Opinión

Será Marcelo

Desde que Andrés Manuel López Obrador dio el banderazo para la sucesión presidencial, muchos dieron por hecho que la candidata sería Claudia Sheinbaum. Identificada como su hija política y la más leal de quienes forman parte de su círculo cercano, López Obrador no ha escatimado en elogios y loas para quien acompañara su tránsito por la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal como secretaria de Medio Ambiente. Dicen que los reyes suceden la corona a sus hijos y no a sus hermanos, pero López Obrador es, antes que otra cosa, un pragmático de la política que no está dispuesto a perder. Lo anterior me llevó a afirmar, en febrero pasado, que la candidata no sería Claudia. Hoy sigo pensando que Claudia no será candidata y, en cambio, cada vez estoy más convencido que quien abanderará a Morena será Marcelo Ebrard.

Marcelo Ebrard, aspirante a la candidatura presidencial de Morena

Marcelo Ebrard, aspirante a la candidatura presidencial de Morena

Cuartoscuro

El presidente es un pragmático. Aun cuando todos sabemos que Claudia es la aspirante a quien López Obrador considera como la más cercana y leal de las “corcholatas”, el amor político tiene un límite: la posibilidad de la derrota. En las semanas que se ha asumido como aspirante a la candidatura de Morena, Sheinbaum ha demostrado grandes debilidades discursivas y de personalidad. No emociona ni convence, lo que la hace, probablemente, la candidata más a modo para la oposición. El presidente se ha dado cuenta de esto y del riesgo que entraña una candidatura que no conecta con el electorado. En su pragmatismo, López Obrador quiere ganar, incluso si para ello debe sacrificar a quien él mismo llegó a considerar como su heredera política. Dejar a Sheinbaum a la deriva sería, adicionalmente, la manera de enviar un doble mensaje. Primero, desde la mentira: para quienes decían que se metería para apoyar a su favorita, se equivocaron, pues López Obrador es un demócrata; segundo, desde la soberbia: la fuerza del presidente es tan grande, que con cualquiera puede ganar.

Marcelo Ebrard, por el otro lado, no goza de la confianza presidencial, pero ha demostrado ser un candidato mucho más experimentado y con trayectoria que cualquiera otra de las corcholatas. Su paso por la Secretaría de Relaciones Exteriores – y antes por la campaña de Hillary Clinton en 2016 – le han abierto puertas frente a los Estados Unidos, el principal socio político y comercial de nuestro país. Esto, amén de significar el beneplácito de la clase política del país, le puede servir a López Obrador al término de su mandato, cuando muchos de sus adversarios pretendan señalar frente a la justicia de aquel país posibles actos de corrupción de su círculo más cercano. Finalmente, Marcelo puede atraer los apoyos y votos de sectores que hoy han volteado a ver con simpatía a Xóchitl Gálvez, la aspirante más visible del Frente Amplio por México. La clase media, pero también un grupo importante de empresario, estarían dispuestos a abandonar la aventura opositora si el candidato oficial es un moderado como Ebrard.

Faltan exactamente cinco semanas para que Morena defina el nombre de la persona que encabezará su candidatura presidencial. Pronto habremos de ver las declinaciones de varias de las corcholatas, quienes con esta acción garantizarán alguna posición legislativa. Hoy no tengo duda. El presidente descolocará a esa parte de la oposición que decidió acelerarse y caer en su juego y a no pocos analistas políticos que ya veían una disputa entre Claudia y Xóchitl. El candidato será Marcelo y Claudia la presidenta de Morena, posición privilegiada desde donde se convertirá en la verdadera articuladora del movimiento que seguirá teniendo a Andrés Manuel como su principal figura. En 2027, con Marcelo como presidente, iniciará la aventura que la lleve a promover, ya en 2028, la revocación de mandato.

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Ahí están las intenciones del presidente y el plan a seguir. Sin embargo, en su camino todavía pueden atravesarse algunas sorpresas que lleven a Morena a la derrota y le permitan al presidente culpar y crucificar a Ebrard. Si eso sucede, la otra parte del plan seguirá intacta.

Profesor de la UNAM y consultor político

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com