Opinión

La soberbia le jugó mal a los Bills

Sin duda el juego entre Minnesota y Buffalo ha sido uno de los mejores en lo que va de la temporada, con jugadas espectaculares, volteretas errores y aciertos de cada lado, y el clásico toque de dramatismo que sólo en la NFL se puede gestar.

Sin embargo, lejos del gran encuentro y la sorpresiva victoria de los Vikingos sobre los Bills en casa de estos últimos, sobresale un aspecto que quizá en un futuro podría costarle caro a los discípulos de Sean McDermoth: la soberbia.

Sean McDermoth

Sean McDermoth

Si, es verdad que hasta hace algunas semanas los Bills eran señalados como el mejor equipo de la Liga, es decir, el más completo y por ende un rival muy difícil de vencer, pero eso ha cambiado no sólo al sumar su tercera derrota en lo que va de campaña, sino que de ser el considerado futuro ganador de la División Este de la AFC ahora se ubica como un equipo comodín y todo ello debido al paso de unos Delfines de Miami que, aún algunos se preguntan cómo, están ganando de manera consistente y lo más intrigante que lo están haciendo de la mano de un coach novato como Mike McDaniel y un quarterback del que pocos esperaban un despertar como el que esta teniendo Tua Tagovailoa.

Por cierto, y para denotar el trabajo de los Delfines, valdría señalar que fue Miami el equipo que le propinó su primera derrota a Buffalo.

EN EL PECADO LA PENITENCIA

Muchos se preguntarán a qué se refiere eso de que la soberbia le ha jugado mal a los Bills, y quizá en este último encuentro fue el mejor ejemplo de un equipo que, teniendo amarrado un juego al final, lo deje ir por dos razones, ejecución de sus jugadores clave y peor aún por decisiones de su entrenador, y vaya que McDermoth no es un primerizo, y menos aún un mal coach.

Es cierto, el encuentro fue muy emocionante, pero ¿cuántos tomaron nota de dos decisiones y dos acciones que a la postre les costó el partido?

Al final del último cuarto, con una ventaja de 10 puntos, deciden jugársela en una cuarta oportunidad cuando pudieron intentar un fácil gol de campo que los habría puestos a dos anotaciones de touchdown del rival. Eso fue oxígeno puro para la esperanza de los Vikingos.

Posteriormente la fallida entrega del balón por parte del centro al quarterback Josh Allen cuando era un mero trámite para terminar. Es verdad que estaban prácticamente dentro de su zona de anotación, pero cometer un balón suelto precisamente en esa circunstancia fue entregar el juego.

Posteriormente, ya en tiempo extra, abajo por tres puntos, y con el balón a tiro de piedra para intentar un gol de campo y terminar empatados, McDermoth decidió que se la jugarán en cuarta oportunidad para buscar la victoria y renunciar al empate.

Para muchos eso es un gesto de honor, de hambre de triunfo, de coraje, pero siendo sensatos el empate los mantendría en la cima de División, en cambio la jugada acabó con un pase interceptado a Allen y la derrota para los Bills.

¿De verdad es necesario ser tan soberbio?, creo que no, pero eso ya queda en cada individuo. No obstante, como se dice, ganar en la NFL es muy difícil, y si se puede evitar una derrota y en vez de ello sumar un medio juego a favor, pues bienvenido.

Ahora, los Bills están más que obligados a ganar, sin margen de error, al haberse puesto automáticamente en una situación de presión al entrar en una carrera de triunfos con los Delfines y quizá hasta con los sorprendentes Jets, quienes calladamente ya figuran en el mapa de los equipos con posibilidades de buscar una lugar comodín en la postemporada, un tema que seguro abordaremos en semanas posteriores. No olvidemos que fueron estos Jets quienes le propinaron su segunda derrota a los Bills hace un par de semanas.

No pasemos por alto que Buffalo suma dos derrotas de manera consecutiva

De la misma manera, no podemos dejar de lado la lesión en el hombro de Josh Allen, la cual lo mantuvo sin practicar toda la semana anterior, y aunque el domingo jugó aparentemente sin molestia alguna, fue notorio que evadió el contacto en el hombro derecho como suele hacerlo cada vez que acarrea el balón.

Ahora, quieran o no, están obligados a alinearlo, porque algo es verdad, los Bills sin Allen son un grupo sin chispa, sin pegada, y si esa lesión no está realmente sanada al cien por ciento puede cobrarle factura en la recta final o ya en los playoffs.

BERRINCHES DE ESTRELLAS

Y ya que hablamos de soberbia, creo que nada más penoso que el reclamo a grito pelado y en televisión nacional que le hizo Aaron Rogers a su coach Matt LaFleur en el juego entre Green Bay y Dallas. Por más que el entrenador haya tenido la responsabilidad y culpa en esa conversión fallida de cuarta oportunidad, un jugador, a pesar de su jerarquía, no debe ni puede enfrentar así a su entrenador.

Rodgers será un de los pilares de la NFL en este momento, pero acciones como esa sólo dejan ver a un tipo que pareciera ya totalmente a disgusto con su equipo, con su coach, y si nos vamos más allá, un jugador que más bien pareciera que juega por obligación, sin gusto alguno por su trabajo.

Es sencillo diferenciar lo anterior cuando vemos como disfruta del juego un Pat Mahomes, o como enfrenta con coraje los encuentros Tom Brady, pero Rodgers parece que ha olvidado todo tipo de reacción. Es como alguien que hace su trabajo por costumbre más que por convicción, y si es así, debería cambiar de equipo o Ya de plano retirarse, algo de lo que ha hablado en algunas ocasiones el mariscal de los Empacadores.

Sin más, veamos qué nos depara esta segunda parte de la campaña, donde se comenzarán a definir posiciones y en donde sobresale el regreso del pasador Deshaun Watson con Cleveland para las semana 12, un evento que muchos quieren atestiguar.

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