Escenario

‘Esperando a Dalí’: La esperanza eterna del artista

CORTE Y QUEDA. El cineasta español David Pujol estrenó en México una ficción en torno a la figura del pintor, usándolo como catalizador para divertirnos con una comedia dramática que se originó gracias a sus trabajos anteriores

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

¿Qué es lo que hace a una pieza artística distinta y destacable por encima de las demás? ¿La distinción en el arte partirá del seguir sus normas estéticas o quizás lo encontraremos en la forma de romper estas para adquirir identidad e individualidad? Este es uno de los cuestionamientos que el cineasta español David Pujol ha vertido en su nueva producción Esperando a Dalí (2023), la cual no pretende más que mostrarnos las inquietudes creativas del mundo gastronómico impulsadas por una figura imponente y legendaria como la de Salvador Dalí.

Con un par de documentales y trabajos para televisión, este director español entra al mundo de la ficción usando a Dalí como catalizador para divertirnos con una comedia dramática que se originó gracias a sus trabajos anteriores. El Bulli (2009) fue un documental en el que Pujol se adentró al mundo de la gastronomía, y de la mano de Ferran Adrià, un revolucionario de la cocina española, desarrolló una genuina inquietud por dicho universo.

Debido a la cercanía geográfica que lograron tener Adrià y Dalí, el cineasta pensó en la siguiente premisa: ¿Qué hubiera pasado si Dalí hubiera tenido la oportunidad de cenar en El Bulli? Algo que incito Pujol a construir la historia protagonizada por José García e Ivan Massagué.

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A finales de los años 70, se acerca el final de la dictadura de Franco, y los jóvenes se encuentran en distintos movimientos revolucionarios en medio de una álgida represión policial. Dos chicos que son partícipes de este caos político, también se desenvuelven en el mundo de la gastronomía. Al huir de la justicia, llegarán a un paradisíaco lugar de la Costa Brava donde la cocina se convertirá en su verdadera herramienta para revolucionar España.

La trama nos acerca a un contexto socio-político donde España requería de soportes para combatir los puntos de inflexión que se aproximaban, y como siempre el arte surgía como un bastión de apoyo para solventar aquellos instantes de incertidumbre. Es dentro de esta mirada caótica donde los protagonistas inician un viaje inesperado para encontrar paz – en primera instancia – y encaminar sus propósitos, metas y sueños.

Esperando a Dalí convierte a sus personajes en meros conductores de un momento coyuntural, y coloca a la gastronomía como lenguaje transgresor para modificar el pensamiento, intentando de forma poética – esto en palabras de su director – conducir al espectador a una experiencia culinaria y de arraigo territorial a través de sus imágenes.

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Cadaqués, el municipio español donde se desarrolla la historia, funciona como un campo de sueños, detenido en el tiempo y fuera de los conflictos que rodean a su nación, pero que – poco a poco – es traída a la realidad por dos jóvenes que cimentarán e intentarán lograr los mayores anhelos de alguno de los habitantes de este ensoñador territorio.

Salvador Dalí siempre estará presente en la historia, como un destino, como un enigma, como un mito en vida, inalcanzable, porque es a partir de este último concepto que los personajes se anclan a las convenciones autoimpuestas, siendo gracias a la utopía que representa el artista español que logran romper las cadenas de las normativas y fluirán con sus deseos y objetivos, ya sea por medio de la gastronomía o el amor.

Pujol ya había estado inmerso en el mundo de pintor, escultor y escritor español, gracias a su documental Dalí, en busca de la inmortalidad (2009), dándole una vista más cercana sobre los alcances de la multidisciplinaria figura artística y lo que podría representar para una sociedad que intentaba encontrar respuestas ante las inseguridades de la época.

La cinta navega por una colorida y divertida historia cuyo propósito global es el de endulzar la mirada de la audiencia, de enamorar a las personas con una pasión desbordada por la cocina, y de conectarnos con el amor por las ideas, el corazón y el arraigo por aquello que nos hace sensibles a lo que nos rodea.