Escenario

Estíbaliz Urresola desvela en la Berlinale su defensa de la diversidad sexual

COBERTURA. La directora española desveló hoy ante la Berlinale su película ‘20.000 especies de abejas’, aspirante a los Osos del festival berlinés

cine

Patricia Lopez Arnaiz, la cineasta Estibaliz Urresola Solaguren, Sofia Otero, Itziar Lazkano, Ane Gabarain en la premier de ‘20.000 especies de abejas’

Patricia Lopez Arnaiz, la cineasta Estibaliz Urresola Solaguren, Sofia Otero, Itziar Lazkano, Ane Gabarain en la premier de ‘20.000 especies de abejas’

EFE/EPA/CLEMENS BILAN

La directora española Estíbaliz Urresola desveló hoy ante la Berlinale su película 20.000 especies de abejas, aspirante a los Osos del festival berlinés, con una defensa de la diversidad sexual, también entre los niños.

Mi deseo fue aportar algo, desde mi ámbito de trabajo, que es el cine, a la tarea de aproximar posiciones que aparentemente están muy distantes”, explicó la cineasta, tras la proyección para los medios de su filme.

El cine puede ser una “herramienta” para “acercar realidades múltiples”, añadió Urresola, cuyo filme recorre “múltiples despertares” en torno a la transexualidad.

La directora (Bilbao, 1984) describe en su filme la vida interior y entorno familiar, escolar y social de Aitor, el niño que interpreta Sofía Otero, que no se siente cómodo ni con ese nombre ni con el neutral de “Cocó”, como también le llaman.

El filme de la directora es, en realidad, una película coral, centrada en un núcleo familiar, donde la madre -Patricia López Arnaiz- representa la aceptación del derecho a la diversidad, mientras que el padre -Martxelo Rubio- considera que con ocho años es pronto para darle paso a la “Lucía” que Aitor lleva dentro.

Lee también

‘Manodrome’ envuelve la Berlinale en un manicomio de masculinidades tóxicas

EFE/Gemma Casadevall en Berlín
Presentación de 'Manodrome'.

Son dos de las posiciones “distantes” que aparecen en la película, junto con los de la abuela católica practicante -Itziar Lazcano-- y una tía apicultora -Ane Gabaraín-, reveladora de múltiples diversidades.

Conviven en su película muchas miradas sobre la transexualidad, de la restrictiva a la tolerante, en una familia bien estructurada, donde domina el amor incluso entre quienes no entienden qué le ocurre a Aitor, sea por conservadurismo o por temor a los problemas que el acarreará, incluida en la escuela.

El peso recae en Sofía Otero, tal como en la película mexicana a competición, Tótem, lo hizo en Naime Sentíes, en su papel de hija de un hombre joven, agónico, a la que su familia prepara una fiesta de cumpleaños, con todos los seres queridos, hermanos, amigos, colegas, su pareja y además de la niña.

La mirada de ambas niñas emocionaron a la Berlinale, con dos exponentes de cine sencillo y cercano. La mexicana Lila Avilés lo hace desde el dinamismo, con un guion donde cada uno de sus personajes se definirá en unos pocos trazos.

Urresola, a su vez, plantea todo un organigrama familiar, con dominio de la constelación femenina, sobre un matrimonio que además del cruce de identidades de Aitor -o Lucía- está apuntando a una separación y otros conflictos.