
En 2019 La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 2021-2030 como la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas, ante la creciente degradación y destrucción de los ecosistemas. Esta medida a nivel mundial es una estrategia para luchar contra el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria, el suministro de agua ya la diversidad (https://www.unep.org/es/noticias-y-reportajes/comunicado-de-prensa/nueva-decada-de-la-onu-para-la-restauracion-de-los). Ante esta iniciativa, México participa creando el Programa Nacional de Restauración Ambiental 2025-2030 (PNRA 2025-2030). En este Programa se adopta el término de “restauración ambiental” para referirse al proceso orientado a detener y revertir la degradación de los ecosistemas, con el propósito de mejorar los servicios ecosistémicos y recuperar la biodiversidad (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). 2025. Programa Nacional de Restauración Ambiental 2025-2030. 96 pp.). Así mismo, establece que la restauración ambiental será un pilar del desarrollo sustentable, asegurando medios de vida dignos y resilientes para la población, en convivencia plena y respetuosa con todas las formas de vida.
Entre los principios para promover el bienestar social en el PNRA está el de estimular y fortalecer la participación de las comunidades locales en la toma de decisiones, incluyendo la implementación y el monitoreo de proyectos de restauración, integrando a las mujeres en las estrategias de restauración ambiental, promoviendo equidad en la toma de decisiones, el acceso a recursos y el reconocimiento del papel fundamental en la conservación y restauración de los ecosistemas, no solo como beneficiarias, sino como agentes de cambio en su localidad.
Las actividades de restauración deben tener la participación de la comunidad, apropiándose del proyecto porque serán los vigilantes innatos para su mantenimiento y conservación. En este contexto, la participación de las mujeres es una oportunidad para recuperar a los ecosistemas y para llevar los beneficios a sus hogares, como son el arreglo de su vivienda, uniformes para sus hijos, tener para la comida y cooperar en el gasto para alcanzar una mejor calidad de vida, entre otras actitudes.

Inicialmente, en la comunidad nos comentaron que trabajar en la restauración era trabajo para hombres y que las mujeres no aguantarían estar en el rayo del sol, mojadas hasta la cintura y enlodadas. Esta perspectiva cambió, y ahora hay grupos de mujeres que están participando en la restauración de manglares en Isla Arenas, Campeche. También en el norte del Estado de Veracruz en Tuxpan en la Isla de las Mojarras donde se están restaurando 10 hectáreas de manglar con la participación de 20 a 25 mujeres e igual número de hombres.
En talleres previos de capacitación, las mujeres mostraron un gran interés por aprender a utilizar las herramientas y equipos para llevar acabo las actividades de restauración. Por lo que la participación de las mujeres en los proyectos de restauración de manglares, no solo ha contribuido a la recuperación del ecosistema, sino que también ha fortalecido su papel como líderes comunitarias. Este proceso les ha permitido generar ingresos que han destinado a la educación de sus hijos y a la mejora de sus viviendas, reflejando un impacto positivo tanto en el entorno natural como en el bienestar de sus familias.