En respuesta al crecimiento de la producción y exhibición de arte contemporáneo en Guadalajara y su área metropolitana, la Capilla de Santa Paula, dentro del Museo Panteón de Belén, abrió sus puertas el jueves 25 de septiembre como un nuevo espacio expositivo.

Una sala de arte contemporáneo cuya línea curatorial atraviesa las formas simbólicas entre la vida y la muerte, las fantasmagorías, la ficción, la potencia de la narración oral y la invención de historias.
El nuevo espacio abre la posibilidad de plantear curadurías críticas y dispositivos de exposición que se reten a sí mismos, respondiendo al contexto inmediato en el que se encuentran: el Museo Panteón de Belén, uno de los cuatro en el país hasta ahora definidos como Museo Panteón.

Declarata, de Alan Sierra, dentro de Estación Material V.4
La primera exposición se presenta dentro del marco de la feria de arte contemporáneo, Estación Material V.4: Declarata, que reúne un grupo de obras recientes de Alan Sierra, dibujos inspirados en los escáneres de rayos X utilizados por la seguridad aeroportuaria.
Este cuerpo de obra retoma el lenguaje alegórico de esculturas votivas, martirios de santos y otras imágenes medievales para generar bodegones o vanitas, proponiendo narrativas que vinculan lo mundano con lo sagrado.

Alan Sierra (Sonora, México, 1990) es artista y colabora como escritor, curador y docente para diferentes iniciativas. Su obra se compone de dibujos, esculturas, textos y actos en vivo que pretenden estirar las posibilidades narrativas de la imagen. En 2019 publicó Nonverbal, su primer libro de dibujos editado por Gato Negro. Formó parte del Programa Educativo SOMA 2019-2021 y tiene estudios de maestría en el Institute Art Gender Nature en Basilea, Suiza. Algunas de sus exposiciones recientes incluyen la individual “Vísperas”, en La Capella, Barcelona (2022), y las colectivas “Who Tells a Tale Adds a Tale” (2021), en el Denver Art Museum, y “Omissísimo” en Galeria Cavalo, Río de Janeiro, Brasil (2020).

La exposición tiene la intención de explorar cómo el objeto contenedor no es únicamente extensión del cuerpo, es también un posibilitador de historicidades móviles conectadas a su materialidad. Ante la promesa de la permanencia que otorgan los metales, se encuentra una apuesta por la finitud de la vida del papel y el de las flores, una profunda y continua dependencia del tiempo y el espacio en el que se sitúan.

El montaje se realizó de la mano con Impronta Casa Editora; cuya colaboración se plantea como un ejercicio para repensar las posibilidades del texto de sala y de los materiales gráficos y ortotipográficos que acompañan a las exposiciones. Aquí los elementos de diseño y sus materialidades no operarán como un acompañante decorativo del dispositivo de exposición, sino como un potenciador del discurso, proceso y narración propio de la muestra.