
Etiopía inaugura oficialmente la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), la mayor central hidroeléctrica de África, construida sobre el Nilo Azul.
El proyecto, que el primer ministro Abiy Ahmed califica como un “símbolo de soberanía y unidad nacional”, se encuentra a solo 15 kilómetros de la frontera con Sudán y ha sido objeto de fuertes tensiones con los países vecinos.
El mandatario etíope destacó que la inauguración se realizará pese a los intentos de desestabilizar la ceremonia y extendió la invitación a Egipto, Sudán y demás naciones de la cuenca del Nilo. Por ahora, el presidente de Kenia, William Ruto, será el invitado principal al evento, que coincide con la víspera del Año Nuevo etíope.
La GERD tiene el potencial de transformar el panorama energético del país, proporcionando electricidad a los 135 millones de habitantes y generando ingresos mediante la exportación de energía a países vecinos.
Más allá de su impacto económico, la presa ha fortalecido el sentimiento de orgullo nacional y ha unido a sectores de la población previamente divididos por tensiones étnicas y políticas.
No obstante, Egipto y Sudán mantienen su desconfianza, alertando que la GERD podría afectar su seguridad hídrica y violar acuerdos históricos sobre el Nilo.
En un comunicado conjunto, advirtieron que “la seguridad hídrica de Sudán y Egipto constituye un todo indivisible”. Desde 2015, las negociaciones sobre la presa no han logrado un consenso, y ambos países acusan a Etiopía de proceder unilateralmente en el llenado del embalse.
La GERD, que comenzó a construirse en 2011 con un costo aproximado de 5.000 millones de dólares, puede generar hasta 5,15 gigavatios de electricidad y abarca una superficie máxima de 1.874 kilómetros cuadrados.
El proyecto utiliza el Nilo Azul, que aporta el 85 % del caudal del río, el cual se une con el Nilo Blanco al norte de Jartum antes de continuar hacia Sudán y Egipto.
Pese al acuerdo de 2015 que establecía que la construcción no afectaría la economía ni la seguridad hidroeléctrica de Egipto y Sudán, las discrepancias entre los tres países ribereños persisten, haciendo de la GERD un símbolo tanto de progreso etíope como de tensión regional.