Este texto surge cuando mi jefe me pidió describir mi relación con la Inteligencia Artificial (IA), desde el punto de vista de quien trabaja en los medios, escribe y edita.
Con más de 20 años en el periodismo puedo decirles que la Inteligencia Artificial irrumpió de pronto como cuando llegaron las cámaras digitales, es decir, al inicio eran malas y muy pocos las dominaban, pero después se volvieron de lo mejor, indispensables, incluso toman video y no hay fotoperiodista sin una buena cámara digital.
En la redacción (aunque también eso de redacción ya es mucho decir) con los reporteros y editores es igual, la IA llegó para quedarse, te puedes ahorrar hasta unos 40 minutos en bajar una entrevista de más de 20 minutos, porque la IA le pone cabeza, armar el texto en estructuras, en la cantidad de palabras que prefiera y con los párrafos que necesites, incluso le puede dar un tono serio o de humor.
Un amigo reportero me contaba que con una suscripción a determinada aplicación podía convertir el audio en texto, eliminando vicios de lenguaje, pero también era importante (aunque no indispensable) que el entrevistado tuviera una buena dicción, que articulara bien sus palabras, como me mostró con una entrevista en la que habla el exgobernador Alfaro.
Eso me fascinó porque el ahorro de tiempo ahora resulta increíble; aunque he de confesar que la estructura que suelen emplear es como de escuela, organizado en ideas, en esquemas, y le falta ese cierto sabor que le ponen algunos reporteros a su trabajo, incluso en las notas serias.

Desde mi experiencia, los periodistas con más tiempo en esta labor la empleamos poco, pero la usamos; los nuevos (quizá ante la presión de sus jefes) me parece que la usan más, en particular con boletines de prensa, para darles algo así como una refrescada (revolcada también se dice) y que no queden igual que el original.
Otros editores emplean la IA (el ChatGPT) con varias notas ya escritas y publicadas en varios medios para montar una nueva en su propio portal. La justificación, que admito suena válida, es que todos traen la misma información del boletín, así que ¿cuál plagio? Incluso quienes elaboran el mismo boletín (esto lo sé de buena fuente) emplean la IA para escribirlo.
Es inevitable, necesaria y útil, así como efectiva, pero yo soy de la idea de que hay que supervisarla de todas maneras, es decir, leer y releer el texto por si se van las cabras pal’ monte.
En lo personal el uso que le doy es reciente, incluso se podría decir que es a partir de este mes (aunque el Meta del WhatsApp me sirve para crear fotos). Sobre su uso le he preguntado a mi hermana (que es maestra y lo emplea), a mi hijo (que lo usa para la tarea) y a mis colaboradores, y uno me confesó que empleaba el ChatGPT para sus textos, ojo, no para escribirlos, pero sí para acortar las ideas y darle buena redacción, además de la ortografía… y sí, me consta que mejoró mucho y me ahorró el tiempo que empleaba en corregir sus vicios ortográficos.
Lo que me parece correcto es emplearla para corregir la ortografía, una coma, un acento, incluso formular bien las ideas de una oración, pero no en hacer los textos.
Hace poco leí un texto en Facebook de cierto personaje, pero noté la falta de esas impresiones recurrentes (no fatales, solo humanas) de su estilo, así que curioso copié y llevé su texto a Justdone (que detecta el uso de la IA) y sí, era más del 80% de IA.
No digo que sea malo. Pero yo creo que algunos textos deben tener ese fondo humano, y es deber de los periódicos conectar con los lectores y darles información que sea veraz y útil, sí, pero si buscamos fondo, un buen texto debe de enganchar al lector, hacerlo cómplice o detractor, pero provocar una postura o emoción como lo haría un buen cuento o una novela.
En suma, el empleo de la IA debe de sumar y no restar.