
Con frecuencia escuchamos que existe una crisis medioambiental y, al mismo tiempo, hemos escuchado sobre especies en peligro de extinción: desde los jaguares en las selvas del sur de México, hasta la vaquita marina en el Golfo de Baja California. Pero rara vez escuchamos formas de vida más discretas, como lo son los peces de agua dulce.
En el país, de acuerdo con la legislación en la materia, se reconocen alrededor de 180 especies de peces de agua dulce en riesgo. De entre todos esos peces, sobresalen los denominados goodeidos, peces conocidos como “mexcalpiques” o “tiros”, entre otros nombres regionales. Estos pequeños peces viven prácticamente de manera exclusiva en cuerpos de agua dentro del eje Neovolcánico y parte de la Sierra Madre Occidental.
Pero se preguntarán: ¿Qué es lo que hace tan especiales a estos peces? Bueno, además de vivir solo dentro del país (es decir, son endémicos de México), tienen otras particularidades, como que presentan fecundación interna y son vivíparos, por lo que sus crías nacen directamente desde la madre, al igual que nosotros los humanos, y pesar de vivir en un área geográfica relativamente pequeña, son muy diversos, pues representan poco más de 50 especies distintas.
Los fenómenos que hacen que estos (y otros) peces estén en peligro son de diversa naturaleza. La mayoría de las especies de mexcalpiques viven en manantiales, arroyos y pequeños cuerpos de agua de montaña, ecosistemas muy localizados y frágiles. En las últimas décadas, muchos de estos sistemas han sido drenados, canalizados o modificados de otras maneras para el abastecimiento humano y agrícola, fenómeno que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Michoacán, Guanajuato, Jalisco, y en general en todo el país. Básicamente, cuando un manantial se seca o entuba, la especie que dependía de él pierde todo su hábitat. Un ejemplo es el caso del pez picote Tequila (Zoogoneticus tequila), cuyo hábitat original, los manantiales de Teuchitlán en Jalisco, fueron drenados parcialmente, y la especie se salvó de desaparecer solo porque existían ejemplares vivos en cautiverio.
Otra actividad que pone en peligro a los goodeidos, es la introducción de especies de peces exóticos o invasoras que alteran el equilibrio de los ecosistemas. Tilapias, carpas, bagres, guppys y otros peces ornamentales se han introducido masivamente en las mismas cuencas donde habitan estos peces. Estos organismos introducidos compiten por alimento, desplazan y/o depredan a los goodeidos. En cuerpos de agua pequeños o aislados, basta la introducción de un solo depredador para causar la extinción local. Además, muchas especies exóticas transmiten patógenos y parásitos para los que los mexcalpiques no tienen defensas naturales. Esto último ha pasado con el picudo tarasco (Zoogoneticus purhepechus), el cual se encuentra parasitado actualmente por un cestodo introducido, la taenia asiática, Schyzocotyle acheilognathi, que originalmente fue introducido a México con carpas exóticas infectadas. Este es un parásito de considerable tamaño que, en peces pequeños, como los goodeidos, les puede causar bloqueos intestinales que pueden causar su muerte o, si llegan a sobrevivir, el parásito estará compitiendo por los nutrientes que el pez necesita para mantener sus defensas activas y reproducirse.
Éste último tipo de amenazas, las de parásitos introducidos, nos puede pasar inadvertida, pues no es tan evidente como el apreciar como un río se contamina, y requiere estudios específicos para entender si esa amenaza está afectando a más especies, y con más grupos de parásitos. Un grupo de parásitos de especial interés para estos estudios, son los llamados Gyrodactylus. Estos gusanos planos son virtualmente microscópicos y transparentes, lo que hace que incluso entre los parasitólogos, sean poco estudiados. Pero a pesar de su tamaño, dado que se alimentan de las mucosas y el epitelio de los peces, pueden causar lesiones que se terminan infectando y con ello generan estrés fisiológico y en casos extremos, ocasiona la muerte del pez infectado. Los Gyrodactylus además, se transfieren con facilidad, pues paren crías listas para infectar a otro pez casi de inmediato, se transfieren por contacto directo, y algunas especies de estos gusanos son capaces de parasitar hasta 16 especies distintas de peces. La transferencia de estos parásitos ya ha resultado en desastres ecológicos. En los años 70-80’s, se introdujo a Noruega la especie Gyrodactylus salaris a poblaciones de salmón que originalmente no tenían este parásito, lo que llevó a que, en ríos noruegos, llegaran a presentarse mortalidades superiores al 90% de juveniles en los salmones locales. Volviendo a los goodeidos, hasta el momento no existe evidencia de transferencia de estos gusanos desde especies introducidas, pero solo se ha hecho un único estudio al respecto, por lo que conviene monitorear activamente esta situación, antes de que pueda ser demasiado tarde.
Los mexcalpiques representan una parte única del patrimonio natural de México. Estudiar los factores que amenazan su supervivencia sin dejar de lado el parasitismo es fundamental para protegerlos. Cada especie perdida significa una pieza menos en el rompecabezas de la biodiversidad. Conservarlos implica no solo limpiar y proteger los cuerpos de agua, sino también entender las complejas relaciones biológicas que los mantienen en equilibrio.
*Guadalupe García Arguello1, Miguel Calixto Rojas2, Miguel Rubio Godoy3, Ismael Guzmán Valdivieso3, Juan J. Barrios Gutiérrez4, Ismael Edoardo Sánchez González5, Carlos D. Pinacho Pinacho6
1Licenciatura en Biología, Universidad Veracruzana.
2Posdoctorado Secihti, Instituto de Ecología, A.C., Red de Estudios Moleculares Avanzados.
3Instituto de Ecología, A.C., Red de Biología Evolutiva.
4Doctorado en Ciencias, Posgrado Instituto de Ecología, A.C., Red de Estudios Moleculares Avanzados.
5Maestría en Ciencias, Posgrado Instituto de Ecología, A.C., Red de Estudios Moleculares Avanzados.
6Investigador por México, Secihti, Instituto de Ecología A.C., Red de Estudios Moleculares Avanzados
