En contadas ocasiones me he animado a realizar alguna columna para hablar acerca de una película, por lo que considero que de Sound of Freedom bien vale la pena. La campaña acerca de la prohibición de este filme me hizo imaginar que denunciaría por fin a las grandes cabezas de la trata de personas y la pedofilia, tales como los escándalos en el Vaticano o al mismísimo Hunter Biden, sin embargo, no llega a ese nivel, cosa que deja mucho que desear, principalmente del productor Eduardo Verástegui, quien recientemente fue destapado por Donald Trump como candidato a la presidencia de México y que se ha montado sobre la iglesia católica mexicana para promoverse, en sus eventos siempre está acompañado por sacerdotes, cómo aquel que cuando señala con un dedo mientras los otros tres se dirigen directamente al apuntador.
Asimismo, debe enfatizarse que el caso del agente de la CIA, Tim Balard, héroe del filme, que está basado en un caso real, es la excepción a la regla, ya que los principales involucrados en este flagelante crimen son precisamente los policías. Por otro lado, me perturbó la solución que se desliza en la película, en la que el agente ingresa a la selva con una inyección que contenía un chip geo localizador que traía escondido entre las vacunas, como si le diera la razón a los acusados de conspiranoicos durante la pandemia, pero más grave aún, como si esta fuera la solución para muchos padres ante el miedo del robo de sus hijos, acrecentándose con el miedo que genera la constante difusión de videos en medios y redes sociales sobre robos de niños o historias como las del adrenocromo, aceptando inyectarles dicha tecnología y con ello, tener más control.
Haciendo a un lado las críticas anteriores, si bien la realidad versus la película es todavía peor, pero lo cierto es que es el mejor filme del tema que jamás se haya realizado. Debe abrirse los ojos a quienes aún no lo hacen y que la sociedad sepa de este crimen, conversar, poner atención y buscar maneras de solucionarlo.
Robar niños para fines demoniacos es un problema que existe, al menos, desde la Biblia, cuando los seguidores de Baal le llevaban infantes, y recientemente desde hace por lo menos 14 años que pertenezco a la Comisión Unidos vs la Trata, coordinado por Rosi Orozco, se tiene la información que la principal fuente del crimen organizado no es el trasiego de drogas, sino la trata de personas en todas sus modalidades, porque claro que les es más fácil transportar hígados o riñones humanos escondidos entre pollos o reses, que ningún perro jamás podría detectar o aventar niños robados de otros países al Río Bravo para ver cuales llegan, y así montones de historias de horror, y que a pesar de ello son contados los movimientos niñistas, comparado con los partidistas, feministas, ambientalistas y muchos otros istas.
Actualmente, el problema se incrementa y México implosiona con él, por un lado, entra toda la presión de Estados Unidos con la demanda existente, las redes más grandes de pedófilos están en su territorio, pero es en México donde la mayoría viaja y lo consume de manera habitual, muchos de los niños son extraídos de Sudamérica y otros más en el país, con ello se genera una cadena de flagelos y delitos que sin duda constituyen la mayor ruindad y distorsión en el ser humano.
Por supuesto que recomiendo ver el filme, pero sobre todo a poner la brújula de nuestro actuar consiente en la protección y el bienestar de la niñez, lo creamos o no, es nuestro mayor tesoro.
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