Opinión

Zona Maco: razones y reparos para asistir

1.Frente a las limitaciones naturales del Estado para subsidiar al sector cultural y brindar estímulos de diversa índole a los creadores artísticos (becas, premios, bienales, etc.), ferias de arte como Zona Maco -que ha cumplido ya dos décadas de celebrarse cada año en la Ciudad de México- ponen en circulación las obras no sólo de los artistas visuales mexicanos consolidados y con presencia internacional, sino también las de las generaciones emergentes, y representa por lo tanto una plataforma de apoyo directo a nuestras comunidades creativas.

Inauguración de la Feria de Arte Zona Maco 2023

Inauguración de la Feria de Arte Zona Maco 2023

Cuartoscuro

2. Es también una ventana de exposición internacional para las galerías mexicanas que cumplen con un papel fundamental como agentes culturales privados, al multiplicar y ampliar las acciones de fomento al sector artístico que las instituciones culturales de carácter público emprenden. Además, alrededor de Zona Maco se activan muy diversas actividades en los principales corredores culturales de la ciudad y en su enorme red de museos y galerías, con una derrama económica tangible que ratifica la contribución de la cultura a la economía del país.

3.Zona Maco ratifica a su vez la vocación cosmopolita de la Ciudad de México, es una feria que celebra la diversidad sin fronteras del arte contemporáneo. En su amplitud de propuestas traza un paisaje artístico diverso donde predomina lo fluido, lo transmedial e híbrido de nuestras realidades y de nuestras sociedades. Un espacio donde la idea de lo mexicano se amplia y enriquece en contacto con la producción cultural del resto del mundo. Donde recordamos, una vez más, que la cultura y el mercado no son dos ámbitos irreconciliables.

4.Hay, como en toda reunión masiva de propuestas creativas, desde obras canónicas y sancionadas lo mismo por el público que por la crítica especializada, hasta propuestas experimentales, provocadoras, transgresoras, marginales, lúdicas contestarias e incluso paródicas, que desafían no menos al establishment que al ojo del observador común y corriente. Cada vez que frente a la aparente simpleza de un cuadro alguien dice “yo mismo pude pintarlo”, o que frente al absurdo incomprensible de una instalación -un balón desinflado, un zapato viejo, etc.- alguien concluye que el arte contemporáneo es una impostura y una tomadura de pelo, se verifica una de las funciones básicas del arte mismo como espacio para el asombro, la duda, la reflexión, el disenso e incluso el disgusto.

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5.Si en el arte contemporáneo los curadores cumplen una función hegemónica y determinante, si son ellos quienes se interponen entre el público y el artista, el filtro infranqueable entre la obra y el museo, si son ellos a fin de cuentas quienes toman las decisiones por nosotros, y otorgan títulos de legitimidad y pertenencia a los circuitos canónicos del arte de una obra u otra, ferias como Zona Maco aparecen como el único territorio donde la figura central es el artista sin la intermediación intrusiva de un curador y sus narrativas hegemónicas de interpretación.

Los reparos

1.En descargo de Zona Maco podemos decir que no es un foro social ni un parlamento inclusivo y democrático para la cultura en su sentido más amplio, sino un espacio deliberadamente diseñado para acercar el arte actual a las minorías que pueden admirarlo, consumirlo, comprarlo, “venerarlo” y coleccionarlo. No obstante, hay algo también de entertainment, de show business, de glamour palaciego en la manera en que las élites se acercan a la cultura a través de la producción artística contemporánea. Es también Zona Maco un desfile de egos y frivolidad, una pasarela para alimentar las páginas sociales y las revistas del corazón, otra hoguera de las vanidades como en la novela de Tom Wolfe, ese mínimo “imperio de lo efímero” al que se refirió el filósofo francés Gilles Lipovetsky al escribir sobre la moda. Diría un clásico que a Zona Maco “le falta barrio”. Su elitismo, en efecto, indigesta.

2.Zona Maco anida a su vez una paradoja al parecer irresoluble. Por un lado, hay una clara tendencia en la producción artística contemporánea a entrecruzar temperamentos creativos y discursos estéticos grupales e individuales con las agendas de compromiso social y corrección política tanto de los artistas como de las galerías que los representan. Los “grandes temas de nuestro tiempo” están presentes en cada pasillo de la feria: de la desigualdad social a los retos del cambio climático o la violencia de género. Pinturas, dibujos, grabados, esculturas, instalaciones, creaciones multimedia, fotografía que postulan de diversas maneras una crítica atroz al capitalismo del siglo XXI y sus atrofias sociales, y que tarde o temprano serán incorporadas al gran mercado internacional de las artes, en las galerías, los museos públicos y las colecciones privadas del mundo capitalista que habrán de comprarlas. Una disputa sin solución aparente: los discursos críticos del poder vs. el poder disuasivo del mercado.

3. ¿A quiénes están dirigidas estas obras con vocación social que no sea a sus posibles compradores, patrocinadores y mecenas? Son ellos, a fin de cuentas, quienes contribuyen decisivamente a mantener activo el mercado de las artes. Zona Maco es un gran foro de la diversidad creativa y al mismo tiempo un espacio patrocinado por las grandes firmas del sector privado y las marcas del mercado del lujo. Regresando a Tom Wolfe -pero también a Monsiváis- la nueva capital del radical chic.