apéndices para dar explicación a diversos aspectos del trabajo y la defensa de la presentación fue espléndida, con respuestas claras a las preguntas de las sinodales, en ocasiones, acompañadas de alguna diapositiva, lo que da cuenta de que eran preguntas que esperaba que pudieran ocurrir. El resultado era esperable, fue aprobada con mención honorífica. La ocasión de un examen doctoral en el laboratorio es motivo de fiesta y alegría.

Jessica se graduó del Programa de Estudios Combinados en Medicina (PECEM) de la Facultad de Medicina de la UNAM, en el que los alumnos en periodo de ocho años de estudio y con la tesis correspondiente obtienen tanto la licenciatura, como el doctorado en medicina, lo que coloquialmente se conoce en las universidades americanas como el MD/PhD. Su trabajo de tesis es digno de este programa porque aborda una pregunta relevante, sobre un mecanismo que podría explicar, al menos en parte, la mayor prevalencia de hipertensión arterial en los pacientes que viven con diabetes mellitus.

Para abordar la hipótesis tuvo que hacerlo primero en modelos in vitro, en células de cultivo, a las que transfectó con el DNA que codifica para proteínas a estudiar. Una vez que esas observaciones fueron alentadoras, entonces se movió a estudiar el fenómeno en modelos in vivo, primero en roedores, tanto normales sanos, como transgénicos, en los que alguno de esos genes fue eliminado. Y luego, una vez que vio que el fenómeno ocurría en estos modelos, entonces se movió a estudiarlo en humanos, voluntarios sanos, en los que obtuvo resultados similares. Así, su trabajo aborda una pregunta de investigación para la que utilizo desde modelos celulares, hasta observaciones en humanos.

El trabajo de Jessica es un ejemplo de por qué debemos olvidarnos de esa dicotomía ridícula en la que separamos a la investigación entre básica o clínica. Si queremos abordar un problema lo debemos hacer en los diferentes niveles que eso requiere. Si hay que empezar en células, ahí nos asomamos y, cuando tenemos el conocimiento suficiente para llevarlo a humanos, ahí nos vamos. El trabajo de Jessica fue muy bien recibido por una de las revistas más importantes en nefrología y hasta lo escogieron para la portada de uno de sus números el año pasado (doi: 10.1681/ASN.2021121544).

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En nuestro medio es frecuente que se vea el éxito ajeno con base exclusivamente en la fortuna, lo cual es absurdo. Yo creo que hay combinación de ambas. Nada puede reemplazar al trabajo bien hecho y continuo, pero un poco de suerte ayuda. En mi caso he sido muy afortunado por el nivel y excelencia de los alumnos que, por muy variadas razones, han tocado mi puerta. Todos mis graduados de doctorado lo han hecho con trabajos excepcionales que no hubieran sido posible sin la tenacidad, inteligencia y obsesión de cada uno de ellos. No es de extrañar que ahora están desarrollando carreras científicas de excelencia, varios en la CDMX y otros en Guadalajara, Boston, Dallas, Nashville, Portland, una en Zaragoza, España y una más, que ahora tiene un puesto importante en la organización mundial de la propiedad intelectual en Ginebra, Suiza. Estoy convencido de que los buenos trabajos de investigación solo son posibles si el alumno a cargo es excepcional y, como lo dije, ahí es en donde me parece que he sido afortunado.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM