
Para los capis Álvaro y
Martín de Jesús
Apenas estaba iniciando la investigación del accidente de aviación ocurrido el pasado 4 de noviembre en el que fallecieron Juan Camilo Mouriño y un grupo de funcionarios más, cuando Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes, recomendaba prudencia y paciencia, pues —aseguró— esta investigación tardará al menos 11 meses, empero el propio secretario rompió su recomendación para salir a afirmar que los responsables del accidente habían sido los pilotos por su “impericia”.
Aún más, afirmó, “ya se detectó que uno de los pilotos revalidó su licencia mediante procedimientos presuntamente irregulares”, procedimientos que —dijo— habrían ocurrido entre octubre de 2007 y marzo de 2008 y que “forzosamente tuvieron que ser avaladas por personal de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC)”. Acto seguido, los funcionarios acudieron a presentar una denuncia contra sí mismos en la Secretaría de la Función Pública.
En unos cuantos días pasamos, pues, de la mesura a casi culpar a los pilotos, quienes por cierto, son los únicos que no pueden defenderse ni explicar qué fue lo que pasó. Por ejemplo, no es extraño que en la aviación ejecutiva un comandante de 12,000 horas de vuelo le ceda el asiento izquierdo a un copiloto de 3,000 y que le vaya explicando cómo funciona la computadora del avión. ¿Cómo aprenden a volar si carecen de escuelas de aviación al alcance de su bolsillo? Y eso no significa necesariamente que carezcan de pericia.
Lejos de querer adelantar vísperas, lo que la SCT debería hacer es revisar atentamente el entorno en el que se dio el accidente, un indicio es seguramente esas “graves irregularidades” de las que habla el señor secretario, pues seguramente no son las únicas ni lo más grave que han ocurrido en el sector aéreo nacional en los últimos años.
Hace mucho que los controladores de Tránsito Aéreo han insistido en sus denuncias sobre la falta de personal, la ausencia de capacitación adecuada, las fallas del sistema de radares y la administración deficiente con que cuenta Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM). Siempre que se toca el tema, los responsables (?) aluden a “grillas”, “mala voluntad”, “intereses”, pero nunca han hecho frente a la verdad que hay en el fondo: un absoluto desprecio de nuestros gobernantes a lo que ocurra en el sector aéreo nacional.
Y ese desprecio se evidencia también en la forma como se han desentendido de la situación por la que atraviesa el sector, desde que hace 3 años decidieron subastarlo al ¿mejor? postor y repartieron concesiones como caramelos en una feria.
¿Quién va a ir a presentar la denuncia para que se investigue a las licitaciones patito, a las aerolíneas patito, a las escuelas de aviación patito, a los aeropuertos patito y a los funcionarios patito? Seguramente el ex secretario Pedro Cerisola, quien adoraba a los patitos.
Este es el verdadero atentado contra quienes murieron el 4 de noviembre. Esa dejadez, esa falta de probidad, ese desprecio por las instituciones que nos legaron hombres más visionarios que los que hoy gobiernan el país. Instituciones como el CIAAC, como Medicina de Aviación, como los equipos que negociaban nuestros bilaterales, como lo que era la DGAC antes de que la dejaran morir de inanición por falta de presupuesto y de sentido de industria nacional.
El problema de fondo (y es urgente) es que las cosas siguen estando igual que antes del 4 de noviembre, es decir, la seguridad está en entredicho. ¿Quién sigue?, ¿qué sigue? ¡Por favor!: es hora de tomar las cosas en serio
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