Jalisco

Un recuento y reflexión sobre la posibilidad de que lo que se imponga es que los maños, como todos lo hacemos, quieran que los lugares en los que viven y pasean sean seguros

¿Y si el narco decidió que Puerto Vallarta será seguro?

Si usted googlea un tema de seguridad en Puerto Vallarta, el punto de playa más visitado en Jalisco, se dará cuenta que no hay recuento de asesinatos, feminicidios, desapariciones forzadas o reclutamiento; Vallarta está exenta de lo que padece buena parte de la entidad en la que se fundó el cártel de narcotráfico que actualmente es el más poderoso del país.

Es raro, puesto que al buscar en redes sociales o en Google “Guadalajara asesinatos” se despliega una larga lista de escenarios cruentos de última hora. Al revisar en internet los casos de delincuencia en esta ciudad, gran parte de ellos corresponden a años anteriores. El contraste es evidente.

La pregunta surge inevitable: ¿qué hace que Puerto Vallarta se sienta como un oasis seguro dentro de un estado marcado por la violencia? Lo cierto es que los mismos habitantes de Puerto Vallarta aseguran que se trata de una realidad: “Aquí es muy seguro, eso no es un problema. Los malos sólo se meten con los malos”, señala convencido el conductor de Uber cuando se le pregunta. Y muchos habitantes de Puerto Vallarta ratifican esa versión.

Y no sólo son pláticas aisladas. Puerto Vallarta registra un indicador de percepción de inseguridad muy por debajo del 70 por ciento que puede tener la capital estatal. En este, que es su peor momento, sólo 3 de cada 10 ciudadanos de Vallarta se sienten inseguros en donde habitan.

Los tapatíos afirman que en Vallarta “no te puedes confiar, porque sigue siendo Jalisco”. Los vallartenses no están de acuerdo. Algunos atribuyen la tranquilidad vallartense al turismo. La lógica parecería simple: una ciudad que vive del visitante no puede arriesgarse a perderlo.

Entre otros testimonios destaca el de una joven que asegura que es un “secreto a voces” el hecho de que el narco “respeta a Puerto Vallarta al ser una gran entrada de dinero para el estado” y por ello el crimen no amedrenta a las y los locatarios, y se respira un ambiente tranquilo incluso para los turistas, pero… ¿si esto fuera así, entonces por qué destinos turísticos como Cancún y Los Cabos no gozan de la misma seguridad? El grupo criminal Jalisco Nueva Generación no tendría motivos evidentes para no ver en este enriquecido punto turístico un centro de operación.

También como secreto a voces, se habla de que los narcos tienen aquí su vida familiar, así que la plaza no debe violentarse. En esta hipótesis, los narcos también querrían que en sus calles se pueda caminar con tranquilidad de noche, pedir un taxi sin miedo o disfrutar del malecón sin sobresaltos. Sea como sea, para los vallartenses las verdaderas molestias y quejas, se dirigieron a otros ámbitos.

En las conferencias de prensa, en el marco de la celebración de los Premios Ariel, se solicitó abiertamente a la secretaria de turismo, Michelle Fridman, que “lleve el mensaje al gobernador” sobre la infraestructura, el abastecimiento de agua y los baches en las calles. La seguridad en ningún momento fue cuestionada. Los vallartenses no tienen a la seguridad como preocupación principal.

La paz de Vallarta se impone al momento de hacer reclamos ciudadanos. Pero surge una paradoja: si la sensación de seguridad emana de la decisión de la “maña”, ¿se trata realmente de seguridad pública?

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