Los amigos de Claude Chabrol dedicaron hoy al cineasta, fallecido el pasado domingo, una entrañable despedida ante la Cinemateca Francesa, lugar que el artista gustaba frecuentar y donde la profesión le rindió homenaje horas antes de que se celebrase su entierro en la más estricta intimidad.
Familiares, amigos íntimos, actores, directores y personalidades asistieron al acto en memoria del director, muerto a los 80 años.
Michel Piccoli, Isabelle Huppert, Nathalie Baye, Sandrine Bonnaire, Mathilda May, François Cluzet y Eduard Baer fueron algunos de los actores presentes, mientras que los directores Agnès Varda, Costa Gavras y Bertrand Tavernier figuraban también en las primeras filas.
Vestida con gabardina negra, la actriz fetiche de Chabrol, Isabelle Huppert, brindó un emotivo homenaje al gran director y a “su gusto por la vida, su humor, su fidelidad, su amabilidad y su inteligencia”, y a quien, dijo, nunca supo por qué le quería, pero sí pudo “sentir” cómo; “un hombre que era poco amante de las confidencias”, recordó casi al borde de las lágrimas Huppert, al destacar cómo, sin embargo, compartió con ella el dolor por la muerte de su madre, acaecida durante el rodaje de Madame Bovary (1992).
Claude Chabrol, padre de la ruptura técnica y artística que fue la Nouvelle Vague, junto con Jacques Rivette, François Truffaut, Jean-Luc Godard, Éric Rohmer y Alain Resnais, fue además de cineasta crítico, montador, productor y director de teatro, entre otras profesiones.
La densa filmografía de este artista nacido en el seno de una familia acomodada incluye títulos como Los siete pecados capitales (1961), Ofelia (1962), Marie-Chantal contra el doctor Kha (1965), Las ciervas (1968), La ruptura (1970), Nada (1973), Locuras de un matrimonio burgués (1976), La sangre de otros (1984), El infierno (1995) Gracias por el chocolate (2003) y Bellamy (2009).
Estuvo casado entre 1952 y 1962 con Agnès Goute, madre de sus dos primeros hijos; y con la madre de su tercer hijo, la actriz Stéphane Audran, en 1964, de quien se divorció en 1982.
Chabrol estaba terminando sus memorias, en colaboración con el periodista Michel Pascal.
Al despedirle hoy en la Cinemateca, el ministro y también cinéfilo Frédéric Mitterrand leyó un fragmento de ese libro, cuya publicación se espera a principios del año próximo.
Pasiones. Amante del género negro, escudriñador de las aristas decadentes de la burguesía, fue también “un hombre dulce y amistoso en los rodajes que me escogió para siempre transmitirme inteligencia y amor”, comentó una de sus musas, Isabelle Huppert.
Huppert fue ciertamente el rostro femenino de Chabrol en buena parte de su filmografía, como el desaparecido Jean Claude Brialy con El bello Sergio y Los primos, sus primeros ensayos del comportamiento humano.
Muy cercano a sus entrañables Francois Truffaut y Jean Luc Godard, se le comparaba con el estilo del suspenso de Alfred Hitchcock, pero “afrancesado” y más complejo en la caracterización de las motivaciones de sus personajes.
El infierno, El carnicero, Madame Bovary y Gracias por el chocolate, además de su serie de televisión sobre cuentos de Guy de Maupassant destacan también en su obra.
Matthieu, el segundo hijo con Goute, se convirtió luego en compositor de las bandas sonoras de las cintas de su padre. Era cuando tomaba a Hitchcock como referencia y su formación se aproximaba también a Fritz Lang y Ernst Lubitsch.
Su tercer heredero, Thomas, actor de algunos filmes, lo tuvo con su segunda esposa, Stephane Audran, intérprete de varias de sus cintas.
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