El mercado Buenavista, ubicado en la alcaldía Iztapalapa, sobre avenida de Las Minas y muy cerca de la estación Torres Buenavista de la línea dos del Cablebús, lleva cerca de cuarenta años adaptándose a los cambios que las mismas circunstancias de la vida le ha puesto enfrente, procesos que lo han dejado casi en el abandono y la indiferencia a plena luz del día.

“La falta de capital para competir con las tiendas de conveniencia, como las tiendas 3B, OXXO y Bodega Aurrera, es lo que ha hecho que la gente se haya ido alejando de los mercados. Pero no sólo es eso, también es la economía, si la gente tuviera dinero compraría donde sea, pero como no tienen, hay que estar buscando dónde le conviene a comprar a uno”, comentó Raúl, locatario del sitio que se dedica al vidrio y al aluminio.

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A simple vista se puede observar como la gran mayoría de los locales al interior del mercado están cerrados. A las 12 del día uno pensaría que el sitio tendría que tener un flujo de gente considerable y los locales tendrían que estar abiertos, pero no, aquí la ausencia y el silencio es lo que reina.

“La fachad del sitio dice Mercado Buenavista, pero la realidad es que somos una concentración, es decir, las concentraciones se forman por la donación de un terreno en una colonia nueva para tener servicios de abasto y alimentos, pero no lo construye o subsidia la alcaldía, cada local tiene un propietario y es que entre nosotros mismos cubrimos las necesidades de lo que sea que necesite el mercado”, argumentó Fernando, compañero de Raúl que se dedica al mismo oficio.

Los pasillos, angostos y con iluminación natural, parecen no llegar a ninguna parte, pues no hay mucho a donde ir. Un pequeño altar a la Virgen María se postra en medio de los locales, como dando la bienvenida a los pocos visitantes que llegar a pasearse por el recinto.

“El que estén cerrados tantos locales no tiene que ver con la pandemia, desde antes ya se habían ido muchos de aquí, el hecho de que tantos locales de conveniencia se coloquen alrededor de los mercados nos ha hecho daño en las ventas, incluso los tianguis y los programas sociales de la alcaldía donde vienen ciertos días vender frutas y verdura a un bajo costo nos quita a los compradores. Por un lado, es bueno porque ayuda a las familias, pero, por el otro, uno también se queda sin su chamba”, expuso cesar, otro de los locatarios del lugar.

A pesar de no ser un sitio subsidiado por la alcaldía Iztapalapa, Diego, trabajador y parte de la administración del lugar, comentó que se ha tenido la lucha interminable con la alcaldía para delimitar hasta ciertos kilómetros de distancia las tiendas de conveniencia con el propósito de que no les afecte a los mercados de zona y, en general los de toda la entidad.

“Hemos estado batallando con este tema desde hace veinte años mas o menos, tenemos los expedientes y todo, pero a la fecha no tenemos solución. Lo único que a nosotros como mercado concentración nos gustaría pedirle a la alcaldesa, Clara Brugada, es que no deje morir a los mercados, que nos apoye para que no desaparezcan y les de difusión de cierta manera para que la gente no deje de asistir”, expresó Diego.

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Las opiniones, afuera y adentro, coincidieron, “todo está cada vez más caro, estamos peor que antes”. Una pequeña bocina comenzó a tocar canciones de antaño, la sola presencia de personas adultas y pocos jóvenes en el lugar, transportan al mercado completo a una época donde todo pareciese fue mejor.

“Hace unos quince años, de los 60 locales que existen, la mitad de ellos si estaba abiertos, si no es que más, la gente venía más seguido y toda tenía más movimiento. Todo influye ahorita, la economía, el Covid, la falta de trabajo”, comentó una compradora que habita por la localidad.

Una pollería, cargadores, tortillería, herrería, miscelánea, reparación de zapatos, regalos, peluquería y una tienda de hilos, nueve locales de 60 son los que se aferran a cerrar o cambiarse de sitio.

“La alcaldía ha cambiado mucho, más con el Cablebús, que ahora nos queda muy cerca, y algunas remodelaciones de los parques, pero no son las únicas necesidades que tenemos, la alcaldesa Clara Brugada sabe bien que en toda la zona el agua es de muy mala calidad, incluso ahora está peor que antes, llega con tierra o lodo, sobre la violencia y la inseguridad yo lo siento todo igual o hasta peor”, comentó Dalia, una vecina de la zona que salía del lugar. 

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