
El presidente Donald Trump está considerando vender su automóvil Tesla en medio de una creciente disputa con el CEO de la compañía, Elon Musk, según reportó CBS News, socio de la BBC en EU.
El pleito entre ambos magnates ha escalado rápidamente de críticas políticas a ataques personales, y ahora afecta incluso el uso de productos vinculados a la empresa del multimillonario sudafricano.
Funcionarios de la Casa Blanca confirmaron a la BBC que Trump no tiene previsto comunicarse pronto con Musk, pese a reportes que aseguraban que ambos hablarían por teléfono en el transcurso del día.
Durante la jornada, Trump ofreció declaraciones a varios medios estadounidenses donde arremetió contra Musk, a quien calificó como “un hombre que ha perdido la cabeza” y aseguró que ya no le interesa el tema. “Ni siquiera estoy pensando en Elon. Tiene un problema. El pobre tipo tiene un problema”, dijo a CNN.
Trump también confirmó que no está interesado en seguir hablando del asunto y prefiere centrarse en lo que —dijo— debería ser el tema del día: la economía. Desde temprano, ha estado publicando en redes sociales una serie de mensajes optimistas sobre el desempeño económico del país bajo su liderazgo.
“¡Los precios están bajando, los ingresos suben, nuestra frontera está cerrada, la gasolina está BARATA, la inflación ha MUERTO! ¡Nuestro país está en auge!”, escribió Trump. En otro mensaje añadió: “¡ESTADOS UNIDOS ESTÁ CALIENTE! ¡HACE SEIS MESES ESTABA HELADO! LA FRONTERA ESTÁ CERRADA, LOS PRECIOS BAJAN, LOS SALARIOS SUBEN!”.
Ruptura entre amenazas
La ruptura entre ambos, antes aliados ocasionales en el ámbito tecnológico y económico, se hizo pública el jueves cuando Trump expresó su “decepción” por las críticas de Musk a su nuevo paquete de gasto federal. Musk había denunciado la iniciativa como “despilfarro sin precedentes” y se mostró alarmado por la dirección del presupuesto gubernamental.
En respuesta, Musk acusó a Trump de “ingratitud” y aseguró: “Sin mí, Trump habría perdido la elección”. La afirmación, que hace alusión a los apoyos logísticos e incluso de infraestructura digital que algunas de sus compañías habrían ofrecido en el pasado, causó revuelo en Washington.
Tesla, SpaceX y Starlink —empresas dirigidas por Musk— tienen contratos vigentes con el gobierno de Estados Unidos. En medio del enfrentamiento verbal, Musk dio marcha atrás en una amenaza anterior de desactivar una nave espacial de SpaceX utilizada por astronautas estadounidenses, una medida que habría tenido implicaciones geopolíticas y técnicas para la NASA.
El distanciamiento entre ambos líderes refleja una fractura más amplia entre figuras del conservadurismo estadounidense y la élite tecnológica.
Aunque Musk ha mantenido posturas alineadas con sectores republicanos —como su rechazo a políticas de subsidio social y su defensa de la libertad de expresión irrestricta en plataformas como X—, sus recientes declaraciones sobre el gasto gubernamental y la supuesta “mentalidad vengativa” de Trump han sido mal recibidas por el expresidente y su círculo cercano.
Mientras tanto, la posible venta del Tesla de Trump adquiere una dimensión simbólica: el fin de una relación que alguna vez fue mutuamente útil, y el inicio de una batalla entre dos de los personajes más polarizadores del escenario político y tecnológico estadounidense.