
Tradiciones culturales como la Navidad influyen en los juicios morales de los niños sobre el consumo de animales, señala estudio publicado en “Social Psychological and Personality Science”, el cual refiere que la infancia es un período crucial para la negociación de valores complejos en torno a la aceptabilidad cultural del consumo de carne.
Las investigaciones de la Universidad de Exeter muestran que los niños pequeños generalmente muestran una mayor preocupación moral por los animales que los adultos y, a menudo, piensan que no es aceptable comerlos y les cuesta aceptar la idea de comer animales que cuidan.
Sin embargo, cuando se enfatiza la importancia cultural de un evento significativo, como la cena de Navidad u otras celebraciones tradicionales, los niños se vuelven más receptivos al consumo de carne y justifican cada vez más su consumo basándose en la tradición en lugar del bienestar animal.
“Nuestra investigación reveló que los niños están muy sintonizados con las normas sociales y las prácticas grupales. Al participar en eventos culturalmente significativos como la Navidad, aprenden a priorizar las necesidades y valores humanos sobre el bienestar animal y, gradualmente, alinean su razonamiento moral con las expectativas sociales”, señala Alex Carter, investigador principal y estudiante de doctorado de la Universidad de Exeter.
El estudio Values Over Virtues: How Children Trade Off Their Moral Concern for Animals With the Importance of Human Eating Practices se publicó en “Social Psychological and Personality Science”.
RITUAL CULTURAL.
A medida que los niños crecen, la exposición repetida al consumo de carne y a los rituales culturales conlleva un cambio de perspectiva. Descubrimos que los adolescentes y los adultos muestran menor variación en su razonamiento moral sobre el consumo de animales, considerándolo aceptable independientemente del contexto cultural.
A menudo se centran en necesidades biológicas como la salud y las proteínas, o en la idea de que comer carne es una tradición arraigada, en lugar del estatus moral de los animales. Para ellos, el “consumo de carne se convierte en una práctica rutinaria, y ya no son necesarias otras pautas culturales para justificarlo”.
La investigación se llevó a cabo en dos estudios: el primero con 597 participantes en el Reino Unido de entre ocho y 85 años (130 niños, 145 adolescentes y 154 adultos). El segundo estudio se centró en 168 niños de entre cuatro y siete años. A los participantes se les mostraron historias que representaban situaciones en las que se comían animales, ya sea en ocasiones especiales o en contextos cotidianos, y luego se les preguntó sobre la aceptabilidad de comer esos animales y el valor moral del animal consumido.
“Niños y adolescentes completaron una encuesta en un aula. Recibieron el consentimiento de sus padres o tutores para participar y dieron su consentimiento el día de la prueba”, señala el estudio. Los participantes adultos se registraron a través de Prolific Academic y dieron su consentimiento informado antes de completar la encuesta. Los participantes adultos recibieron una compensación de 1.50 libras por su participación.
“Al inicio del experimento, se les entregaron preguntas de entrenamiento para ayudarlos a comprender el tipo de preguntas y el formato de respuesta. La encuesta incluyó preguntas de control de atención para todos los participantes, y en la encuesta en línea para adultos, se incluyó una verificación de bots”.
Primero, se mostró a los participantes una viñeta con la imagen de un ave desconocida para ellos, con el nombre ficticio de “Harven”, junto con la imagen de un personaje humano, descrito comiendo a “Harven”. Se seleccionó un ave ficticia para garantizar que los participantes no tuvieran contacto previo con el animal ni ideas preconcebidas sobre él. “En la viñeta, manipulamos la importancia cultural de la práctica alimentaria humana en la que el individuo hipotético eligió comer el animal, así como el contexto cultural en el que se llevó a cabo dicha práctica”.
RELEVANCIA CULTURAL.
La manipulación central del estudio fue el énfasis en la importancia cultural de la práctica alimentaria humana dentro del escenario hipotético, refiere el artículo. La condición de “Importancia Baja” no hizo referencia a la importancia cultural de la práctica alimentaria, simplemente indicando que el personaje humano come Harven como parte de un día laborable normal.
La condición de “Importancia Alta” vinculó explícitamente el consumo de Harven con una ocasión de gran importancia humana, indicando que el personaje come Harven en una celebración cultural especial.
Los investigadores destacan el importante papel de la socialización cultural en la formación de actitudes hacia los animales y la comida. Sus hallazgos sugieren que combinar alimentos de origen vegetal con ocasiones de gran importancia humana podría ser una estrategia prometedora para promover hábitos alimentarios sostenibles.
Si bien la investigación proporciona información valiosa, sus hallazgos se ven limitados por el enfoque en tradiciones occidentales como la Navidad. Los investigadores instan a una mayor exploración de cómo las diferentes prácticas culturales y religiosas influyen en el desarrollo moral y la elección de alimentos en las sociedades.