
Un problema de salud global subestimado
La violencia sexual contra niñas y niños, así como la violencia de género ejercida sistemáticamente contra las mujeres, se ha convertido en uno de los desafíos de salud pública más graves y, sin embargo, más infravalorados a nivel mundial. Así lo advierte un estudio del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, publicado en la revista The Lancet e integrado en el informe Global Burden of Disease 2023.
La investigación analizó datos de 204 países y reveló que estas formas de violencia no solo constituyen una violación a los derechos humanos, sino que representan una de las principales causas de muerte prematura y discapacidad en el mundo.
Entre los mayores riesgos para la salud
Los resultados son contundentes: la violencia de género contra mujeres de entre 15 y 49 años ocupó el cuarto lugar entre los principales factores de riesgo para la salud global, mientras que la violencia sexual contra niños se posicionó en el quinto. En el caso de los hombres, la violencia sexual sufrida en la infancia se ubicó en el undécimo lugar.
Estas cifras colocan a la violencia por encima de amenazas ampliamente reconocidas como la hipertensión arterial o la hiperglucemia, y apenas por debajo de deficiencias nutricionales como la falta de hierro.
Consecuencias físicas y mentales profundas
El informe advierte que los efectos de la violencia han sido históricamente subestimados, incluso cuando la violencia de género ha sido asociada con al menos 14 afecciones de salud, entre ellas el suicidio, los trastornos por consumo de sustancias y la diabetes.
En el caso de la violencia sexual infantil, se identificaron ocho consecuencias principales, predominando los trastornos mentales, las lesiones físicas y el VIH.
En mujeres, más del 20 % de la pérdida de salud se ha generado por ansiedad, autolesiones, lesiones y hasta homicidios.
En la infancias, la violencia sexual figura como uno de los principales factores asociados al desarrollo de trastornos graves como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la bulimia nerviosa y los trastornos de conducta.
Cifras alarmantes
Solo en 2023, más de mil millones de personas mayores de 15 años habían sufrido agresiones sexuales durante su infancia, mientras que 608 millones de niñas y mujeres fueron víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja.
Ese mismo año, la violencia sexual contra la infancia provocó 290.000 muertes, principalmente por suicidio, VIH/SIDA y diabetes tipo 2. En el caso de la violencia de pareja, se registraron 145.000 muertes, en su mayoría por homicidio, suicidio y VIH/SIDA. De ellas, casi 30.000 mujeres fueron asesinadas por sus propias parejas.
Un llamado urgente a la salud pública
Para las autoras del estudio, estos datos rompen con la idea de que la violencia es únicamente un problema social o judicial. “Es irrefutable: la violencia no es simplemente un problema social que ocasionalmente afecta a la salud, sino que es una de las principales causas de muerte y discapacidad que exige una acción integral en materia de salud pública”, subraya Emmanuela Gakidou, coautora del informe.
En la misma línea, Luisa Sorio Flor, autora principal, enfatiza que la prevención no es suficiente, además subrayó que los hallazgos nos hablan de que la violencia de género y la violencia contra los niños son principalmente no solo son cuestiones sociales o de resolución legal sino que debería ser una prioridad importante de salud pública.
Más allá de la estadística
El informe deja claro que la violencia no es un hecho aislado ni un daño colateral: es una crisis sanitaria silenciosa que atraviesa generaciones y territorios. Reconocerla como tal es el primer paso para enfrentar una de las principales amenazas a la salud global del siglo XXI.