Opinión

Volver a actuar

En la mañanera del lunes el presidente estaba encendido: incontinente, lanzó una larga batería de injurias contra la manifestación del día anterior y contra los que participaron en ella. Su intención era disminuir el valor del evento, presentarlo como un acto mezquino, sectario, al servicio de “los conservadores”.

El presidente, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia mañanera | Foto de Archivo

El presidente, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia mañanera | Foto de Archivo

Cuartoscuro

Este solo hecho sugiere que la marcha fue un éxito resonante. Desde 2018 no se había dado un acto tan amplio como este; pero AMLO se equivoca al atribuirle mezquindad al acontecimiento. Al contrario, fue una demostración pacífica y valiente, de ciudadanos que no se movían por afanes menores sino por un ideal: la defensa de la democracia.

El presidente sabe que miente cuando dice que las marchas del día 13 fueron una demostración facciosa. El mismo José Woldeberg dejó esta constancia: “estamos aquí, ciudadanos de muy diferentes orientaciones políticas y extracciones sociales, militantes de partidos, integrantes de organizaciones sociales y personas sin filiación política que deseamos que México sea la casa que nos cobije a todos”.

Cierto, lo propio de ese evento fue su perfil amplio, abierto, social. Lo de sus dimensiones es secundario; lo esencial es que fue un paso exitoso en función de los objetivos que se propuso y que inaugura una nueva etapa en la política nacional.

El peligro de un golpe legislativo contra la democracia, sin embargo, no ha desparecido y es crucial seguir actuando para aprovechar el impulso anímico de este primer éxito. No debemos dejar que ese impulso se diluya, hay que darle continuidad con otra acción o naciones colectivas en un plazo muy breve.

Las nuevas iniciativas deben ser tomadas por las 50 organizaciones civiles que convocaron a la acción anterior. Esas acciones pueden ser locales –por ejemplo, organizando eventos de diálogo y negociación con sus diputados y senadores— o nacionales –-- podría ser una nueva serie de marchas por todo el país con los mismos objetivos (defensa del INE y defensa de la democracia).

Al reflexionar sobre esas acciones hay que deshacernos de los engaños y estereotipos de AMLO, por ejemplo, yo sugiero que en la Ciudad de México una nueva manifestación debe proponerse conquistar el Zócalo, colmarlo de ciudadanos, de asa manera se le da a AMLO una cachetada humillante.

Organizar a masas es sumamente complicado. La ventaja es que ya tenemos una valioso precedente y debemos aprovecharlo. Algunas sugerencias logísticas serían: 1) Ingeniar un dispositivo de conteo de asistentes; 2) Asegurar que sólo haya un orador de los organismos civiles --que no sea una personalidad polémica; 3) Que los organizadores estén al frente de la columna; 4) Procurar que todos los participantes vistan blusa o camisa de color blanco, rosa o morado como símbolo de identidad; 5) Que la concentración final se concluya entonando el himno nacional.

En fin, es deseable que los mensajes de mantas y pancartas tengan un contenido conceptual claro y preciso. La lucha es en defensa de la democracia, nos oponemos al monopolio del poder que se daría si el ejecutivo y su partido se apoderan del control del INE, con lo cual regresaremos 50 años atrás: a la época de dominio autoritario del PRI.

Como dijo Woldenberg: “Nuestro futuro no puede ser resultado de la seducción por un pasado que en buena hora fue desterrado.

Las próximas citas electorales deben contar con las mismas garantías que las del pasado inmediato: padrón confiable, equidad en las condiciones de la competencia, imparcialidad de los funcionarios profesionales, conteo pulcro de los votos y resultados preliminares en la noche”.

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