Las nuevas generaciones llevan en el teléfono todo lo que les gusta y les importa. Ahí conviven, participan, opinan, crean. Pero también —y quizá por lo mismo— conviven con otras constantes: depresión, tristeza, soledad. Antes, se habría dicho: para eso existen los psicólogos. Hoy, muchos responden: para eso existen los coaches. Al final, ambas opciones conviven en este nuevo mapa emocional.
En esta ocasión conversamos con Yerardi Montoya, coach transformacional, venezolana radicada en Madrid, quien presentará su libro Morir para vivir en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
—¿Yerardi, es tu primera vez en la FIL?
—Sí. Será mi primer viaje a México, específicamente a Guadalajara, para esta feria. Estoy muy emocionada; ya quiero que llegue el día.
—Cuéntanos: ¿cómo llegas a España y cómo fue conectar con una cultura tan diferente?
—Cuando llegué a España, mi plan era estudiar, prepararme como coach y hacer distintos másteres para volver a mi país con las herramientas necesarias. Pero estando aquí, me enamoré de esta ciudad. Sentí que pertenecía a este lugar. No sé qué vueltas da la vida, pero por ahora mi corazón se quiere quedar en Madrid, seguir creciendo y aportando. Y pronto viajaré a Venezuela para impartir conferencias, cursos y presentar el libro allá. Me parece maravilloso.
—¿Y cómo encontraste esa conexión estando sola, lejos de tu tierra?
—Emigrar no es fácil para nadie, y menos cuando llegas sola, sin familia ni amigos. Pero fue una experiencia en la que me atreví, y el crecimiento ha sido rotundo. Cuando miro atrás, veo que no soy ni la sombra de la Yerardi de hace cuatro años. Como coach, lo más importante es conocerte a ti misma, y eso me ha permitido conectar con personas más allá de Venezuela. Empecé en redes desde mi país, pero ahora el mensaje se expande. Ojalá con este libro pueda llegar a cada rincón del mundo… y ahora conquistar México.
—Hoy, los jóvenes saben mucho del mundo gracias al celular, pero están muy solos. ¿De ahí nacen los coaches?
—Creo que nuestra tarea es ayudar a las personas a reconectar consigo mismas. El teléfono y las redes son herramientas importantes, sí, pero lo fundamental es recordar que primero existimos nosotros. No se trata solo de sonreír en redes: también vivimos tristeza, ansiedad, desesperación; muchos hemos pasado por depresión. Lo escondemos por miedo a mostrarnos vulnerables. Como coach, nuestra labor es recordar que eres un ser humano, que puedes sentir, abrirte, pedir ayuda. Y cuando ya sientes que algo se te escapa de las manos, es valioso hablar con amigos, familia o un profesional. Nosotros estamos ahí para dar esa mano amiga.
—¿Es necesario tener psicólogo y coach? ¿Qué necesidades ves a futuro?
—Son cosas distintas. Sería maravilloso contar con ambas. La psicología trabaja desde el pasado para entender el presente. El coaching trabaja desde el hoy para avanzar hacia objetivos y transformación. Creo que abrir la mente y entender que los profesionales están para ayudarnos es clave. No es que estemos locos ni que seamos débiles: aceptar ayuda es un acto de enorme fortaleza.
—Tu libro se titula “Morir para vivir”. Surge después de dos pérdidas muy grandes. ¿Ese dolor te llevó a Madrid y luego al libro?
—Sí. Después de esas pérdidas, el mundo se me dio vuelta y me replanteé todo: si era feliz, si hacía lo que realmente amaba. Entré en un vaivén de preguntas que poco a poco tuvieron respuesta. Las pérdidas me hicieron entender que la vida es corta, que nada está garantizado. Comprendí que lo que queda son los recuerdos, los abrazos, los besos. Ese mensaje se quedó tan grabado en mí que me convertí en una persona más consciente del amor que doy y recibo. Todo eso lo plasmé en Morir para vivir, un libro que nació entre lágrimas pero que cierra con sonrisas reales.
—¿Crees que el libro es universal? ¿Que puede conectar igual un mexicano, un español o un venezolano?
—El duelo es un proceso humano, más allá de las culturas. Cada cultura influye en cómo deberíamos vivirlo, pero lo importante es lo que siente la persona por dentro. A veces te dicen: “eres joven, sigue adelante”, “mañana saldrá el sol”. Pero eso no ayuda en los primeros días. Escuchar experiencias de otros que vivieron lo mismo me llevó a escribir una historia que puede relacionarse en cualquier parte del mundo. Lo que duele es despedirse de alguien cuando no quieres hacerlo.
—Algo que quieras agregar…
—Estoy feliz y agradecida por esta oportunidad. Me emociona llegar a México, convivir con su gente, probar comida auténtica (porque no es lo mismo lo que se come aquí) y vivir mi primera feria internacional del libro. Este será el primero de muchos libros; el próximo ya viene en camino. Pueden encontrarme en redes como @yerardimontoya, siempre conectando y apoyándonos.