Metrópoli

Autoridades capitalinas y la empresa chilena Huella Estructural, desarrollan un plan piloto para monitorear en tiempo real la salud de los edificios más vulnerables ante sismos

Nueva herramienta podría medir la “salud” de escuelas y edificios ante futuros terremotos

La imagen muestra una toma en ángulo contrapicado de la torre campanario de un gran edificio de piedra de estilo colonial con la bandera de México en el fondo
Catedral Metropolitana de la Ciudad de México (Tamara Ramírez Villegas)

La Ciudad de México podría convertirse en una de las primeras urbes de América Latina en implementar un sistema de monitoreo estructural en tiempo real, gracias a la colaboración entre la Secretaría de Gestión de Riesgos y Protección Civil y un grupo de especialistas chilenos de la empresa Huella Estructural, quienes buscan detectar daños ocultos en edificios y escuelas antes de que un sismo los ponga en riesgo.

Felipe Martínez, director ejecutivo de la firma, explicó que actualmente se trabaja en un proyecto piloto con la Secretaría de Protección Civil, cuyo objetivo es diseñar un plan de vigilancia de estructuras estratégicas, con énfasis en las zonas con mayor vulnerabilidad del suelo.

“Estamos haciendo un piloto con el edificio de la Secretaría, con la idea de desarrollar un producto finalizado, escalable y útil para estructuras públicas. Queremos entregar información que permita tomar decisiones en momentos críticos”, detalló.

El joven aparece sonriendo, vestido con un blazer azul marino sobre una camiseta clara, y tiene los brazos cruzados. El fondo de la foto es una pared con paneles de madera clara. Encima de su cabeza, se ve un letrero luminoso con caracteres japoneses
Felipe Martínez Director ejecutivo de la empresa chilena Huella Estructura

Riesgos acumulativos e invisibles

Felipe Martínez, quien cuenta con amplia experiencia en ingeniería sísmica en Chile —uno de los países con mayor actividad telúrica del mundo—, advirtió que la Ciudad de México conserva un número considerable de construcciones antiguas cuyo estado estructural se desconoce.

“En Chile, gran parte de la infraestructura antigua ya no existe porque se cayó o se reparó. Aquí todavía hay una enorme cantidad de edificios y patrimonio que no se sabe en qué condición están, y sería muy valioso conocerlo para ofrecer mayor seguridad a la ciudadanía”, explicó.

El especialista explica que el daño estructural no siempre es evidente y tiende a acumularse con el tiempo.

“Puede ser un deterioro muy paulatino, hasta que llega un gatillante como un sismo, una inundación o una sobrecarga que genera el colapso. Pero si conocemos el estado actual, podemos prevenirlo. Lo importante es que, si lo conocemos, podemos actuar”, dijo.

Para ello, su empresa ha desarrollado sensores de bajo costo y mínima invasión, capaces de registrar vibraciones, desplazamientos y deformaciones en puntos estratégicos de una estructura.

Queremos democratizar el monitoreo estructural. Que cualquier persona, una familia o una madre, pueda saber cuál es la salud del edificio donde vive o del colegio de sus hijos”, afirmó. La propuesta busca crear una base de datos abierta y dinámica que permita conocer en tiempo real el estado de las edificaciones públicas y privadas.

Edificios viejos situados en el centro histórico de la CDMX
Edificios viejos CDMX (Tamara Ramírez Villegas)

Escuelas, prioridad del plan piloto

El proyecto en curso con Protección Civil contempla, como primera etapa, la instalación de sensores en planteles educativos. “Creemos que las escuelas deben ser prioridad. La base de la economía es que los niños estén en el colegio. Si un padre sabe que su hijo está seguro, puede trabajar con tranquilidad”, señaló el experto. Agregó que los datos obtenidos del monitoreo permitirían, tras un sismo, identificar qué inmuebles están en condiciones de seguir operando y cuáles requieren revisión inmediata.

“Imaginemos que tenemos dos mil escuelas monitoreadas. Después de un sismo, podríamos saber en minutos cuáles están en verde y pueden continuar clases, cuáles están en amarillo y necesitan supervisión, y cuáles en rojo, donde nadie debe acercarse. Esa información permite usar mejor los recursos y proteger vidas”, explicó.

Felipe Martínez destaca la apertura del gobierno capitalino para avanzar en este tipo de proyectos. “Estamos trabajando mano a mano con la Secretaría de Protección Civil. La recepción ha sido muy buena, muy técnica. Su titular, Myriam Urzúa y su equipo saben perfectamente lo que necesitan y buscan que la información sea realmente útil para la toma de decisiones”, afirmó.

Sobre la normativa mexicana, consideró que “está muy avanzada”, especialmente en materia de prevención y construcción. Sin embargo, advirtió que “lo que podría fortalecerse es la fiscalización: asegurarse de que las estructuras que deben ser monitoreadas realmente lo estén”.

Falta de cultura de mantenimiento estructural

Desde su experiencia, el especialista señaló que en América Latina —y también en México— aún se necesita fortalecer la cultura de mantenimiento preventivo. “Somos poco preventivos en general, no solo en temas estructurales, sino en todo: salud, autos, edificios. Y eso debe cambiar”, afirmó.

El CEO de Huella Estructural considera que para lograrlo deben confluir tres elementos: actualización normativa, concientización ciudadana y aplicación de tecnología.

“La normativa avanza, pero suele hacerlo despacio. Las personas y las empresas tienen que asumir que conocer la salud de una estructura es tan importante como tener un seguro. Y la tecnología ya está disponible: contamos con conectividad 4G, sistemas satelitales y paneles solares que permiten monitorear estructuras de forma continua y autónoma”, explicó.

En cuanto al papel del sector privado, señaló que muchas veces la inversión en este tipo de tecnología se mide únicamente por el retorno económico inmediato, sin considerar el costo de la inacción.

“Un centro comercial puede perder millones por cada día que permanece cerrado tras un sismo. Saber en horas si un edificio está sano puede marcar la diferencia entre seguir operando o quedar paralizado”, indicó.

Fotografía de los vestigios del Templo Mayor (Tenochtitlan) con edificios de fondo en el Centro Histórico de CDMX.
Vestigios de Tenochtitlan Templo Mayor, CDMX (Tamara Ramírez Villegas)

Lecciones de la experiencia chilena

Felipe Martínez refirió que la sociedad chilena ha desarrollado una fuerte cultura sísmica basada en la educación y la reacción inmediata ante emergencias. “En Chile todos saben que si estás en la costa y no puedes mantenerte de pie durante un terremoto, tienes que ir al cerro porque viene un tsunami. Es conocimiento popular. Esa conciencia colectiva salva vidas”, dijo.

Aunque reconoció los avances de México en prevención, con su sistema de alerta sísmica y simulacros constantes, insistió en que el siguiente paso es cuidar la infraestructura.

“Las personas saben cómo reaccionar ante un sismo, pero ahora falta saber, después del evento, qué estructuras son habitables y cuáles no. Con información en tiempo real podemos evitar tragedias y gestionar mejor la respuesta”, señaló.

Finalmente, se mostró optimista sobre la colaboración con las autoridades mexicanas y confió en que el plan piloto pueda consolidarse como un modelo replicable en otras ciudades del país.

“No se trata solo de reaccionar ante los sismos, sino de vivir en estructuras sanas. Medir para aprender. Si logramos eso, estaremos realmente preparados”, concluyó.

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