Batman es un personaje icónico, favorecido por el gusto de los fans de los superhéroes. Versátil como ninguno, existen versiones multiversales de Batman de todo tipo: un Batman samurái que apareció en 2018 en la película animada “Batman Ninja”; antes, tuvimos uno pirata de la Tierra-18, con una capa hecha de velas de barco y un símbolo en forma de calavera murciélago. Hay otro victoriano persiguiendo a Jack el Destripador en “Gotham by Gaslight” y, finalmente, tenemos un vigilante colonial enfrentando espías británicos en “Batman de la Revolución Americana”.

Pues pronto aparecerá en la pantalla grande un nuevo Batman: uno mexica, tipo caballero ocelote (o tigre), en la película animada “Batman Azteca: Choque de Imperios”, que sitúa a nuestro vigilante de Ciudad Gótica en un nuevo contexto histórico: el Imperio azteca durante la conquista española.
Para esta película, Warner Bros hizo equipo con la empresa de animación mexicana Ánima Estudios, reconocida como una de las más importantes de Latinoamérica por producciones como “El Chavo animado”, “Don Gato y su Pandilla” y “Las Leyendas”.
En estas semanas ya fue liberado el tráiler de la película y, mucho antes de su estreno —previsto para el 18 de septiembre en México—, ya ha causado polémica y controversias. Se le acusa de fomentar la hispanofobia al dar todo el crédito a la Leyenda Negra acerca de la conquista y colonización española.

Todo comienza en la gran Tenochtitlán, en el tiempo de mayor esplendor del Imperio mexica. Tenemos un protagonista al que iremos siguiendo en esta épica historia: Yohualli Coatl, un pilli o noble azteca que, al igual que nuestro Batman original, queda marcado por un hecho traumático más no infancia, para variar. Los conquistadores asesinan a su familia obedeciendo la orden del despiadado Hernán Cortés; aquí empieza nuestra historia. Yohualli buscará justicia para sus padres y su pueblo bajo el manto de un guerrero enmascarado, inspirado en el dios murciélago Tzinacan.
El antagonista, Cortés, porta media máscara —como el Fantasma de la Ópera— ocultando la desfiguración parcial de su rostro; es un Dos Caras hispano. Nuestro héroe, cuya “baticueva” será el propio templo del dios murciélago, está acompañado por otros émulos de los personajes de Batman. Con él harán mancuerna Yoka, el sumo sacerdote —el Guasón de esta saga—, así como las versiones mesoamericanas de Gatúbela e Hiedra Venenosa.

Como ya lo mencionamos, estará en cines el 18 de septiembre de este año y, poco tiempo después, estará disponible en las plataformas digitales de Amazon Prime Video y HBO Max. Su fecha de estreno tiene su efeméride, pues coincide con el 700 aniversario de la fundación de Tenochtitlán, en el año 1325.
Con tan solo el tráiler, las redes sociales estallaron, sobre todo por usuarios españoles, que en cuentas como X acusaron a la película de hacer apología de la Leyenda Negra, esa que comenzó con las denuncias de fray Bartolomé de las Casas y que posteriormente retomaron los británicos para denunciar los atropellos e injusticias cometidos por los conquistadores españoles sobre los pueblos amerindios.
Esta campaña de desprestigio, fomentada por un rival militar, político y económico de la España imperial —Inglaterra—, ciertamente adolece de parcialidad y sesgo histórico, pues, como bien dicen los usuarios españoles, pasa por alto las aportaciones culturales que hizo España en América. No todo fue muerte y destrucción irracional y fanática; la huella de los españoles en Hispanoamérica está presente en reales de minas, ciudades coloniales, universidades… y en la propia lengua castellana.

“Batman Azteca: Choque de Imperios”, como muchas de las historias del caballero oscuro, se maneja en la simplicidad de un maniqueísmo en el que fácilmente identificamos a los buenos y a los malos. Basta en este reconocimiento explicar la integridad moral del murciélago: actúa siempre con estricto apego a un código que le prohíbe, en conciencia, matar o incluso usar armas de fuego. Es, ante todo, un paladín de la justicia que ahora fue caracterizado como un guerrero azteca que necesitaba, para brillar, de un antagonista que, para el caso, fueron los españoles.
Hasta no verla no podremos juzgarla a cabalidad; pero, por lo que anticipa su tráiler, seguro agradará a los mexicanistas, a los fieles devotos de la cultura mexica, que verán ambientado este periodo de la historia —la conquista— con el sello de Batman y su neomitología de aliados y enemigos.
Los hispanistas, de costa a costa del Atlántico, ya la están descalificando, no sin razón, de antiespañola, pasando por alto un asunto muy básico: se trata tan solo de una animación, de una película de caricaturas que seguramente se perderá, con el tiempo, entre la numerosa galería de filmes y series inspiradas en el caballero oscuro.
El Batman azteca es uno más de los muchos Batman; no habría que darle tanta importancia. Tenemos incluso una versión suya en Red Son, anarquista y contra sistémico, luchando contra el régimen autoritario de un Superman estalinista.
Esta es, por así decirlo, su recurrencia: estar siempre del lado de los oprimidos, de los que claman justicia, aunque su alter ego, Bruce Wayne, sea paradójicamente un millonario blanco y con privilegios.