Academia

Jossue Ortiz encabeza el proyecto de divulgación “Biophylia”, que emplea diversos recursos artísticos y de cultura pop entre sus integrantes, jóvenes investigadores interesados e involucrados en hacer comunicación de la ciencia

“En gremio científico no todos tenemos la capacidad de hacer divulgación”; en Biophylia se apela a la creatividad

Científico y divulgador Jossue Mizael Ortiz Álvarez ha realizado diversos estudios en el campo de la microbiolgía, además de emprender el proyecto de Biophylia. (Cortesía)

Este trabajo no es fácil y Jossue lo sabe. La comunicación de la ciencia es una empresa que requiere herramientas que no todos los científicos (as) tienen, quieren o logran desarrollar. Sin embargo, la paradoja de nuestro tiempo se encuentra en la cada vez más relevante misión de transmitir a la sociedad lo que los investigadores e investigadoras del país realizan, no sólo para el aumento del conocimiento universal y la cultura científica, sino también para conocer cómo el beneficio en su vida diaria. Jossue Ortiz está consciente de ello, por lo que junto con la doctora Jazmín Murcia Garzón, también su esposa, ha decidido emprender una misión no imposible.

Investigador por México, ha realizado diversos estudios en el campo de la microbiolgía de bacterias y de levaduras, así como en evolución de proteínas y del genoma. Adicionalmente, Jossue Mizael Ortiz Álvarez ha puesto en marcha otro proyecto educativo y de comunicación de la ciencia llamado “Biophylia. Adictos al descubrimiento”, un espacio novedoso, sui generis y sobre el que nos platica en entrevista con Ciencia por México.

Biophylia nació en 2023 por iniciativa de ambos investigadores, relata. “Como parte de nuestra labor científica y de nuestro trabajo de equipo, vimos que parte de las problemáticas en México que impiden a la población acercarse a la ciencia es la insuficiencia de divulgación y divulgadores, que sirvan de enlace de lo hecho en la academia y traduzcan el lenguaje técnico a uno más digerible”. Lo anterior, añade, es consecuencia además de la falta de cultura científica en el país.

El interés por hacer divulgación y comunicación de la ciencia vino a su vez con la solicitud del extinto Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de que los investigadores con apoyo o adscripción a la institución llevaran a cabo estas actividades.

“Muchos empezaron a hacer divulgación y generar contenido en redes sociales. Si bien siempre ha habido divulgadores destacados como Julia Tagüeña o Antonio Lazcano, el gremio todavía es pequeño, por ello, decidimos formar parte de esta comunidad”.

El nombre de Biophylia ­–que nos recuerda al álbum de Björk de 2011– originalmente reflejaba un interés por la divulgación de temas biológicos, dado el perfil de investigación de Jossue y Jazmín, pero se convirtió en un proyecto multidisciplinario, donde además convergen expresiones artísticas y de cultura pop.

Actualmente, Biophylia se conforma por más de 30 investigadores (as) –entre los cuales varios eran estudiantes en sus inicios– que incluyen historiadores, artistas, fotógrafos, ingenieros químicos, economistas y médicos, relata.

“Es algo muy curioso porque más allá del proyecto tienen una característica muy distintiva: además de utilizar herramientas para la divulgación científica, emplean manifestaciones artísticas como dibujo, cuento, maquillaje artístico, fotografía, ensayos y más”.

–Pero, específicamente, ¿cómo lo hacen?

–Buscamos cualquier herramienta que pueda ser utilizada para hacer divulgación, desde la más sencilla como un un carrusel de ‘slides’ en redes sociales empleando un conducto artístico hasta cuentos.

Miembros como Melissa Vázquez Carrada, ejemplifica, realizan sus propios dibujos e ilustraciones; en tanto que Jazmín Murcia, hace performance con maquillaje artístico. “Una vez explicó el descubrimiento del LCD, por Albert Hofmann, y cómo probó sus efectos: fue maquillándose para reflejar los efectos que habría sentido el químico suizo”. También abordan temas como la muerte, desde la biología y la fotografía artística; la flexibilidad y la creatividad son parte intrínseca de Biophylia.

No todos tienen el interés o talento para dibujar o hacer performance, añade, pero son muy buenos ensayistas y escritores, quienes realizan cuentos para comunicar ciencia. “Tenemos una página web que alberga el contenido literario de los ‘biofílicos’”.

“COMADREANDO”.

También realizan encuentros con invitados en conversaciones que buscan salirse de lo convencional, acota. “Reestructuramos esa faceta de tener invitados con nosotros, dejar un poco el webinar convencional y utilizar una especie de parodia de programa de chismes”. A partir del programa televisivo “Ventaneando”, Jazmín Murcia tuvo la idea: “Y si le cambiamos el nombre a ‘Comadreando’ y hacemos una especie de programa de chismes del espectáculos, pero con invitados y corresponsales científicos, artistas, economistas…”.

También generan su contenido desde sus prácticas de campo o al hacer actividades deportivas en exteriores, como prefiere el propio Jossue. “Me gustan los deportes extremos y aprovecho muchas salidas para grabar o tomar imágenes que expongan la riqueza cultural y natural de México y de otros países”.

Esta flexibilidad y creatividad han permitido al grupo realizar divulgación del conocimiento de diversas maneras. “Es un proyecto que va caminando y ya está en varias redes sociales, aunque también llevamos a cabo actividades presenciales”.

Las puertas están abiertas a quienes deseen integrarse, a quienes tengan el deseo de hacer comunicación de la ciencia y divulgación, pero que no han encontrado las vías para hacerlo, apunta el biólogo. “A veces se nos dificulta cuando lo haces solo, pero a nosotros nos gusta el colectivismo, por lo que también apoyamos a quienes quieran mejorar sus técnicas de divulgación. La meta es que en algún futuro logremos ser un referente en la divulgación científica de Hispanoamérica”.

EL REQUISITO DE DIVULGAR.

La comunicación y divulgación de la ciencia en la academia han ganado espacio e interés en los últimos años, las plataformas y nuevos medios digitales han contribuido a ello. Está ocurriendo un cambio generacional donde cada vez más jóvenes investigadores integran estas actividades a su trabajo, aunque hay claroscuros que Jossue Ortiz puntualiza y ha observado desde dentro del sistema de ciencia, que es común para muchos.

“Efectivamente, veo un cambio sustancial en el interés de las personas –en especial de los jóvenes investigadores– por hacer divulgación científica, también he visto que los investigadores consolidados se involucran más”.

Muchos, apunta, son motivados por los requisitos de sus instituciones y de los solicitados desde el ex Conacyt, ahora Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI). Este escenario tiene componentes positivos y negativos, menciona.

Científico y divulgador Jossue Ortiz aprovecha sus salidas en campo para realizar contenido relacionado con la conservación. (Cortesía)

La parte positiva es la actividad por sí misma, que ayuda a incrementar la cultura científica de la población y a los investigadores a salir de su ensimismamiento en el laboratorio o escritorio de trabajo. “El contacto social con la población es muy importante, puesto que genera otras perspectivas de la vida”, dice.

Los puntos negativos de la divulgación científica como lo solicitan las instituciones, añade por otra parte, es que se puede desdibujar la intención original. “En gremio científico no todos tenemos la capacidad de comunicar, quizá por desinterés, pero más bien porque no todos tenemos la habilidad o los medios para hacerlo”.

Los investigadores se preparan para intercambiar puntos de vista con sus pares, dar clases o conferencias a estudiantes, pero transmitir lo que hacen a un público no especializado es diferente.

“En ocasiones este requisito solicitado desde la institución provoca una divulgación menos orgánica, con una generación de contenidos poco original, de poca calidad y menor rigurosidad. Se generan productos de divulgación sólo para cumplir.

Tenemos que entregar puntos y nos tienen que ‘rankear’. Conservar este esquema y que sea un requisito para­ mantenerte en el SIN, ejemplifica, genera muchos vicios, por lo que la divulgación científica se desvirtua”. De esta forma, agrega, han observado contenido redundante e incluso “simplista”, de baja calidad que impide alcanzar la meta de la divulgación.

“Como todo hay cosas que mejorar. Antes no veíamos tanta divulgación científica y eran pocos quienes la hacían; ahora tenemos más y se difunde a través de redes sociales, pero es necesario refinarlo”.

Biophylia. Adictos al descubrimiento Dibujo de Jazmín Murcia.

COMPRENDER EL MUNDO.

Biophylia es un espacio para científicas (os) que comunican no sólo a sus pares, si no que buscan expandir su labor a amplios sectores de la población, en especial a quienes no tuvieron acceso a la educación superior, pero que tienen interés por saber, señala Jossue Ortiz.

“Es una forma de democratizar el conocimiento. Para nosotros, que un vendedor de tacos nos vea es misión cumplida, esa debería ser una de las metas de la divulgación científica”, refiere el académico, quien invita a la audiencia a acercarse a la cultura científica y no dejarla en un segundo plano.

“No sólo porque la ciencia facilitar nuestro mundo y nuestra calidad de vida como sociedad, sino porque además de democratizar el conocimiento, nos permite coexistir mejor entre seres humanos y la naturaleza... Creo que la ciencia es para eso, para comprender el mundo y la naturaleza, no para ser su dueño, sino para comprenderlos y coexistir”.

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