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Dada su apariencia, abundancia y prevalencia en diversos ecosistemas de México, los artrópodos han sido vinculados a mitos, creencias y descripción de lugares

Insectos y otras muchas alimañas prehispánicas de México

Insectos. Representación de Itzpapálotl (del náhuatl: Itspapalotl “mariposa de obsidiana” “itstli, obsidiana; papalotl, mariposa”), también llamada Itzpapalocíhuatl. Una importante diosa de la cultura Chichimeca relacionada con la guerra. Imagen de Google: https://previews.123rf.com/images/peterhermesfurian/peterhermesfurian2403/peterhermesfurian240300063/228895292–itzpapalotl–aztec–death–goddess–striking–skeletal–warrior–and–queen–of–the–tzitzimimeh–the–star.jpg).

No tenemos el registro preciso de las primeras representaciones de los insectos y otros artrópodos en las diferentes culturas prehispánicas de México. Lo que si es cierto es que conocemos una amplia y variada simbología que se manifiesta en esculturas, cerámica, arte ritual y dibujos de estos organismos sin esqueleto de seis, ocho y más patas que convivieron, usaron como alimento y medicina los Mexicas, Mayas, Toltecas, Perícues, Otomíes y muchas otras culturas. De igual forma, son interesantes los relatos y anécdotas de los cronistas e historiadores españoles sobre estos maravillosos seres, abundantes en la naturaleza y diversos en formas, tamaño y colores.

Se puede decir que los artrópodos incluyendo a los insectos son el grupo animal dominante en muchos ambientes del planeta, están presentes en selvas y bosques, cultivos, pastizales y áreas urbanas. En muchos ambientes los insectos son importantes para su funcionamiento ecológico ya que participan en la polinización de los cultivos, la degradación de la materia orgánica y el flujo en el suelo, la depredación y el control de plagas. De los cerca de 1.6 millones de especies descritas por la ciencia hasta momento el 80% son artrópodos. En México se estima que existen 3,200 especies de artrópodos de los cuales 550 especies son comestibles ya que son una fuente importante de proteína, grasa, vitaminas y minerales. Dentro de estos, se incluyen escarabajos, avispas y hormigas, arañas, chinches, chapulines, cigarras, ciempiés, moscas, libélulas y termitas, entre otros. El uso de estos organismos como alimento se conoce el desde tiempos prehispánicos, principalmente de las formas inmaduras como larvas y ninfas. Actualmente, se siguen utilizando en muchas comunidades rurales e indígenas.

Insectos. Figura 1. (a) Representación Mexica de las hormigas y que da nombre a la localidad de Azcapotzalco (imagen tomada de Google: https://www.google.com). (b) Representación en piedra de un alacrán conocido como cólutl o el “enroscado” (imagen tomada de Google: https://mxc.com.mx/wp–content/uploads/2019/03/insectos–arte–prehisp%C3%A1nico–4.jpg). (c) Pupa y adulto de una mariposa en el Códice Florentino, libro XI fol. 103v. El dibujo muestra la noción que tenían las culturas prehispánicas de la metamorfosis que sufren estos insectos en su desarrollo (imagen tomada de Google: https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fru.dgb.unam.mx%2Fbitstream%2F20.500.14330%2FTES01000801476%2F3%2F0801476.pdf&psig=AOvVaw3Xqnlzw6rN5FzULk4kZyHl&ust=1749930969210000&source=images&cd=vfe&opi=89978449&ved=0CBQQjRxqFwoTCMj08LGX740DFQAAAAAdAAAAABAE).

Dada su apariencia, abundancia y prevalencia en diversos ecosistemas de México, los artrópodos han sido vinculados a mitos, creencias y descripción de lugares. En la Ciudad de México, por ejemplo, se reconocen sitios con nombres de origen náhuatl relacionados con insectos como Chapultepec (cerro del Chapulín) y Azcapotzalco o lugar de las hormigas. Respecto a los mitos podemos citar a las mariposas (del náhuatl: Papalotl), que según los Mexicas se relacionaban con el fuego y eran los reservorios de las almas de los soldados muertos en combate. De igual forma, en la mitológica de esta cultura, las hormigas (ázcatl) tienen un papel central en el mito que relata el origen del maíz. Para el pueblo Nayeeri de la Sierra Madre Occidental, el alma de los difuntos se aleja volando del cuerpo material al adoptar la forma de un abejorro. Mientras que en la cosmovisión Maya, las arañas y sus telas representan el tejido de la vida, la placenta original de la diosa Ix Chel. Para varias culturas las chinches acuáticas son símbolo de fuerza, resistencia y conexión con la naturaleza.

De acuerdo con Fray Bernardino de Sahagún, en su libro Historia general de las cosas de Nueva España publicado entre 1540 y 1585 después de la conquista de México–Tenochtitlan, describe como él mismo dice diversas maneras de ser hormiga (Figura 1a). Hay hormigas que se crían en los árboles (llamadas cuauházcatl), hay hormigas negras de las tierras frías que muerden (tzicatl o tlilazálcatl) que en algunas partes se comen y por esa razón son llamadas azcamolli. También hay hormigas que se crían en las tierras cálidas y que destruyen los árboles. Estas andan en escuadrones como la gente dedicada a la guerra y son llamadas tzicatana o chicatanas. También hay hormigas que se crían debajo del suelo que tiene el abdomen en forma de vejiga llena de un líquido azucarado (necuházcatl) y que se consume como miel de abeja. Para los Mexicas las hormigas son un animal de mal agüero y en la tradición popular son responsables de los eclipses de luna y sol.

Entre los insectos destacados por su utilidad en las culturas prehispánicas se reconoce a la grana cochinilla (nocheztli). Este insecto llamado científicamente Dactylopius coccus, es un hemíptero parásito, perteneciente a la familia Dactylopiidae, que crece sobre nopales de los géneros Opuntia y Cereus. Estos insectos son criados desde tiempos ancestrales como tinte o carmín en la industria textil y alimenticia. En el México prehispánico el tinte se utilizaba para teñir textiles, decorar vasijas, templos y pintar manuscritos. De acuerdo con Francisco Javier Clavijero, en su obra Historia Antigua de México (1780–1781), la cochinilla necesita de mayor cuidado que los gusanos de seda y muchas veces durante el invierno son criadas en lugares cubiertos sobre partes de la planta que consumen y protegidos con zacate.

En náhuatl los alacranes son conocidos como cólutl que significa el “enroscado o el curvo” (Figura 1b). Estos animales aparecen profusamente representados en el códice Borgia o códice Yohualli Ehecatl (que data del de los años 900 a 1521 d. C.), así como en el templo de Venus en Cacaxtla, Tlaxcala. En la época prehispánica los alacranes eran considerados mensajeros del dios de la muerte y se relacionaba con la tierra, la oscuridad y el inframundo. Mientras que para los Mayas estaban relacionados con la diosa Ek Chuah, la diosa vieja, de la cacería y la lluvia. Estos peculiares animales han sido objeto de numerosos mitos y leyendas. De acuerdo con el viajero y testigo de la emigración francesa a México, Emile Chabrand (1843–1893), los indios aprecian mucho el sabor de los alacranes, quienes los comen tostados y los consideran un manjar delicioso.

Insectos. Figura 2. (a) Escultura Mexica en piedra representando un chapulín (imagen tomada de Google: https://www.mexicodesconocido.com.mx/wp–content/uploads/2023/09/chapulin_de_carneolita–900x578.jpg). (b) Mujer araña de Teotihuacán. Representación de una gran diosa de esta legendaria cultura (imagen tomada de Google: https://mxc.com.mx/wp–content/uploads/2020/05/mujer–aran%CC%83a–de–teotihuacan–1–1024x803.jpg).

En muchas culturas prehispánica las mariposas tienen un lugar privilegiado. Debido a su ciclo de vida conocido como metamorfosis se asocian con la transformación y la noción de cambio, por esta razón aparecen hermosamente representados de muchas formas (Figura 1c). De acuerdo Fray Bernardino de Sahagún, hay distintas maneras de ser mariposa. Las hay negras con pintas blancas (llamadas tlilpapálotl), las hay azules (texopapálotl), también las hay blanquecinas entre amarillo y blanco (iztacpapálotl) y otras muy pintadas con magníficos colores (huappapátotl). Por otro lado, Francisco Hernández de Toledo en su libro Historia Natural de la Nueva España publicado en 1632 y quién analizó las tradiciones de los indígenas, la geografía, el clima y los sitios arqueológicos del territorio mexicano, cuenta que existe un gusano llamado temictli que en náhuatl significa “sueño” o “gusano de seda”. Entre los Mayas y Zapotecos las mariposas están relacionaban con la guerra.

En esta breve historia de los artrópodos y otros insectos prehispánicos  no se puede olvidar a los chapulines (Figura 2a). Estos insectos, manjar de la culinaria en muchos estados de México, aparece representados en bellas tallas de piedra y el códice Florentino del siglo XVI. También hay un edificio conocido como el Edificio de los Chapulines en Cholula, Puebla. En varias narraciones se habla de distintas maneras de ser chapulín. Según Fray Bernardino de Sahagún, hay un chapulín en la Nueva España llamado zacatecuilichtli que canta diciendo chit chichi, chi, chit y que por lo general se comen. Según los relatos y tal como sabemos  hoy, existen muchas especies de chapulines grandes y pequeños que hacen parte del recetario rural e indígena de México.

Las abejas ocupan un lugar importante en la representación y mitología de las culturas prehispánicas. Los primeros españoles que desembarcaron en territorio mexicano cuentan que en estas tierras hay un abejorro llamado xicotli que produce miel en cuevas dentro de la tierra. Cuentan también que hay abejas llamadas mimiáhuatl que hacen miel en los árboles. Para los nahuas las abejas son seres delicados, son dioses que están ocupados y que proveen sustento a los humanos, por esta razón, sus panales no pueden ser cosechados por gente que tiene pesares o enojos ya que las abejas no quieren sufrimientos. En la cultura Maya, Kulubtún es el dios de la miel y el principal dios de las abejas y se cree que reside en Mabéntun, un lugar descrito como “un cenote de miel”. Para esta cultura las abejas se asocian a los cuatro rumbos o punto cardinales según su color: abeja roja (al Oriente), abeja blanca (al Norte), abeja negra (al Poniente) y la abeja amarilla (al Sur).

Para terminar este breve recorrido sobre los insectos y otras alimañas prehispánicas vamos a referirnos a las arañas y sus magníficas telas (Figura 2b). Para los Mayas en ocasiones Pauahtun, el cargador del cosmos lleva una telaraña para sostener el universo. Entre los nahuas a las arañas se asocian con el dios de la muerte (mictlantecuhtli) o señor del Mictlán. Según las crónicas españolas de la naturaleza y los animales de México, los pueblos indígenas reconocían una amplia variedad de lo que en náhuatl se conoce como tócatl o géneros de arañas. Según los Totonacos las arañas habitan el rumbo de los dioses creadores y le explican a las abuelas en los sueños cómo se hace el ombligo de los niños.

Hasta aquí el complejo entramado de historias, mitos, dioses y usos de estos pequeños e importantes seres con los cuales compartimos el planeta.

*Red de Ecoetología

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