
Introducción
Una niña acompañaba a su madre, bióloga experta en libélulas, a su lugar favorito: un parque infantil con una laguna artificial junto a la playa (Figura 1).
Su madre llevaba varios años estudiando a Ischnura graellsii (Figura 2), una pequeña libélula que solo vive en España y el norte de África.
Allí podía moverse con total libertad mientras ayudaba a su madre en los muestreos científicos (Figura 3). La niña aprendía a observarlas con cuidado, escribir datos sobre cada ejemplar —como su color y sexo— y colocarlas en frasquitos para llevarlas al laboratorio. Allí serían estudiadas antes de ser liberadas de nuevo, sin causarles daño (Figura 4).

El descubrimiento
Ese día, mientras anotaba junto a su madre, la niña se preguntó:
—Mamá, ¿qué pasaría si no hubiera libélulas?
Su madre la miró y explicó:
—Las libélulas no son solo bonitas —dijo—. Son depredadores muy importantes. Sus larvas, que viven en el agua, comen insectos pequeños, como larvas de mosquitos, y los adultos cazan insectos voladores. Cuando las libélulas comen insectos, ayudan a controlar cuántos hay. Sin ellas, los insectos crecerían sin control, dañarían las plantas y los animales que dependen de la laguna podrían tener problemas para sobrevivir. Por eso las libélulas ayudan a mantener todo en equilibrio.

—¿Pero por qué no hay libélulas por todas partes? —preguntó la niña.
—Porque algunas especies solo viven en aguas limpias y bien cuidadas, por lo que su presencia indica que el agua es de buena calidad. Y no solo eso: donde hay libélulas sensibles, normalmente hay o podría desarrollarse una alta biodiversidad, con muchas otras especies de plantas, peces, ranas y aves viviendo bien. Por eso observarlas nos permite saber si la laguna y su entorno están saludables y equilibrados, convirtiéndolas en pequeñas guardianas del ambiente.
—¡Ah! —dijo la niña—. Entonces las libélulas no solo son bonitas, ¡también ayudan a que todo esté equilibrado y a cuidar el planeta!

Reflexión final
La niña sonrió mientras observaba una libélula posada sobre una hoja. Aunque fueran pequeñas y delicadas, tenían un papel enorme en el parque, en la laguna y en la naturaleza. En ese momento, decidió que quería ser ecologista cuando fuera grande, para cuidar el planeta y todas las criaturas que lo habitan.