Escenario

‘Sundown’: Hay ‘extranjeros’ que pueden ser más vacíos que otros

CORTE Y QUEDA. La más reciente entrega de Michel Franco llegó este fin de semana a las salas de cine nacionales con Tim Roth como protagonista y una nueva polémica sobre la percepción ‘whitexican’ de su obra

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

Amado por unos, odiado por otros. Así podríamos definir al cineasta mexicano Michel Franco, quien ciertamente ha oscilado su filmografía entre reconocimientos importantes en festivales como Cannes con Después de Lucía (2012) o Venecia y su Nuevo Orden (2020), así como opiniones más negativas con su ópera prima, Daniel y Ana (2010) o el no tan efectivo drama Las Hijas de Abril (2017). A pesar de ello, parece que su visión no deja indiferente al público, que ha encontrado en el nicho de festivales europeos un cálido aplauso así como la atención de artistas de la talla de Tim Roth, histrión con el que colabora por segunda vez en su más reciente obra que llega a carteleras mexicanas, Sundown (2021).

Después de Chronic: El último paciente (2015), director y actor ahora dejan un poco de lado ese espectro de la muerte para presentarnos una pareja de hermanos que recibe una noticia fatídica: su madre ha muerto. Esto sirve como pretexto para Neil (Roth) a encaminarse a una vida alejada de los lujos y la riqueza para simplemente quedarse en Acapulco, cortar todos los lazos y hacer una vida apartada de la gran urbe londinense, todo con una sutil indiferencia anodina que lo lleva a vivir ‘la dolce vita’ entre cervezas, sexo y un aparente paraíso violento e incierto.

Franco conserva ese estilo que lo caracteriza como director, capturando a través de su cámara más momentos que diálogos, caminando entre la intimidad del personaje de Roth que actúa como un riquillo blanco pubescente sin quedarnos muy claro el porqué. Ante ello, está esa mirada contemplativa que se esfuerza en mostrar la vida alrededor de este extranjero, donde la costa pareciera ser un buen lugar para vivir y morir, justo en medio de la violencia y la belleza que implica el lugar, sin necesidad de diálogo alguno.

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De alguna manera, Roth recuerda a ese peculiar personaje existencialista de Albert Camus, Meursault en El Extranjero, aquel que reacciona con una indiferencia total ante la muerte de su madre, un paralelismo interesante con la perspectiva de Neil. Ante ello, pareciera que Michel Franco hace de su protagonista una extensión existencialista que nos recuerda que los ricos también lloran, sufren y quieren escapar de su realidad. Así como en la novela de Camus, Neil también se muestra pasivo, ajeno a lo que le rodea, ya sea una ejecución o un romance, pero sin llegar a la filosofía del absurdo que si logra Camus.

Tim Roth repite esa cuestión silenciosa que también lo distinguió en su anterior colaboración con Franco. Pero esta vez, le da un giro. Mientras que su enfermero de enfermos terminales buscaba conectar con ellos en sus últimos momentos de vida, Neil es completamente indiferente, alguien que no reacciona, se contiene y no hace una sola mueca que muestre que siente algo por nada o nadie. Es un tipo insatisfecho que no quiere dinero, ni familia, absolutamente nada más que una especie de paraíso personal en el que vive encerrado por completo y no incluye a nadie, ni siquiera al espectador.

Hay otro tipo de frialdad que rodea la obra de Franco más allá la del ‘extranjero´ Neil, y esa es la visión que el mexicano propone acerca del país, de esta zona de Guerrero que ´puede ser placentera y bella, pero también un lugar que detrás de las playas, la buena vida y el amor, esconde también guerras, sangre y crímenes que suceden de la forma más naturalmente inesperada, algo que puede obedecer a los miedos de esa visión que parece no sacudirse de encima, esa de un ‘whitexican’ que se ve amenazado ante la situación sin remedio de violencia a la que el país se encuentra sometido desde hace años, algo que no maneja del todo bien en este relato.

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Asimismo el argumento es casi nulo, las pocas acciones que suceden son como pretextos que van uniendo la vida de Neil en este paraíso con su dosis infernal. Las causas son desconocidas y cuando hay alguna explicación del porqué pasan las cosas, ya es demasiado tarde o un tanto absurdo, lo que hace que la duración de poco menos de hora y media pueda ser tediosa para muchos que no estén acostumbrados a este tipo de historias, o simplemente, a la filmografía del director. Y es que los giros y sorpresas para justificar a Neil no resultan efectivos, quitando fuerza al universo creado por Roth y Michel.

No cabe duda que Franco, a diferencia de su anterior proyecto, vuelve a mostrarse un tanto tibio en cuanto a la finalidad del relato, mismo que podría ser una crítica hacia la banalidad de los ricos y las diferencias de clases sociales, la visión indiferente de los poderosos hacia una vida mundana llena de indiferencia o la irresponsabilidad y falta de empatía que los adinerados tienen ante la realidad social. Sundown funciona entonces como un ejercicio menor de aire existencialista con un personaje tan irritante como digno del juicio del espectador el cual, ante su inminente destino, deja la gran incógnita del porqué de sus actos. Algo sí queda claro, no cabe duda de que hay ‘extranjeros’ que pueden ser más vacíos que otros en su mensaje.