Escenario

Joan Manuel Serrat se despide de México: “Fue un placer haberlos conocido”

ESPECIAL. Larga crónica de la despedida del emblemático cantautor catalán de la CDMX con un prolífico concierto en el Auditorio Nacional que reunió en canciones todos los agradecimientos y valores de su carrera

música

Joan Manuel Serrat hizo un recorrido especial por su historia, abarcando momentos biográficos y dando vida a las canciones que lo hicieron grande.

Joan Manuel Serrat hizo un recorrido especial por su historia, abarcando momentos biográficos y dando vida a las canciones que lo hicieron grande.

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Joan Manuel Serrat llegó a la ciudad de México en 1969 como parte de una pequeña gira que incluyó presentaciones en el Palacio de Bellas Artes y un concierto histórico en la Facultad de Química (en el Auditorio Justo Sierra) en octubre de ese mismo año. El 29 de septiembre de 1975, regresó al país pero esa visita coincidió con el fusilamiento de tres militantes de las FRAP y dos de ETA por parte del régimen del dictador Francisco Franco, en España.

Serrat fue solicitado a opinar sobre eso desde el aeropuerto de la ciudad de México y en sus declaraciones repudió la pena de muerte y “la violencia establecida y oficial”, sin saber las consecuencias de sus palabras que desembocaron en represalia del gobierno español. Se libró una orden de aprehensión en su contra, se le vetó en España y le impidieron regresar.

México les dio asilo político a pensadores, poetas, periodistas, pintores y cineastas, por mencionar algunos, quienes cruzaron el atlántico desde 1939, “yo no llegué en un barco, yo llegué en el año 69 y en el 75 me tuve que quedar a raíz de los últimos asesinatos legales del franquismo, a causa de unas declaraciones me veo obligado a quedarme porque se me abrió un proceso por injurias hacia el estado. Me quedo aquí. En México encontré mi casa”, recordó el cantautor en una entrevista a Crónica Escenario en el 2014.

VIAJE A LAS MEMORIAS DE LA INFANCIA

La noche de este miércoles, con 78 años de edad y una historia de amor con México, comenzó su despedida de la capital del país con un concierto en el Auditorio Nacional (el primero de dos) que no solo brilló por lo meramente emotivo, sino por la selección de temas que representaron perfectamente los valores por los que su música se consagró y una forma de agradecimiento a las figuras más influyentes de su carrera.

Basta con el inicio. Apagadas las luces, el público con las emociones contenidas pero los gritos rebotando por todo el recinto vieron pasar a la leyenda de la canción de autor que llegó con su traje gris y la mano en alto para saludar a sus fanáticos a ritmo de “Dale que dale”, ese tema que apareció en su disco Hijo de la luz y de la sombra (2010), en la cual rendía un nuevo homenaje al poeta Miguel Hernández.

Este tema que es una adaptación del poema “El silbo del dale”, es un tema sobre la persistencia en la vida que es su carta de presentación para la velada. Con este tema llegó Serrat con una sonrisa altiva, el cual usa anáforas para lograr un efecto ascendente en su adaptación musical, con la idea de que todo lo que se mueve lo hace para mejorar hasta buscar lo sublime: “Dale que dale Dios, hasta la perfección”, cierra la letra.

“Qué gusto que estén aquí, quiero darles las gracias, no solo por la compañía de esta noche sino por la compañía que me han dado en tantas y tantas ocasiones a lo largo de mi vida”, dijo a su público que se entregó en aplausos desde el primer momento. Siempre con tono humorístico (especialmente referentes a su edad) a lo largo de la noche compartió una serie de anécdotas que hicieron mucho más memorable el momento del adiós.

“Es un gusto estar aquí despidiéndome personalmente… como corresponde… Pero que quede claro que el de esta noche no va a ser mi último concierto… queda el de mañana. No va a ser el último, al menos eso espero… Pero en el caso poco probable y deseable de que no lleguemos al final del concierto… ustedes siempre podrán presumir: ‘Yo estuve allí’... ‘yo le vi caer’... De modo que en previsión de hechos desagradables guarden ustedes sus boletos. No se les va a devolver el importe, pero siempre podrán presumir de haber estado aquí con nosotros esta noche. Muchas gracias. Bienvenidos y de nuevo buenas noches”, así terminó las palabras de bienvenida para un recorrido musical de otro nivel.

La remembranza comenzó hacia su pasado más lejano y dio vida a “Mi niñez”, tema que da nombre a un disco lanzado en 1970, en el cual recuerda de forma solemne y melancólica a sus mascotas, los veranos en Aragón y hasta sus primeros amores: “Crucé por mi niñez imitando a mi hermano/Descerrajando el viento y apedreando al sol/Mi madre crió canas/pespunteando pijamas/mi padre se hizo viejo, sin mirarse al espejo/y mi hermano se fue/de casa por primera vez”, cantó con los ojos brillosos en medio de una poderosa instrumentación con vientos relucientes y violines evocadores del pasado. 

En las canciones hubo homenajes implícitos para su abuelo, su madre y su padre.

En las canciones hubo homenajes implícitos para su abuelo, su madre y su padre.

ADRIÁN CONTRERAS

LA RELACIÓN CON SUS PERSONAJES

“Los recuerdos suelen contarte mentiras”, comenzó serio para después provocar la risa, “no les digo tanto, es un plagio, un plagio mío a (Atahualpa) Yupanqui”, dijo y reflexionó sobre su música: “Mis canciones, que también son suyas, de cada uno, porque ustedes las han hecho suyas y les han dado sentido. Estoy prendido a ellas, gracias a los personajes que en ellas habitan. Para ellos, para los personajes de mis canciones, toda mi gratitud y mi reconocimiento”, dijo provocando los aplausos .

“Los personajes no son ni de verdad ni de mentira, pero existen en un limbo de emociones entre la realidad y la fantasía. Los personajes… cualquiera diría que nos tenemos una gran confianza, pero les confieso que apenas los conozco. No sé de ellos más de lo que les he contado a ustedes y alguna cosa más, por ejemplo: aquella mujer que yo quiero, o que yo quería o que yo quise, no me sirve entenderla tanto, aquella mujer no se purificaba con agua bendita, es mentira… se purificaba con ginebra, como corresponde a una dama. con ginebra como la reina de Inglaterra… pobre, yo creo que ahorita está muy baja con su dosis de ginebra y eso lo lamento profundamente”, continuó.

“Si les digo que ‘no hago otra cosa que pensar en ti’, eso es verdad. Sí, le exageré… en su justa medida. Y si les digo que nunca he abusado de ninguna mujer de cartón piedra, es verdad. Jamás se me ocurriría una torpeza así… por el momento. Tal vez algún día salga en el Alarma… ¿sale el Alarma todavía?... ‘Cantautor de éxito descubierto abusando de una mujer de cartón piedra’… Desagradable final de carrera. Por eso he decidido, antes de que las cosas puedan suceder de este modo, despedirme con dignidad”, expresó para continuar la velada con “El carrusel del Furo”.

Con este tema revivió el espíritu de otra figura importante en su vida pues, perteneciente a su disco Para piel de manzana (1975), es una canción que dedicó a su abuelo Manuel Teresa, al que nunca conoció. Muerto en su natal Belchite 1938 en la sinrazón de la Guerra Civil Española, le llamaban “El Furo”, que poco más o menos quiere decir “el bravo”. Cuenta Serrat que cuando -de pequeño- algo andaba mal en su cabeza, llegaba su abuelo, le fabricaba un carrusel para él sólo, y allí se refugiaba su corazón de niño: “olvídese de lo que fue y de qué modo y cuelguese en la magia de pasar de todo. Móntese en el carrusel del Furo… Súbase… Dos boletos por un duro…”, cantó divertido reviviendo su espíritu infantil, jugueteando entre sus músicos y sentándose en cualquier lugar como un niño travieso.

En esta etapa del concierto en que estuvo evocando recuerdos lejanos revivió una historia de amor casi adolescente con “Romance de Curro el Palmo” (24 páginas inolvidables, 1993), una de sus letras más cautivadoras y tiernas que cuenta la desgracia de un hombre vulgar quien se enamoró de la persona equivocada y cuyo amor lo llevó a la tumba. La belleza de las estrofas finales no pueden dejar de sorprender, porque Curro, sigue amando más allá de la muerte, sigue amando y sufriendo. Una canción sobre la decepción del amor pero amor interminable.

Para su quinto tema regresa a esa figura traviesa y juguetona pero más contestataria pues regresa al disco Mi niñez (1970) con uno de sus temas más memorables: “Señora”, ese tema vigoroso y vitalista nos presenta a un Serrat truhan y mordaz que canta a una suegra, pero no a cualquiera, sino a una que que representa a los valores tradicionales de la dictadura y es presentada burlonamente con un texto rebosante de ironía y respeto por igual, que escribió un joven que comprende las diferencias generacionales, pero no piensa renunciar a su forma de ver la vida y entender el amor y el sexo.

“No sé qué decir si llevamos muchos años que la señora y yo nos conocemos y no sé ni cómo se llama. No tengo ni idea de su nombre, yo siempre la llamé así: ‘Señora por aquí’, ‘señora por allá’, ‘¿qué tal señora?’, ‘¡adiós señora!’. Pero nos ha ido bien así, bueno, a ella mejor que a mí, porque a mí se me ha caido el pelo, tengo las rodillas hechas polvo y ella, en cambio, sigue teniendo unos maravillosos cuarenta años”, dijo a su gente su permitirles los aires de despedida.

“Los personajes no envejecen. Romeo y Julieta, sin ir más lejos, mantienen una historia de amor de 400 años y siguen siendo un par de magníficos adolescentes enamorados”, dijo para presentar una de las canciones de amor más emblemáticas de la lengua española como es “Lucía”, ese tema de su emblemático disco Mediterráneo (1971) en la que canta al amor perdido e imposible de olvidar.

Una hermosa canción de hombre joven que aprendió a apreciar el amor. Que describe con sublime melancolía un sentimiento que ha quedado inscrito para siempre en la memoria (“Tus recuerdos son cada día más dulces, el olvido sólo se llevó la mitad”) como experiencia irrepetiblemente bella (“la más bella historia de amor que tuve y tendré”).

Napoléon visitó a Serrat previo a su concierto.

Napoléon visitó a Serrat previo a su concierto.

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Como curiosidad cabe señalar que hay varias versiones sobre la existencia de Lucía, algunos aseguran que la ha encontrado en Cuba y que hasta Serrat le llamó en su boda, otros dicen que se trata de una azafata. Pero al final parece que será un secreto sin revelar: “no hay mucho que contar. Como dice el bolero, es lo que pudo haber sido y no fue. Pero también fue lo que fue y, a fin de cuentas, en la vida lo que queda es lo que cuenta”, dijo alguna vez Serrat. Incluso llegó a decir que aunque quedó inmediatamente satisfecho con el resultado de su composición en cuanto acabó de escribirla, hubiese preferido no tener que escribir jamás nada como esa canción “porque eso significaría que no habría sufrido por amor”.

HOMENAJE A SUS MÚSICOS Y EL RESPETO POR LA CANCIÓN DE AUTOR

Al terminar el hermoso tema volvió con otro discurso en defensa de la canción de autor: “La Real Academia Española dice que una canción es una composición musical con letra para ser cantada. La verdad es que los académicos no se la rompieron (la cabeza) mucho (dijo provocando risas)… porque los autores por lo general nos esforzamos un poco más en construir con palabras y con músicas, historias en las que colocamos nuestras emociones, eso sí con mayor o menor fortuna. No nos basta un simple: (haciendo onomatopeyas) tu turu turu tu, tu turu turú….”, así alimentó la carcajada de los suyos.

“A veces el esfuerzo, como por piedad, se ve mágicamente recompensado. Y aparecen historias que se nos pegan en la entretela del alma por los siglos de los siglos. Como diría el gran pensador Mario Moreno ‘Cantinflas’: ‘Ahí está el detalle’... El detalle está ahí, en que una canción sea como el café con leche, una vez juntas la letra y la música, nunca más podrán volver a separarse y entonces es cuando la música habla y la letra canta”, dijo.

Entonces llegó un momento de reconocimiento a otros baluartes de su historia musical: “Aquí mi gratitud con todos los autores que han enriquecido el mundo de nuestras fantasías y que nos han hecho cantar en el baño. Y mi gratitud también a las figuras que han colaborado en ello, como los arreglistas. Yo he colaborado con grandes arreglistas sin ir más lejos con Ricard Miralles y con José Mas Kitflus”, dijo señalando a sus compañeros de escenario.

“Y no dejemos atrás a los instrumentistas y a los cantantes que interpretan las canciones. Los instrumentistas magníficos que nos acompañan esta noche son el señor David Palau (guitarra), la violinista Úrsula Amargos, el señor Raymond Ferrer (bajo), José Miguel Sagaste (saxofón), el señor Vicente Climent (batería) y los susodichos, amigos míos y cómplices de muchas canciones, el señor José Mas y el maestro Ricard Miralles”, cerró para que el público llenara de aplausos a su equipo de artistas mientras comenzaban a escucharse las notas de su siguiente tema.

Se trataba de “No hago otra cosa que pensar en ti” del disco En tránsito (1981), un tema en el que no sólo comenzaba a evocar su amistad con Joaquín Sabina, sino que también representa en su vida una letra perfecta para representar las frustraciones de un autor, pues con frescura y aire de burla habla de la ausencia de luz contra sí mismo, un tema sobre el amor a escribir canciones, las crisis creativas y el paso del tiempo.

Entonces llega una faceta del concierto que muestra su lado más contestatario con la interpretación de “Algo personal”, ese icónico tema de su disco Cada loco con su tema (1983), que en la historia representa un canto de guerra contra el “establishment”; una canción que sigue (tristemente) vigente; un firme alegato contra la política en general, poniendo el foco fundamentalmente en la repulsiva acción política, social y militar de las dos potencias protagonistas de la antigua Guerra Fría.

EN MEMORIA DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Tras el enjambre de aplausos y alaridos llegó un silencio mordaz. Tocó el turno de volver a rendir homenaje al poeta con el que comenzó la velada: “Miguel Hernández nació en 1910 en Orihuela y murió en la cárcel de Alicante en el año 1942. 80 años se cumplen de la infamia. Miguel Hernández fue un pastor de cabras… nació pastor de cabras, un hombre comprometido con su gente y con su tiempo, un hombre sensible y sencillo que amaba, por encima de cualquier cosa la libertad y la vida. Ambas cosas se las quitaron”, dijo en medio de un silencio frío.

“‘Las nanas de la cebolla’, un poema trágico y maravilloso, lo escribió desde la cárcel cuando recibió una carta de su mujer que decía que en casa no había otra cosa para comer que cebolla y ella debía amamantar a un niño de ocho meses. A este poema le puso música mi amigo y compañero Alberto Cortéz. Ocurrió que cuando yo estaba preparando el primer disco que hice con poemas de Miguel Hernández, justo antes de darlo por concluido, cenando en su casa un día Alberto me enseñó la canción, la mostró y me la regaló para incorporarla a mi trabajo, cosa que yo inmediatamente, abalanzándome sobre ella, le di las gracias y se las sigo dando”, continuó. 

En el concierto Serrat rindió culto al oficio de escribir canciones.

En el concierto Serrat rindió culto al oficio de escribir canciones.

CUARTOSCURO

“A lo largo de la vida hemos compartido azares y escenarios. Alberto murió hace poco tiempo, apenas hace dos o tres años y siempre lo siento conmigo compartiendo el escenario cuando canto esta canción. Dijo Pablo Neruda, que recordar a Miguel Hernández, que desapareció en la oscuridad y al recordarlo hoy con la luz, ‘es un deber de España, es un deber de la humanidad, un deber de amor’”, así terminó la dura presentación de “Las nanas de cebolla” que hizo apretujar el corazón con su crueldad.

El cantautor se mantuvo en el tono y evocó nuevamente al poeta con “Para la libertad”, ese tema incluído en su disco homenaje Miguel Hernández (1971), que pone voz a un herido anónimo que simboliza a todos los combatientes heridos de la guerra civil española. Su sufrimiento es una ofrenda a la lucha por la libertad.

EL RECUERDO DE SU MADRE

El concierto siguió con más reconocimientos musicales a las personas de su vida. El siguiente fue de los más sentidos: “Casi todo lo que sé bueno y malo fue de Poble Sec, aquel barrio oscuro entre el puerto y la montaña. Mi padre era fontanero, mi madre se dedicaba a eso que eufemísticamente se llama sus labores… o sea a trabajar, a trabajar como una mula: a limpiar, a coser, a barrer, a cocinar, a criar, a los hijos. Y en sus momentos de ocio, mientras escuchaba la radio, complementaba el salario familiar confeccionando pijamas”, dijo.

“A ella le dediqué esta canción. Ella que quiso ser siempre bailarina y hasta los 70 años, o algo parecido, no pude llevarla a ver un ballet, me equivoqué y la llevé a ver el ballet de China. No le gustó mucho… ella soñó también con ser maestra y aprovecho el momento para felicitar a todos los maestros que hay en el mundo. Esta canción está basada en una canción de cuna que ella me cantaba para dormirme y que ignoro con qué éxito”, dijo para cantar “Canço de bressol”, del disco Ara que tinc vint anys (1967).

Se trata de un hermoso tema que está cantado en castellano y catalán como eran las cosas en su casa, por las lenguas maternas de su papá y su mamá respectivamente: “Y yo que me dormía entre tus brazos/ Con la boca enganchada en tu pecho/El amor de un hombre ya nos había unido/ Antes de aquella mañana de invierno en la que nací”, reza la hermosa letra.

A propósito de su madre hay una anécdota que vale la pena recordar pues cuando Joan Manuel era niño le hizo una pregunta cuya respuesta lo impacto: “En casa con mi padre hablábamos catalán y con ella castellano. Yo sentía perfectamente que era catalán. Entonces un día le pregunté: ¿Tú de dónde eres, madre? Y ella, con la rotundidad de siempre, me contestó: ‘Yo soy de donde comen mis hijos’. Me dejó un poco aturullado. Porque no es normal que Séneca le responda a un gladiador”, dijo en una vieja entrevista.

“Tardé en entender. Siempre he pensado que para ella fue una extraordinaria y acertada definición de patria. Y somos muchos los que así lo sentimos. Pero para mí, después de haber caminado tanto, de haber conocido tanto, de haber recibido y comprometido tanto, se me hace bastante difícil tener una respuesta de ese tipo. No soy apátrida, todo lo contrario. Pero seguramente mi patria estará allí donde alguien me obligue a no estar”, añadió entonces.

LA AMISTAD, EL AMOR, EL AZAR Y OTRAS BELLAS FORMAS DE RECORDAR

Volviendo al tono festivo llegó la memoria implícita de Sabina, cuando cantó “Hoy por mí, mañana por ti”, del disco que lanzaron juntos La orquesta del Titanic (2012) y cuyo título pertenece al de un dicho dicho popular basado en los valores de la amistad, la solidaridad y, muy especialmente, la reciprocidad.

También hubo chance de reconocer con hermosura a las cosas más etéreas que alimentan la vida. Es imposible saber cuántas cabezas había inclinadas para ver como el piano acompañaba la voz de Serrat cuando cantó cantó “Es caprichoso el azar” (Versos en la boca, 2002), esa maravillosa forma de hablar del encuentro inesperado de un amor con la que comenzaba a hacer referencia a su “Penélope” de la vida real. Este tema que originalmente canta junto a la israelí Noa, la interpretó junto a su violinista Úrsula Amargos.

El intérprete también se pronunció por la situación del planeta.

El intérprete también se pronunció por la situación del planeta.

ADRIÁN CONTRERAS

A la amistad la celebró en diversas formas, pero en este tema originario del disco En tránsito (1981), fue la que tuvo al invitado especial de la velada pues para cantarla estuvo acompañado de Manuel Mijares, con quien bailó por todo el escenario para celebrar la vida como dice su canción: “Pelea por lo que quieres y no desesperes si algo no anda bien/Hoy puede ser un gran día y mañana también”, unieron su voz.

Mencionado anteriormente volvió el espíritu de Atahualpa Yupanqui para el momento en el que había que reflexionar sobre el valor de la memoria: “Los recuerdos tienen/Un perfume frágil/Que les acompaña/Por toda la vida”, dice la letra de “Los recuerdos” (Versos en la boca, 2002). Uno de los temas más hermosos sobre el arte de recordar.

Al terminar el tema reflexionó: “La realidad está llena de ilusiones y fantasía, de inventos y de recuerdos. Pero ni nuestra memoria es tan fiable ni los recuerdos son tan sinceros. Recordar viene del latín recordis, que es volver a pasar por el corazón. Nuestros antepasados creían que la memoria y las emociones residían en el corazón, pero como dijo nuestro querido Gabo (Gabriel García Márquez), ‘la vida no es la que uno vivió sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla’. Solo hace falta explicar a una pareja, comunicando en una conversación entre amigos algo vivido en común… no dejarán de corregirse el uno al otro constantemente. La realidad es mucho mejor cuando se imagina”, dijo y entonces cantó otro de sus clásicos.

Así comenzó a sonar “Tu nombre me sabe a hierba”, del disco La paloma (1969), el cual habla del amor incondicional de una forma muy sensual, alegre y cantable, cuyo origen evoca a la historia de amor de sus propios padres. Y es que comenzaba la recta final del concierto, para lo cual comenzó a hablar sobre la apreciación de la vida desde otras letras memorables llenas de poesía. Tal fue el caso de “Aquellas pequeñas cosas”, de Mediterráneo (1971), una canción breve que identifica la memoria por los recuerdos, por los acontecimientos vividos y por todas esas cosas que nos hace bien recordar: “En ella quería reflejar cierta ternura de lo cotidiano, la gran dimensión que adquieren en nosotros muchas veces las pequeñas cosas”, dijo el cantautor en una entrevista.

AMOR POR LA TIERRA, A LA QUE REGRESA Y LA QUE NOS QUEDA

Casi al momento de terminar la canción el público gritó de emoción al escuchar el inicio de su icónico “Mediterráneo”, ese himno a la tierra que lo vio nacer y cuya letra escribió en nuestro país: “Estaba en México, llevaba semanas en el interior. Soñaba, literalmente con él. Agarré el coche y me fui a un lago, aunque sólo fuera por hacerme a la idea del mar que yo añoraba. Es en esos casos cuando me doy cuenta de que para mí, el mar, y concretamente el Mediterráneo es una identidad: una identidad feliz”, dijo años atrás.

Al terminar la canción el público estaba rendido de pie ante el cantante. Llegó la primera larga ovación que duró un par de minutos hasta que Serrat la interrumpió: “Pienso llegar al final… por mucho que ustedes se empeñen en que mis emociones se desborden, pienso llegar al final, se los aseguro. En cada concierto como este, es un hecho irrepetible, por tanto no pienso apurarlo, quiero bebérmelo hasta el límite. Por más que ustedes se empeñen en destruirme emocionalmente, no lo van a lograr… entre otras cosas porque ya lo estoy…”, dijo.

Entonces hubo un momento más profundo en el que el maestro de la canción dejó una reflexión sobre su preocupación más grande que ponemos íntegro:

“No creo que les descubra nada si les comento que son malos tiempos los que corren para la salud del planeta y la de sus habitantes. No creo descubrirle a nadie nada comentando estas preocupaciones. Probablemente esta epidemia con la que estamos fregando todavía, por más que haya algunos que piensen que es un tiempo superado, esta epidemia no está superada. Estoy seguro que va a ser vencida, estoy seguro que con el decidido esfuerzo de la ciencia y on la generosidad de las empresas farmacéuticas y la distribución de las patentes a todos los rincones del mundo, será vencida… pero han sido demasiadas las personas y las esperanzas que han caído en el camino…

“Lo de la casa común, la Tierra, es aún más grave porque es enorme la lista de agravios que puede presentarle nuestro planeta a la humanidad que lo habita. Agravios cada día más abundantes y más graves. Por más que se esfuerza en darle la humanidad, expresiones como ‘cambio climático’, que parece que ya forma parte de la cotidianidad de nuestras conversaciones cuando esconde realmente una terrible realidad que está a la vuelta de la esquina. Es muy doloroso pensar en la porquería de mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos y a nuestros nietos si las cosas no se remedian. Siempre uno tiene tendencia a pensar que estamos a tiempo de remediarlo, pero sinceramente entre usted (al público) y yo, nadie tiene prisa de hacerlo…

“Deseo de todo corazón que, cuando nos volvamos a ver, que nos volveremos a ver en cualquier cielo o galaxia, podamos volver a vernos las caras sin tapabocas y que la palabra mañana sea un sinónimo de vida”, dijo con con los ojos cristalinos, para luego presentar un tema referente a su discurso y en el cual recordaba a su papá: “Cuando escribí esta canción, estaba convencido de que la sabiduría del hombre, el progreso y la ciencia harían que esta canción quedase disuelta en poco tiempo, pero nadie lo diría, pero esta canción está por cumplir 50 años”, dijo y sonó “Pare” (Per al meu amic, 1973), cuyo final se refiere a la destrucción del planeta por parte de la humanidad: “Padre/Ya están aquí/Monstruos de carne/Con gusanos de hierro/Padre/No tengáis miedo/Decid que no/Que yo os espero/Padre/Que están matando la tierra/Padre/Dejad de llorar/Que nos han declarado la guerra”, dice la letra.

El único invitado especial que tuvo fue Manuel Mijares.

El único invitado especial que tuvo fue Manuel Mijares.

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SE VE LA SENDA QUE NUNCA SE HA DE VOLVER A PISAR

Al terminar llegó la que, como en cada concierto, funciona como una falsa despedida. Dio vida a una de sus letras más contestatarias. El tema “Cantares”, de su disco Dedicado a Antonio Machado, poeta (1969), a causa del contexto político implicó el descontento del gobierno español pues era un acto de protesta sacar una canción originaria de un poeta que había sido expulsado incluso post mortem (1941) de su labor de catedrático. No se imaginaban que el discurso de aquel poeta seguiría vigente décadas después en la voz de Serrat.

La interpretación de este tema en el Auditorio Nacional, no solo fue uno de los momentos más emotivos de la noche por el increíble coro de miles de personas que lo acompañaron, sino que las frases del tema parecían tener un significado distinto al ser su despedida: “Nunca perseguir la gloria/Ni dejar en la memoria/ De los hombres mi canción”.

Sin hacer la salida en falso, Serrat y sus músicos se quedaron a vivir la larga ovación de pie que duró por minutos hasta que volvieron a sus puestos para rendir homenaje a su existencia con con “De vez en cuando la vida”, de Cada loco con su tema (1983), ese maravilloso tema que el cual el intérprete es capaz de transmitir la cara y la cruz de la vida porque “sí, es maravillosa, pero de vez en cuando nos gasta una broma”.

A propósito de esta canción, recordamos la forma en que Serrat venció el cáncer, cuya reflexión de él mismo es una enseñanza que vale la pena recuperar: “Cuando me diagnosticaron el primer cáncer sentí una cierta preocupación. Menos de la que debería haber sentido. Cuando empecé el tratamiento y salía a la calle y veía a la gente caminar con toda normalidad, yendo a sus trabajos, algunos con mala cara, con afanes, yo decía: si esta gente supiera que tiene una enfermedad de este tipo no andaría con tanta urgencia. Y pensaba: qué cosa que me haya tocado a mí. Pues sí, me tocó a mí, y ya está”, dijo en una vieja entrevista.

“Cuando tuve el segundo cáncer ya no me importó tanto. Estaba todo más asimilado. Y cuando tuve el tercero, di gracias a los análisis que trimestralmente tenía que hacerme y que me lo descubrieron de forma tan temprana. Y ahora no sigamos porque ya llevo cuatro años sin que haya variado la situación. ¿Aprender? Creo que el hombre tiene memoria de pez. Que aprende en los entierros lo que es la muerte, en los hospitales lo que es el dolor, y en esas circunstancias extremas es cuando se siente afectado por eso. Ahora, de ahí a que aprenda… ¿No crees que nuestra sociedad sería mucho mejor si cada vez que nos damos cuenta de algo que nos descubre en falso, mejoráramos? Mejoramos mientras aquello dura, un momento”, añadió.

Luego llegó la pandemia y en su confinamiento llegó la reflexión que lo hizo decidirse por el retiro: “Ocurrió en este tiempo. Yo, una persona tan acostumbrada a salir y a moverme, respeté mucho la cuarentena, el estar encerrado. Veía alrededor mío mucho miedo. No fue tanto el miedo al contagio, sino el rechazo a ese miedo (...) En un momento determinado me di cuenta de que me había despedido. Que sin decir a nadie adiós, había dicho adiós”, dijo.

“Y ahí sí reboté: ¿por qué iba a despedirme si no lo había decidido yo? Entonces pensé en hacer una gira de despedida, pero decidida por mí. Me dolía mucho que me hubiera despedido una pandemia”, añadió.

“HA SIDO UN PLACER HABERLOS CONOCIDO”

Así llegamos a la parte final del concierto. Tras ese himno a la vida siguió el himno a su barrio y a otros viejos recuerdos: “Fiesta”, de Mi niñez (1970), ese tema que es un ejemplo de unificación de las clases sociales para al final volver a la hipocresía con la que viven habitualmente. Un tema aparentemente inofensivo pero que en su momento también llegó a ser modificado por la censura. La noche de ayer sonó íntegro.

Una larga ovación llegó nuevamente a los oídos de Serrat: “Ya les he dicho que no me van a destruir. Vamos a llegar a, ¿cómo dicen por aquí?, a un chingado acuerdo… será entre todo lo que ustedes quieran y todo lo que yo pueda. Claro que eso reduce bastante las posibilidades de entrega absoluta del artista por eso del tiempo, yo me entrego absolutamente hasta cierto límite porque claro que les he dicho antes que no me voy a morir en el escenario. Si hay otros artistas que se quieren morir en el escenario pues que se mueran, bueno, si es lo que quieren, yo no voy a llevarles la contraria”, dijo en tono de broma.

“De momento, eso de que una buena forma de darles las gracias y una buena manera de echar los sentimientos que durante tantos años he tenido la suerte de compartir, quiero cantar una canción con el debido respeto de ser obra de uno de los mejores cantautores que ha dado la República Mexicana, que es José Alfredo Jiménez, con todo respeto ahí va ‘Un mundo raro’”, dijo para cantar una versión maravillosa del clásico de la música popular mexicana.

Imagen del final del concierto.

Imagen del final del concierto.

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Entonces llegó el discurso final, la despedida de nuestro país:

“La primera vez que estuve en México, la única vez porque como todo lo demás fue un amor con otro amor, el mismo amor y siempre amor, llegué en el año 1969. Era, y por favor no chiflen porque ya no vale la pena, era presidente Díaz Ordaz (el público comienza a silbar), de verdad que ya no sirve chiflarle ahora… antes había que haber hecho cosas, ahora ya para qué… Ahora aplíquense con el de ahora… Era presidente aquel señor y aún las hogueras de Tlatelolco seguían encendidas y México se preparaba para un mundial de fútbol.

“Yo llegué, creo que sería el mes de octubre, más o menos, y recuerdo con gran cariño el primer concierto mío en Bellas Artes que fue días después de haber aterrizado, pero sin duda lo que recuerdo con más emoción es el encuentro musical y de corazón que tuve con la gente de la UNAM en el Auditorio Justo Sierra.

“De ahí les empecé a conocer, a entender, gracias a mis amigos y a amar a esta generosa, conflictiva y desorillada tierra que es México. Qué quieren que les diga, fue todo como un chistazo… La República Española era un lugar en el que sus refugiados estaban ahí, por eso quiero mandar un saludo especial con cariño al representante de la casa Taibo que se encuentra entre nosotros, porque en su casa encontré una gran cercanía y un gran conocimiento. Ahí mis músicos de cabecera eran Crí Crí, porque le tengo un gran amor y le descubrí unas cosas muy interesantes, pero otra cosa que les voy a decir es que entre mis lecturas de cabecera eran Rulfo y Rius (el caricaturista), ya entenderán como me eduqué de México.

“Siguió el camino hasta finales del 75, cuando yo tuve cierto conflicto con el gobierno español, dije cosas referentes a aquel individuo que durante tantos años mantuvo oprimida a España, y, evidentemente, fui rápidamente represaliado y tuve que exiliarme. El exilio es un territorio complicadísimo, no se los puedo explicar porque no va a dar tiempo… sólamente que, a partir de ahí, pues claro que cambió mi relación porque yo no sabía a dónde ir y claro que no quería irme ni de México ni de Latinoamérica, como irme a París, esas cosas eran demasiado sofisticadas para mí y lo había hecho mejor aquí. Tuve la suerte de que me abrieron las puertas y me invitaron a quedarme y solo han pasado (hace cuentas graciosamente)... pues como 45 años.

“He visto, he sentido y he tenido una relación conflictiva, como ustedes la tienen también con el presente, con el pasado donde había esperanza, con el futuro como ustedes la tienen también y nada más. Podría seguir contándoles muchas cosas más, pero quiero guardarme lo más picante e interesante para un libro que estoy preparando de memorias… memorias verdes picantosas y otros temas, que saldrá en cualquier momento y que los invito a que las adquieran en las mejores librerías del gremio, si no lo encuentran va a ser de lo más normal…

“Muchas gracias, ha sido un placer haberlos conocido”, dijo emotivo y entonces sonó en su voz “Las golondrinas”, tema popular de nuestro país que se utiliza para las despedidas. La leyenda salió del escenario junto con sus músicos pero el público estaba insatisfecho. No se podía ir sin cantar su último himno.

Después de unos minutos Serrat regresó a complacerlos. La velada cerró con “Penélope” (La paloma, 1969), esa ingeniosa y bella adaptación del episodio de La Odisea de Homero, sobre el desconocimiento de Penélope a Ulises, que regresa luego de 20 años. El tema de Serrat ocurre en tiempos modernos pero mantiene la esencia del amor correspondido entre la pareja de amantes. Aunque Penélope nunca pierde la esperanza de que su amante llegue, los años la acechan y con ello también la vejez. El hombre amado regresa por ella, pero ésta lo desconoce, y le expresa: “Tú no eres quien yo espero…”.

Junto a Serrat se enlazaron los coros del público en un hermoso momento. En la realidad, quizás (y a modo de jugueteo), del otro lado del mundo su esposa Candela Tiffón con quien ha compartido más de cuatro décadas lo espera, espera a su Ulises.

Así, con el público de pie, con señoras emocionadas y veteranos sonrientes, Serrat dijo adiós.